Capítulo 28- Por fin

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Por fin viste a su hijo con algo más que un body. Le pone un conjunto de punto azul que le regaló su tia Ana, ya tiene tres semanas y abre más los ojitos, aunque en seguida se vuelve a dormir.

Lo envuelve en una mantita y lo coge con mimo.

Mira a Luis y se sonríen.

-Por fin

-Por fin

Después de un pequeño trayecto de vuelta a casa, nunca habían visto a Luis conducir tan lento y con tanta cautela como ese día, entran a casa donde están Ester y su familia, con Roi, la hermana de Cepeda, y los padres de Aitana, y obviamente Lucia.

Todos lo conocían, a través de un espejo, y se morían de ilusión por verlo.

Unas horas después cada cual se va a su casa, y el pequeño demanda su toma.

-Vamos a hacer la cena yo y el papa Aitana

-Gracias mama

Se sienta en el sofa con el pequeño y Lucia a su lado.

Luis la observa orgulloso, de lo automático que le sale, con el miedo que le daba al principio, y los dolores que ha pasado.

-Mejor me voy

-Nos vemos-le dice Aitana con una sonrisa-

El le da un beso a Lucia y acaricia el moflete del pequeño que no para de comer, y se va. Sintiéndose parecido a cuando se fue hace tantos años. Aunque sepa que volverá, de visita.

-¿No se ha quedado a cenar Cepeda?

-Debe tener ganas de estar solo

-Claro, Lucia venga a poner la mesa cariño


Una semana después sus padres se han ido, Luis ha pasado a ver al niño un ratito cada día y su niña esta de exámenes. Y ella se encuentra casi perfecta de la cesárea. Aunque sus ratos de agobio y llorar no se los quita nadie.

Se desenreda el pelo con la toalla envuelta en el cuerpo y mirando de reojo a su bebé que duerme en la hamaca en la puerta del baño.

Al sonar el timbre lo coge y baja a abrir a Luis.

-Gracias por venir antes, no me arreglo tranquila si no

-Nada hombre, ven aquí pequeñín-dice cogiendo a Mateo-

-El pediatra es en una hora, ¿lo vistes tu?

-Claro

-Te he dejado la ropita en su cambiador, no improvises

-Que graciosa


Lo viste y al salir de la habitación del pequeño que ya lleva un poquito llorando truca en la habitación de Aitana.

-Pasa

-Es que tiene hambre

-Voy

Sale del vestidor en ropa interior y coge al niño para sentarse en la cama.

-¿Ya no te duele?

-No, lo llevamos bien

-¿Te puedo preguntar una cosa?

-Verás

-¿Se siente lo mismo al darle el pecho que cuando ya sabes?

-Luis por favor, claro que no

-Vale vale, tenía curiosidad

-Ves mientras a preparar la bolsa del carro anda

-Voy

Todo va genial, el niño va engordando y creciendo, se le ha caído el cordón umbilical y ya le pueden dar bañitos. Todo genial. Aunque entre ellos la cosa vuelva a estar un poco tensa.

-¿Que tal las noches? ¿Duerme más?
-Si, bueno se despierta alguna vez y si le doy biberón menos
-Encima sola vaya mierda

Aitana le mira y ve en eso una pulla perfecta.

-Luis lo hemos hablado mil veces, no vamos a irlo cambiando de casa tan pequeño
-Ya lo se, yo tampoco quiero eso, ahora mismo te necesita más a ti que a mi
-Vamos a casa, le damos el baño y así dormirá un rato y te puedes ir a casa, vendrá mi tía Ana a conocer a Mateo
-Vale

Lo acuesta en su cunita después de darle el pecho, con su pijamita y ese olor a crema de bebé.

Bajan al salón y le ofrece una cerveza sin alcohol a Luis en el jardín.

-Vamos a ir en Semana Santa a Barcelona, el día que le den fiesta a Lu hasta el día de pascua, ella quiere estar con sus amigos de allí y eso y a mi también me apetece estar con mi familia, que conozcan a Mateo y mis amigas también
-Me parece bien
-¿Si?
-Los echaré de menos, sobretodo a Mateo que no puedo hablar con él por teléfono, pero bueno
-Ya te hará Lu videollamadas
-¿Iréis en AVE o si quieres os llevo?
-Tranquilo ya puedo conducir y me sé ese camino de memoria, pero gracias
-Nada, me voy a casa
-Hasta mañana Luis

La mira desde dentro y la ve tan guapa, con el sol en su piel tan clara del invierno, su pelo brillante. Y a la vez siente rabia, entiende que vayan, no es para tanto, pero por mucho que no puedan hacerlo mejor de lo que lo están haciendo echa de menos estar al cien por cien con sus hijos, pero la única manera de eso en unos padres es estar juntos, y esa opción ni se contempla.

El día en el que la lluvia dejó de arderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora