Capítulo 25- Mateo

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Aitana se despierta con una contracción un poco fuerte. Mira la máquina que se las controla por la noche y ve que está dentro de lo normal de estos días. Llevan una semana aquí y desde ayer se encuentra un poco rara.

Mira a Luis, que duerme en el sofá plácidamente.
Pero la enfermera entra y lo despierta al levantar la persiana y darles los buenos días.

-Aitana tenemos los resultados de ayer y de hoy no pasa la cesárea, estás un poco dilatada pero el bebé está al revés y no tiene pinta de moverse, y al ser tan pequeño no queremos arriesgarnos, pero ha engordado, con suerte con dos semanas de incubadora estará perfecto
-¿Hoy?
-Esta tarde, pasaremos después de comer a ponerte la anestesia, antes dúchate y prepárate, será muy rápido ya verás
-Vale, gracias

Sale de la habitación y Luis mira a Aitana sin decir nada.

-Hoy
-No estoy preparado
-Luis no tienes que hacer nada
-A ver voy a confesártelo me da miedo coger bebés después de tantos años

A Aitana se le escapa una carcajada y se sujeta después la barriga con una mueca de dolor.

-Idiota no me hagas reír
-Era en serio
-Es tu bebé, te saldrá solo, ademas estando en l incubadora te lo pondrán encima ellas
-Que sepas que estaré con el bebé en cuanto me dejen pero por las noches me da igual lo que diga tú madre que me quedo yo contigo
-Me parece bien

Luis sonríe sorprendido y Aitana le tiende la mano para que la ayude a levantarse.

-Ven, me voy a duchar ya que después con los nervios no se
-¿Estas mareada o algo?
-No, ven y calla

Le hace caso y se mete en el baño con ella.
Frente al espejo ella se desabrocha la bata y la deja caer al suelo.
Él admira su cuerpo, esa barriga perfecta.

-Es increíble el cuerpo de la mujer no me cansare de decirlo
-Ven

El se acerca y ella coge sus manos rodeando su cuerpo, las pone sobre su barriga bajo las de ella y cierra los ojos apoyándose en su pecho.

Es la primera vez que Luis acaricia su barriga sin ninguna tela encima, la primera vez que la ve tan desnuda en este embarazo.

El bebé se mueve sin parar y ella se relaja al contacto con el, en cambio el empresario está emocionado y desearía que este momento fuera eterno.

Un rato después le ayuda a secarse el pelo mientras ella se toca la barriga con nostalgia, y eso que aún no ha salido.

Lo mira y el ve el miedo en su mirada, y es que a pesar de lo Serena que ha estado e ilusionada este momento sabe que le da miedo, un bebé prematuro, una cesárea para separarla de su bebé unos días, tan bruscamente.

-Todo va a salir bien Aiti, en nada vamos a conocer a nuestro bebé
-Y vamos a saber que es
-Por fin, y su nombre que no me quieres decir
-Sorpresa

Vuelven a la cama y el se sienta a su lado en el colchón.

-En cuanto pueda subiré
-Tienes que estar con el, haz él piel con piel
-Si, pero me han dicho que a partir de las nueve ya no se puede entrar hasta por la mañana
-No te preocupes por mi, estarán mis padres, Lucia, Ester, ademas ahora solo me importa el bebé
-Estoy muy orgulloso de ti
-Dame un abrazo

La abraza como puede con la barriga y a ambos se les cae alguna lágrima.

-Aitana, ¿estás lista?-le pregunta el celador desde la puerta-
-Si, estoy lista-dice mirando a Luis en la última frase-

-Te quiero-le dice casi inaudible mente cuando le da un beso en la mejilla Justo antes de que se la lleven-

Se queda solo y piensa en por qué le ha dicho eso, la quiere, de muchas formas, pero la quiere, como amigo, como compañero, como padre de sus hijos, y sobre todo, sabe que la quiere como se quiere a la persona con la que quieres compartir su vida, aunque eso no se atreva a decirlo, aunque se piense que él a ella no.

Y mientras el se sienta en ese sofá con las manos en la cabeza nerviosa ella sonríe de camino al quirófano, está tranquila, y eso que le ha dicho no sabe por qué pero le ha tranquilizado más aún.
Sabe que va a estar aquí, con ella, y no solo por el bebé, por los dos.

Horas después, muchos paseos por el pasillo de arriba a abajo de los nervios, casi sin hablar con ninguno de los familiares que esperan en la salita, y algún que otro café después, Luis llora emocionado al oír que todo a salido bien, Justo después de escuchar el llanto de su bebé tras esa puerta de quirófano.

Unos cuantos abrazos después por fin puede entrar a conocer a su bebé.

Va directo a su incubadora. Y lee la etiqueta, Mateo Cepeda Ocaña.
Sonríe como un tonto, un niño, y un Cepeda, para su sorpresa, ya que él está de acuerdo en que el apellido de la madre tendría que ir primero, pero el tema de la empresa y el heredarla conlleva que tengan que llevar su apellido, y que Aitana por su cuenta le haya puesto el suyo primero le hace muy feliz, y más ese nombre, como iban a llamar a Lucia.

Lo mira y no puede parar de llorar emocionado. Es muy pequeñito, está rosa, y ya ve que es igual que el, pero con la misma nariz de ratón que tiene sí madre y su hermana.
Le dejan cogerlo y hacer un rato piel con piel. Aún no se puede creer que ya lo tenga en sus brazos.

Le pasa alguna foto a Aitana y al grupo que han hecho para el nacimiento con familia y amigos.
Y unas horas después le da un besito de buenas noches antes de subir a ver a la mamá.
Tranquilo tras conocer a las enfermeras que son adorables.

Entra a la habitación y ya sólo quedaban sus padres y Lucia. Cuando se van se sienta en el sillón al lado de Aitana y la mira sonriendo.
Pero aunque ella sonría la ve peor de lo que esperaba, la ve muy débil.

-No te enfades vale
-¿Que?
-Fue un poco más complicado de lo que te dijeron, perdí bastante sangre y me mareé mucho, pero estoy bien, un poco débil, no quería que te preocuparan y les dije que después te informarían
-Aitana joder
-¿Ha llorado mucho?
-Nada, es un angelito, tan pequeñito
-Casi no lo he visto
-Mañana te dejarán bajar por la tarde en silla de ruedas si estás mejor
-Si

Le da la mano y ella sonríe cerrando los ojos.

-Estoy muy cansada
-Duérmete

En cuanto la ve muy dormida sale a hablar con la doctora y se lleva las manos a la cabeza cuando le cuenta todo. Ya está bien, pero fue más complicado de lo que esperaban y está bastante débil, pero nada que mucha ayuda y reposo no solucionen. También le dicen que le han puesto medicación para que duerma tranquila y esté relajada, ya que es dura la separación del bebé nada más nacer.

Vuelve a la habitación y la mira dormir. Esta preciosa aún con todo lo que ha pasado esta tarde. Y se muere de ganas de verla con su bebé.
Le da un beso en la mano y se duerme así.

El día en el que la lluvia dejó de arderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora