Capítulo 4 - Renacer

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La oscuridad le rodeaba, impidiéndole ver más allá de donde sus brazos estirados alcanzaban a rozar una gruesa capa sedosa. El sonido proveniente del exterior hacía eco en el pequeño resguardo, revelándole que gente platicaba amenamente, sin ser capaz de discernir los temas en cuestión debido a su respiración profunda y el imperioso menester de abandonar una reseca cáscara que le rodeaba.

Viscoso era el material que cubría cada centímetro de su ser, generándole una amalgama de emociones que iban desde el asco hasta la fascinación, teniendo que dejar rápidamente de lado tales pensamientos cuando una vez más intentó traspasar la barrera con sus manos, consiguiéndolo al cabo de unos minutos ya que sus falanges crearon una pequeña rasgadura en dicho material, permitiendo el paso de luz clara.

Súbita ansiedad le instigó a tomar con ambas manos los costados de la brecha, sujetándolas con fuerzas previo a jalarlas en sentidos contrarios de manera brusca, generando un estridente ruido de quiebre, demostrando así que la seda se había vuelto mucho más resistente debido a las múltiples capas que había.

Ver un mundo repleto de vida no fue lo que él esperaba en algún momento. Ni siquiera la mera idea de estar en un desconocido lugar, con cinco reconocidas mujeres recostadas en el césped, se le había cruzado por la cabeza. No obstante, algo en su cabeza lo incentivó a querer protegerlas del estado indefenso que poseían actualmente, ergo estiró ambas manos en dirección a ellas para crear desde sus muñecas unas extensas y complejas mantas de telarañas con las cuales cubrió sus figuras de forma individual, teniendo sumo cuidado para no despertarlas o ensuciarlas con el líquido que pausadamente goteaba de sus extremidades, recibiendo de recompensa unas tenues muecas de alivio.

Raro sentía el roce de las delgadas hojas verdes que componían el suelo cada vez que ejercía un lento paso en dirección a un masivo cuerpo de agua cristalina. La suave brisa templada intentaba eliminar toda muestra del líquido viscoso rojizo que le cubría, mas solo conseguía empujarlo leves milímetros de su lugar antes de poder actuar más sobre este. Por ese mismo motivo, nada le impidió soltar un ronco suspiro de alivio al sumergir primero su pie derecho en el agua de la laguna, siguiéndole de inmediato la extremidad superior izquierda, hasta finalmente tener la mitad de su cuerpo bajo la superficie.

 Por ese mismo motivo, nada le impidió soltar un ronco suspiro de alivio al sumergir primero su pie derecho en el agua de la laguna, siguiéndole de inmediato la extremidad superior izquierda, hasta finalmente tener la mitad de su cuerpo bajo la su...

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Su reflejo pudo ver él en el agua, topándose con facciones mucho más jóvenes que las que tenía antes de su encuentro mortal con un enemigo acérrimo. A pesar de las perpetuas ondulaciones que sus leves movimientos generaban, alcanzaba a divisar sus propias orbes chocolates en el cristalino líquido, notando también que la viscosidad se hallaba en cada hebra de cabello castaño largo en su cabeza, dándole la urgencia de hundir por completo su cuerpo antes de emerger totalmente limpio.

Una pequeña araña lo vigilaba pasivamente sobre el agua, aprovechando la tensión superficial de esta. Sus pequeños ocho ojos rojizos hallaban divertido los accionares del hombre, quien no tardó en cruzar miradas con ella y ofrecerle su mano derecha para que suba hasta el dorso, trayéndole por un segundo un viejo recuerdo de un hecho similar.

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