19. Ataque de celos

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Savanna:

Labios que se tocan, roces contra piel, manoseos, es así como puedo describir a donde nos llevó nuestro brindis, en mis plenas facultades de lucidez y después de haber consumido tanto alcohol.

Y fue a la cama.

Tengo ganas de follar.

Y Hades es el único cerca así que solo lo tomé prestado, aunque siento que el esta haciendo lo mismo conmigo.

No me importa la verdad, ni siquiera pienso claro, ninguno de los dos.

Con suerte hemos llegado a mi casa y por lo que puedo notar no es la mía.

Ni hablamos, solo son gemidos.

Hades pasa sus labios por mi cuello, baja por mi vientre y me desabrochar el sujetador, mis bragas también, aunque en lugar de salir volando, el me las desgarra y yo le ayudo con la camisa y los pantalones.

Dios, este hombre está...

Con solo decir que no puedo dejar de pasar las manos por su torso marcado.

Hades rompe el beso y me mira a los ojos, su mirada lujuriosa acelera mis latidos.

El sonrie y yo me subo encima.

—Me gusta duro, Savanna.

¿Acaso hay a algún chico de Greek Gods que no le guste duro?

Con Eros ya comprobé que no y ahora igualmente con Hades.

De Zeus ni hablar, seguro el es un rompe cama.

Y Hermes.. No puedo imaginarme a Hermes. 

Luego esta Dionisio.

En conclusión, no hay , no existe.

—Estamos en la misma frecuencia entonces. —Respondo y obtengo una sonrisa de lado.

Froto su erección oculta dentro de los boxers contra mi entrepierna  húmeda y ambos gemimos.

Quiero ver que hay dentro, pero primero me dedico a estimularlos.

Caemos sobre su colchón, pequeño, pero logramos alcanzar.

Hades se frota una vez más contra mi y yo hecho la cabeza hacia atrás.

—Mierda.

—¿Esto te gusta, Savanna?

Aprieto las manos en los músculos de sus brazos, tan fuertes y duros como..

Como los de el.

¡No pienses en el!

Enojada por recordar su nombre de tres letras, me subí encima de Hades,me observa  sorprendido, pero se sienta apretándome contra el.

Nuestras bocas vuelven a repartir besos, sus manos avanzan mis pechos y su boca deja la mía para ir directo a mi cuello.

Se siente muy rico.

Su piel contra la mía, su polla casi follandome y quizás el alcohol me ha ayudado demasiado.

—Con razón lo traes loco.

Mala idea.

—Ahora entiendo a Eros.

Estúpido, Hades.

Rompo nuestro momento y lo miro a los ojos, los suyos permanecen firmes y serios.

¿Acaso el..?

¿Lo ha hecho a propósito?

—¿Vas a llorar ahora, Savanna?

Como si fuera dueño de mis lagrimas y de decirles que hacer, las siento llenarse en mis ojos, justo después de haberlo dicho.

Greek Gods: La condición de ErosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora