Capítulo 11- ¿Y si si?

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Llegó septiembre, y con el se fue su abuelo, después de tantos años de casa al hospital.

Llega a casa, aun con el traje negro del funeral, las gafas de sol en la cabeza y la maleta a rastras.

Un mes sin venir al trabajo, sin salir a penas del hospital, sin ver a su niña. Y justo hoy llegan.

-¿Aitana?-oye la voz de Cepeda y se gira-

-¿Ya estais aquí?, la niña

-Esta con una amiga, ahora vendrá, estaba a punto de llamarte, ¿Todo bien?

Aitana niega y el simplemente la abraza con todas sus fuerzas, entendiendo lo que ha pasado, y ella deja por fin de hacerse la dura y estalla en llanto.

-Lo siento joder

-Ya está

-¿Que tal todos?

-Bueno, nos lo esperábamos pero siempre es duro, ahora se lo tendré que decir a Lucía, suerte que lo vio antes de irse

-Me quedo, no quiero que lo hagas sola

-Da igual Luis, estos años lo he hecho sola

-Pero ahora ya estoy aquí, contigo

Ella asiente rendida y se va a sentar al sofá con una copa de vino y un cigarro.

-Nunca había fumado dentro, lo odio, pero hoy no tengo fuerzas

-Ya abrimos todo, aun hace calor

-¿Que tal vosotros? Te veo moreno

-Muy bien, Lu ha hecho hasta amigas

-Vaya hombre, ahora querrá ir todos los años

-Podemos ir los tres la siguiente vez

-No te diría que no sin pensarmelo

Luis sonríe y al poco oyen la puerta y Lucía entra corriendo a abrazar a su madre, con el tiempo justo de apagar y esconder el cigarro.

-Mi amor, ¿que tal?

-Genial mamá, te tengo que contar tantas cosas

-Esta noche hablamos todo lo que quieras, ¿las mates?

-Aprueba seguro-dice Cepeda ante el guiño de su hija-

-¿Y tu mamá? tienes los ojos raros

-Cariño, vengo de Barcelona, de hecho llevo allí todo el mes, el abuelo se volvió a poner malito y bueno, ayer se fue-le dice trasmitiéndole la mayor calma posible-

La niña se abraza a su madre y las dos se bañan en lágrimas, incluso a Luis se le escapa alguna de verlas así.

Y un rato después Lucia se queda dormida sobre el regazo de su madre, cansada de llorar y del largo viaje.

-¿La subo a la cama?

-¿Podrás?

-Si podía contigo, hasta embarazada, como para no poder con ella

-¿Me estas llamando gorda?

-Si, en tus sueños, ahora vengo


Ella los mira desde el sofá, sintiéndose afortunada de lo que tiene, de su niña, y de que ella tenga el padre que merece, por fin.

Se levanta a preparar algo de picar y coge un par de copas de vino para llevarlas al jardín.

Al poco sale él, con una sonrisa al ver lo que la catalana ha preparado para ellos, espera.

Se sienta a su lado y los dos charlan un poco de sus aventuras por New York, con viaje a la playa a Los Angeles incluido. 

El día en el que la lluvia dejó de arderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora