16. Disparo

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Savanna:

Lo doloroso no fue oírlo admitir que la amaba porque de por sí ya tenía la idea de que había una mujer antes que yo llegara a su vida, sin embargo lo que realmente fue horrible fue descubrir que todo los momentos que pasamos, incluso la noche anterior a que apareciera "La jefa", para el no significo absolutamente nada.

Y no voy a decir que de la noche a la mañana me nació el amor por Eros, pero el me gusta y es horrible que te decepciones de esta manera.

Durante de lo que va de la semana y después de tener esa conversación abierta con Eros, nosotros no volvimos a cruzar palabras, miradas tal vez, pero no volvimos a hablar y si lo hicimos era cuando todo el grupo estaba reunido, pero siempre decía palabras cortas, más no tuvimos un diálogo entre nosotros.

Me duele, si. 

Estoy decepciona, también.

Y por momentos también estoy enojada.

—Savanna.

Esa mujer está llamándome.

Ella levanta su mano en mi dirección y me pide acercarme, es mi jefa, así que lo hago.

—Esta noche tendremos un invitado especial y quiero estar segura que voy a contar contigo.

¿Por qué no sería así?

—Si.

Naomi me sonríe y coloca su mano sobre mi brazo.

—Eres tan linda, gracias.

Lo peor es que no puedo odiarla, ella es muy amable.













Eros:

Los gemidos de Naomi siempre me han parecido sexys, incluso ahora lo son.

Ella es tan experimentada, tan fogosa y podría tener a cualquier bajo sus pies, pero se conforma conmigo.

—Dios.. Eros..

Tiene el vestido levantado, alrededor de la cintura, sujetando con una mano mientras la otra busca obtener sostén en la madera.

Tengo su culo levantado, tan estimulado, justo como siempre me ha gustado tener a las mujeres.

Empujo con fuerza una vez más, apretándome contra ella y como respuesta arquea la espalda, cada embestida la hace perder el control, gime con mucha fuerza, sin importarle que estamos en su despacho.

—Mierda, cielos.

Hecha la cabeza hacia adelante y suelta el vestido para apoyar ambas manos sobre el escritorio.

—Joder... Me encanta.

Termino con ella y salgo de su interior, Naomi yace apoyada sobre el escritorio, intentando controlar su respiración.

Cuando lo logra, se gira hacia mi con una sonrisa.

—Gracias por esta bienvenida.

—¿Ya puedo irme?

Su sonrisa se borra. —¿Qué sucede? Creí que te agradaría este pequeño reencuentro. Te he echado de menos.

Me coge el rostro y le sostengo de la muñeca.

—¿En que te estás metiendo ahora?

Ella sonríe. —¿Y debo responder por..?

Permanezco callado.

—Pero lo que yo quiero saber es...¿Me has sido infiel mientras no estabas?

—Claro que no.

Greek Gods: La condición de ErosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora