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Empujo con fuerza hacía bajo hasta oír el <<click>> que me indica el correcto cierre de la persiana metálica de la puerta de la panadería. Todavía hay un par de trabajadores dentro, pero la puerta de atrás, la del obrador sigue abierta. Suelen quedarse un par de horas más. Algunas veces está abierta, aunque solo este mi tío o cuando va a comer y vuelve. Normalmente enfrascado en una de sus creaciones hosteleras.

Compruebo de nuevo que está completamente cerrada. Reviso por fuera que todo este orden. Y con la trigésima comprobación, comienzo a andar hacia casa.

Me paro con el semáforo en rojo y la vibración de mi móvil en mi bolsillo derecho. Lo saco y veo la llegada de un WhatsApp. Deslizo la notificación sin abrirla y leo rápidamente el aviso de Cris. Ha llegado a casa de nuestros padres. Una leve taquicardia aparece, al igual que pequeño sofoco. No sabía lo que le podría pasar a Cris, malo no era. Por esa parte estaba tranquila. Sin embargo, había que tener en cuenta el detalle de que Cris era Cris. La misma que hace un par de años se fue a la India a trabajar como profesora, decidido de una semana a otra. Esa misma que casi se casa en Las Vegas dos días después de llegar con un tal Roger. Cris la que por medio de una video llamada le comento el pequeño detalle de que se estaba tatuando en riguroso directo. Sí, esa Cris.

El semáforo en verde fue el pistoletazo de salida hacia una carrera para llegar cuanto antes a casa. Aunque tenía un poco de vértigo por lo que le podía contar, prefería saberlo ya a sentir la concurrente incertidumbre. Así que con una caminata rápida y en algunos momentos más deprisa de la que le hubiera gustado admitir, llego a casa a los veinte minutos de su salida. Tiempo récord.

Con la "carrera" y un poco acalorada por la misma, me apoye fugazmente hasta coger las llaves de mi bolso y abrir la puerta. Nada más entrar me llego el olor a la comida y la risa cantarina de mi madre y mi hermana.

Deposite las llaves en el mueble de la entrada y sigilosa, intente enterarme de algo, por si a mi hermana se le había escapado la noticia a mi madre y así poder enterarme antes. Sin embargo, me las encontré en la cocina. Una apoyada en la encimera con una croqueta en la mano y a la otra cantando la receta de estas.

- Pero qué tenemos aquí – le di un beso a mi hermana y le robé una croqueta de la bandeja a mi madre.

- Pero bueno, si ha llegado la panadera.

- Justo a tiempo, venga que hay que poner la mesa. Avisa a tu padre, Cris.

La morena se fue de la habitación, por lo que aproveche el breve instante que tenía para sonsacarle, si podía, algo a mi madre.

- ¿Te has enterado de algo? – dije en bajito mientras me terminaba el trozo de croqueta.

- Qué va, hija. No suelta prenda.

- Yo ya me espero de todo. Un embarazo, se muda a otro país, se vuelve artista bohemia...- dije mientras cogía otra croqueta disimuladamente.

- Yo me sentare antes de que la cuent ... Ana Julieta deja de comer croquetas, hombre ya. – se llevó la bandeja con ellas al comedor. Madre mía.

Cogí las servilletas y fui corriendo al comedor. Vi a mi padre poniendo cuidadosamente la fuente de cocido en la mesa. Cuando la dejo, le salude y le señale a mi hermana. Él solo se encogió de hombros. Cuanto secretismo.

- Oye Cris ¿y Pedro? – le pregunte al esperar verlo con mi padre.

- No le daba tiempo a llegar para comer, pero viene luego. – contesto sonriente. Madre mía. Se le caía la baba a esta mujer. – Traerá dulces, de esos que te gustan Ana, con miel y almendras.

-1º 51' 31&quot;Donde viven las historias. Descúbrelo ahora