The Lucky Ones [EUNHAE]

15. Nuestra vida

Donghae, provenía de una familia de campo. Dejaron todo en su pueblo natal para empezar una vida mejor en el centro del país; la idea de un negocio emprendedor los puso en la calle, pues la apuesta siempre fue un 50% de éxito y un 50% fracaso, al final, el segundo fue el predominante.

Aún así, sus padres se las arreglaron para salir adelante y brindarle todo lo que pudieron: una casa, comida y educación. Mantenía una vida normal, incluso feliz, no tenía ningún lujo, pero sí lo suficiente para estar bien. Un día, cinco años después de la mudanza, el cáncer atacó a su padre. Los tiempos que le siguieron a aquella noticia fueron aún más difíciles, el tratamiento se volvió más costoso conforme avanzó la enfermedad hasta que el señor Lee decidió dejar de pagarla. Finalmente ya no tenía cura, la única razón para seguir medicado era soportar vivir unos meses más en las condiciones deplorables que, para ese entonces, lo había sumergido la enfermedad. Al final, ya no valía la pena.

Todos en la familia estuvieron de acuerdo, no podían hacer nada más, sólo su padre podía tomar la decisión de morir o no, porque sólo él sabía cómo se sentía. Cuando finalmente falleció, los gastos funerarios ocuparon una suma mucho más grande de lo previsto y aun así lograron salir adelante. Donghae jamás supo cómo fue que sobrevivió a todos esos problemas y logró graduarse con las mejores calificaciones en la escuela, supuso por mucho tiempo que lo hizo simplemente porque todos le dijeron lo que tenía que hacer: seguir. ¿A quién le importaba si no se sentía bien?

Aun cuando continuó, jamás tuvo el permiso de albergar sueños demasiado ambiciosos, nunca tuvo tiempo de nada más que de estudiar, trabajar y resistir. Conforme avanzó el tiempo, él y su madre retomaron el estilo de vida que tenían antes de que su padre enfermara, si bien no era el mejor, al menos nos les hacía falta nada de lo indispensable y su madre se veía mucho más tranquila, a pesar de lo mucho que extrañaban a su padre.

Seohyun provenía de una familia adinerada, sin embargo, quedó huérfana a causa de un fatídico accidente automovilístico. Después de aquel día, difuso en su memoria, se fue a vivir con unos tíos. Ellos la aceptaron sin más y le ofrecieron todas las comodidades, nunca le hizo falta nada. Sus tíos no eran malas personas y la trataban bien, pero había cierta indiferencia hacia ella que la hacía sentir invisible. Se sentía como parte de la decoración, un mueble adquirido en una oferta y que por lo tanto no pudieron devolver; por varios años trató de acostumbrarse, nunca lo logró. Un día en medio de una reunión familiar, de la que cada vez se sentía menos parte, escuchó que sus tíos querían un bebé para formar una familia real, fue hasta ese instante que lo supo: lo mejor para todos sería marcharse de esa casa, agradecer los favores y no regresar jamás.

Días antes de cumplir la mayoría de edad, sus tíos informaron sobre la existencia de una herencia. Gran parte de ella había sido utilizada para pagar todos sus gastos, de modo que en ese momento, la suma de dinero que le sería otorgada era muy pequeña, pero lo suficiente para poder independizarse. Ya después se haría cargo del resto.

El día que conoció a Donghae, el castaño estaba sentado en las escaleras del patio del instituto, perdido en sus pensamientos, Seohyun tropezó con él y derramó sobre su cabeza el jugo que llevaba en la mano, entonces él comenzó a llorar. Seo estaba muy asustada, se sentía muy mal por lo que había sucedido, se disculpó un millón de veces pero con ninguna logró consolarlo, el castaño seguía derramando lágrimas. Cuando notó que no pararía de llorar, Seohyun se le unió: era un gran pretexto para sentirse miserable, para llorar todo lo que no había podido en el funeral, el día después, o el resto de las semanas, al verse sola. Ese día perdieron varias clases, un profesor los encontró en medio de un silencio abrumador, que los envolvió cuando ninguno de los dos tuvo más lágrimas en los ojos, sin obtener una explicación lo único que pudo hacer fue darles un castigo y los envió a ordenar los libros de la biblioteca.