Capítulo 11 - Familia

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Como cálidas lenguas bífidas, el vapor de las termales aguas que brindaban los pequeños pozos suspendidos de riscos, envolvían cada centímetro posible del masculino cuerpo perteneciente al arácnido vigilante, relajándolo por completo en la soledad que buscó luego de la reunión que tuvo con el concejo de mutantes, ocupando un lugar que la propia Reina Blanca le cedió después de apodarlo Rey Rojo hace más de una semana.

Aún no podía salir de la fascinación tras lo escuchado en aquella plática, siendo el final de esta una sección donde prácticamente todos, pero todos, le observaron con sus cejas en alto, hecho que él notó a pesar de no tener visión física.

No obstante, por el momento decidió alejar todos esos pensamientos de su mente mientras soltaba un largo suspiro y cerraba los ojos, reposando la espalda en uno de los laterales. Los últimos días resultaron bastante pesados para el arácnido, sintiendo que incluso tenía mucho más trabajo que antes al ser líder de una empresa que revoluciona con sus innovadores avances en medicina cuya tutoría comparte con la nación mutante, así como su labor de vigilante enmascarado que salva a la gente común de problemas no tan comunes. Sin contar obviamente de los logros que obtuvo al sentarse durante horas en solitario o con compañía silenciosa en el Observatorio, tratando de dilucidar soluciones a complicaciones que afectaban a los habitantes en especial.

-Dios...realmente necesito dejar de trabajar tanto- monologó el trepa muros, echando hacia atrás su cabeza y hundiéndose un poco más en el agua, consiguiendo que la superficie de esta alcanzara tres cuartos del torso.

El ojo siniestro del ciego hombre se abrió perezosamente al percibir unos lejanos pasos, los cuales por la repetición constante que tenía le hizo reconocer que pertenecían a una mujer. Poco se esforzó en averiguar de quien se trataba mediante el aroma que desprendían a causa de los perfumes que usaban, debido principalmente a la gran acumulación de vapor a su alrededor, optando al final por esperar hasta que dicha persona llegara a una considerable distancia.

 Poco se esforzó en averiguar de quien se trataba mediante el aroma que desprendían a causa de los perfumes que usaban, debido principalmente a la gran acumulación de vapor a su alrededor, optando al final por esperar hasta que dicha persona llega...

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-Cómo está el agua? – la armoniosa voz femenina cuestionó, oyéndose con claridad entre el follaje verde iluminado por luz lunar.

Esbozando un alzamiento en las comisuras de los labios, Parker demostró lo complacido que estaba con escuchar tal voz, aunque si era sincero consigo mismo, el escuchar incluso cualquiera de las otras cuatro voces generaría una reacción símil.

-Lo suficientemente cálida como para no dañar tu piel- fue todo lo que alegó el castaño, concentrándose en escuchar los pasos que ella daba.

A medida que la cacofonía aumentaba de volumen, el varón comenzó a erguirse, permitiendo que el agua anteriormente ocultado la mayoría del torso terminara llegándole a la cintura. El vapor había humedecido su cabello, haciendo que cayera en hebras gruesas por los costados del rostro, demostrando así lo mucho que creció desde su renacimiento.

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