Sasha se había bañado y cambiado de ropa, había sido un largo día. Vane y Fury habían aparecido en el lugar luego de que Victoria y Héctor se habían ido a casa de los Kattalakis. Los segundos ya no regresaron, seguro Vane les había pedido que se quedaran para mantener protegida a la manada, igual sus hijos habían regresado. Solo Luz y Alexander habían permanecido en el lugar. Entre todos habían reunido a los heridos dentro del cuartel de Set. Este estaba cansado, pero entero. Seth, su hijo, tenía una expresión seria, mientras vigilaba de cerca a su esposa e hijo.Tanto Kyra como Bob habían decidido quedarse en el lugar. No veían caso a irse, sus padres estarían bien. Estaban en el Olimpo y Kyra estaba completamente segura que su madre ya se había cargado a sus tres hermanas. Astrid era la pequeña y adorada hermana de las Moiras o Destinos, ellas eran la encargada de tejer la vida de cualquier ser en el mundo, también eran las encargadas de terminar con esa vida. Zarek había estado muy cerca, solo esperaba por el propio bien de las Moiras que no hubiesen estado jugando con las tijeras muy cerca del hilo de Zarek, porque si así había sido... bueno... Astrid definitivamente las iba a torturar.
La noche llegó después de lo que pareció una eternidad. Él estaba decidido a encontrar un buen rincón y echarse a dormir, sin embargo, observó una figura conocida caminar hacia el desierto. Él miró a su alrededor, nadie parecía percatarse de que alguien había salido del templo y caminaba con tranquilidad por la fría arena. El decidió transformarse y seguirla, sus poderes eran más fuertes cuando estaba en su forma de lobo.
Él mantuvo cierta distancia de ella, no sabía a donde se dirigía, para él estaban en medio de la nada. Solo Set, el Dios del desierto, podría sobrevivir allí. Pero su pregunta fue respondida en unos cuantos minutos.
Luz había caminado hasta un pequeño Oasis, no era muy grande, pero tampoco era tan pequeño. El contraste era extraño, el árido desierto contra el verde del oasis. Él se había quedado unos metros atrás. Se quedó sin aliento.
Luz hizo desaparecer su ropa.
Joder.
Luz era de estatura pequeña. No debía medir más de un metro sesenta y cinco, pero eso no impedía que ciertas partes de su cuerpo tuvieran un tamaño bastante grande. Tenía unas piernas largas que terminaban con un redondo trasero y una cadera de ensueño, después tenía una pequeña cintura de avispa y un poco más arriba tenía unos senos redondos que estaba seguro apenas podría cubrir con sus manos. Todo en ella estaba marcado, su piel estaba tersa y estirada gracias al entrenamiento que hacia. Su largo cabello en ese momento estaba suelto, podía ver como el tenue viento del desierto lo movía mientras entraba al agua.
Dioses.
Ella entró al agua y el no pudo evitar avanzar hacia ella, antes de que fuera consciente ya estaba en su forma humana y se estaba poniendo cada instante más duro a causa de ella.
"Sal de allí" Le gritó su mente.
Él nunca se había permitido desear a una mujer, ni admirarla demasiado. Él era un renegado de su clan, un lobo solitario, había aprendido que era mejor así. El formar una familia o crear vínculos con otras personas que no fueran Astrid y su familia sería un problema para él. Sabía que su cabeza tenía un "precio" a causa de su supuesta "traición". A lo largo de los años solo había estado con humanas de "una noche", no había intercambio de números o correos electrónicos. Él ni siquiera necesitaba recargar sus poderes, al final, no subirían demasiado. La mayoría de ellos habían sido reprimidos por Artemisa, como castigo por lo que su clan había hecho.
Entonces Luz se subió a la roca con todo su esplendor, el agua resbalaba perezosamente por su cuerpo desnudo. Ella se recostó en la piedra y se estiró relajada. Una mano la dejo dentro del agua y la otra la coloco sobre su rostro.
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Una flor sin espinas
FanfictionSasha había sido perdonado por la ninfa de la justicia Lera a los catorce años, su clan había cometido el error de tomar partido en la batalla entre los Dioses Griegos y Egipcios... habían elegido a los Egipcios y los Griegos habían vencido. Toda su...