Capítulo 7 - Resolución

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La visión panorámica de New York era lo que apreciaban tres personas, en donde se hallaban dos que habían acatado el pedido de poder ir en búsqueda de alimentos procesados y demás sustancias alcohólicas que los más adultos requerían. No era que en verdad necesitaran salir del paraíso que consiguieron, pero tampoco querían abusar de la bondad de Shadowcat debido al percance que padecía.

Además, obviamente, hicieron el viaje para acompañar a cierto vigilante arácnido que finalmente había conseguido recuperar su dispositivo transdimensional antes de que Cypher y Forge lo destruyeran con el fin de saber cómo funcionaba.

-Dónde estamos exactamente? – quiso saber Scott Summers, asomándose por el borde del edificio en el que aparecieron gracias a Peter.

-En la azotea de mi empresa- agachándose cerca de una puerta metálica y extrayendo una llave que escondía en un ladrillo suelto del muro aledaño, el tótem alegó

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-En la azotea de mi empresa- agachándose cerca de una puerta metálica y extrayendo una llave que escondía en un ladrillo suelto del muro aledaño, el tótem alegó.

-Y escondes la llave de repuesto allí? – descreyendo de las ideas que podía llevar a tener algunas veces su amigo y hermano, el hombre longevo inquirió.

-Si no lo hago, mi excusa de haber estado tomando aire se va al garete...además no sé de qué te quejas? Cuando estuve enseñando a tus alumnos, descubrí tu alijo de habanos escondidos en el vivero de Storm- se defendió el arácnido, quien forcejeó e incluso maldijo a la metálica puerta que no quería abrirse en silencio.

Logan atinó a gruñirle a su colega X-men tras verle alzar una ceja y amenazar con soltar una risa por lo escuchado, consiguiendo silenciarlo pero sin poder quitarle la mueca burlona que tuvo todo el camino hasta las escaleras que usarían para alcanzar el piso en donde se localizaba la oficina del castaño.

-...exijo saberlo! – desde la lejanía el trío fue capaz de percibir los gritos femeninos que provenían de la supuesta oficina del trepa muros.

-Problemas? – curioso, James Howlett miró al dueño del edificio.

-Menos de dos minutos y ya surgen complicaciones. Realmente no tenemos nada de qué envidiarte- compadeciéndose del momento que parecía la antesala a una discusión para Spiderman, mencionó Cyclops.

-Oh, dios...cualquiera menos ella- palmeándose la frente con clara señal de desconsuelo, el tótem arácnido que continuaba llevando ropas prestadas por los mutantes, musitó.

Frente a la puerta del habitáculo, y ante las atónitas miradas que recibían de los empleados de turno, el trío recién llegado esperaron pacientemente a que los gritos en el interior amainaron al menos un poco. Hecho que les llevó alrededor de un minuto completo previo a que Peter desistiera de esperar más e hiciera girar la perilla, empujando el trozo de madera que le separaba de los problemas a enfrentar.

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