Capítulo 10- El muro

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Se pinta los labios granates antes de ponerse las gafas de sol gigantes, y vuelve a echarse colonia y comprobar que lleva bien los tirabuzones.

Ahora es completamente rubia, salvo la raíz, bien difuminada, sobre todo en el flequillo.

Ha cambiado sus trajes elegantes de trabajar por vestidos ajustados y tacones mas altos.

Mira a su hija que está en el sofá sentada y su sorpresa es ver a su lado a Cepeda.

Casi un mes ha pasado, pasaron juntos el cumpleaños de Lucía, una comida y poco más, ya que en seguida llegaron sus amigas a modo de salvación.

-Aitana, ¿podemos hablar?

-Llego tarde

-Quiero que Lucía venga conmigo al viaje a New York

Se saca las gafas de sol y lo mira fijamente.

-Sería un mes, para practicar ingles, yo le daría las clases de mates, tengo que ir a cerrar unas cosas de la empresa de allí

 -Lucia, ¿tu quieres ir?

-Si, si te parece bien

-Vale, ves

Se vuelve a poner las gafas y sale dando un portazo.

-La que me va a caer después-dice Lucía sentándose en el sofá de nuevo-

-Después subiré a hablar con ella a su despacho, demasiado fácil me ha parecido

-Creo que esta conociendo a alguien

Luis asiente nervioso y le da un beso a la niña antes de irse.


Al poco rato entra a su despacho y se la encuentra fumando por la ventana, le ha copiado la táctica.

-Que quieres

-¿Ya no subes a fumar arriba?

-No tengo tiempo que perder

-Ya

Lo mira y el también, la verdad que ni se acuerda a lo que iba, ese vestido de cuero negro, los tacones estilizando sus piernas morenas, el pintalabios rojo manchando el cigarro, su pelo rubio.

-Que que quieres

-Aitana si no te parece bien el viaje

-Eres su padre, supongo que la cuidarás bien, además tengo que irme a Barcelona, Lorien y Ester podrán continuar y yo iré viniendo, ya he acabado los bocetos

-¿A Barcelona?

-Mi abuelo, está en el hospital, otra vez, y no quiero que Lucía lo sepa

-Joder, lo siento, ¿está muy mayor?

-Pues hombre, tiene noventa años Luis

-¿Estas bien?

-Ya estoy acostumbrada, no quiero que mi padre duerma tanto en esa silla de hospital, todos tienen que trabajar y yo me puedo permitir faltar

-Claro, tu organízate como puedas, y si necesitas unos días dimelo

-Gracias

-Pero Aitana y si nos vamos y...

-Mejor, no quiero que viva eso, aun es pequeña, y no es agradable, es su bisabuelo, no es como si fuera su abuelo o no se

-Se enfadaría

-Luis, soy su madre, y quiero evitarle eso

-Lo entiendo, organizaré el viaje pues, pero no me hace gracia que te quedes sola

-Sola no, estaré con mi familia

Luis asiente, tomándose eso como una puñalada.


Unos dias después...

-Ester es que nunca se ha ido tanto tiempo, ni siquiera cuando se iba a Barcelona con mis padres, los findes iba a verla

-Le irá bien, y a Luis, bueno, y a ti, ¿que tal con Marc?

-Bien, es mono, pero va muy rápido tia, y no le he dicho ni que tengo una hija

-Tia Aitana

-Mi intención no era una relación seria 

-Ya...


-Mamá

-Cariño, ¿ya te vas?

-Viene papá a buscarme ahora

-Ten cuidado eh, y aprende mucho, y disfruta, y acuérdate que en cuanto llegues tienes el examen de mates

-Si mamá, tranquila

Se abrazan y mientras Ester va a abrir la puerta.

Luis entra y se queda mirándolas enternecido. Se siente un poco egoísta.

Lucía va a despedirse de Ester y Luis se acerca a Aitana.

-Cuidala mucho porfavor

-No te preocupes, y si necesitas algo volveremos Aitana

-No, yo estaré bien, gracias por no decirle nada

El la abraza y ella le corresponde, destruyendo un poquito el muro que ha levantado entre ellos desde que volvió de Ibiza.


Os leo...

El día en el que la lluvia dejó de arderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora