.
.
.
-Hasta qué punto la mente de un ser es capaz de soportar el largo compendio de dolor y frustración? – un hombre adulto preguntó a su familia.
Personas de todas las edades y sexos escuchaban atentamente las palabras, ya sea que estuviesen sentados en el suelo verde del lugar o en algunas sillas creadas a partir de la naturaleza misma que los envolvía. La diligente importancia que tenía el vocero les obligaba a guardar silencio mientras en sus interiores trataban de hallar una respuesta clara, solo para fallar en el proceso debido a que las experiencias de cada uno difería aunque sea en un mínimo aspecto.
-No sean tímidos, pueden responder lo que piensan. Después de todo, de esto se trata la enseñanza- esbozando una suave sonrisa el varón, que portaba un llamativo casco plateado con un visor en forma de X, los incentivó.
Más de un presente cruzó miradas con aquel que tenía a su lado, con aquel familiar que consiguió a pesar de no compartir ningún lazo sanguíneo más allá de un minúsculo genoma que el resto del mundo carecía. Las personas se observaron, debatiéndose tácitamente la solución a la interrogante ejercida por el padre del país que habitaban actualmente, pensando minuciosamente hasta conseguir una idea coherente.
Temerosos, no por la imponencia que generaba el único hombre de pie, algunos de los más jóvenes alzaron sus manos. Este acto generó solo simpatía en los adultos que les rodeaban, guardando en sus mentes el orgullo que sentían de saber que estaban empezando a crecer en paz como ellos alguna vez lo anhelaron.
-Puedes decirme tu respuesta, hijo? – señalando a un pequeño niño de fisionomía verde, el hombre del casco se dirigió.
-Pues...hasta...hasta que se cansa? – dudando de sus palabras, hecho que demostró al rascarse nervioso la cabeza, el joven alegó.
Por supuesto, la inocencia en la contestación produjo decenas de risas por parte de sus pares, mas aun así los mayores se mantuvieron en silencio, negándose a decir algo con respecto a lo veraces que fueron esas simples palabras.
-Déjame decirte que no estás del todo erróneo, Desmond. La mente de un ser tiene un límite, sin importar cuán tenaz sea o posea una voluntad envidiable. Siempre existe un límite para todo- expresó el adulto con parsimonia, viendo a los demás mayores de edad que entendían correctamente a lo que se refería.
-Usted también tiene un límite, Profesor? – habiendo comprendido parte de la explicación, el niño que reposaba su espalda en las piernas de una mujer pelirroja inquirió, valiéndole una concordancia por parte de varios más.
-Que si tengo uno? Claro que sí, pero sé controlarme...o de otra manera Logan habría hablado como una niña pequeña desde el día en que lo conocí- imperceptible para el resto, el hombre alzó una ceja lúdicamente bajo el casco, para luego proceder a contestar con un tono jovial que sacó carcajadas a la gran mayoría y un sonoro bufido gruñón de alguien en particular.
ESTÁS LEYENDO
The Web of Life
FanfictionUna nación en crecimiento será puesta a prueba con una inesperada presencia. Una que les hará debatir sus creencias y pensamientos para así poder mejorar, o simplemente recaer en el infinito ciclo de manipulación que vivieron todos por años. Un homb...