La escena es un gran salón con una mesa redonda. Salvo por los aspirantes, el único color en todas partes es el blanco, al punto que ni siquiera se puede notar el acceso por el que entraron. Los siete están sentados uno al lado del otro esperando algo, sin saber exactamente qué.
— ¿Entonces, que pasó que interrumpieron el examen de repente? — Pregunta Geiss.
— ¿No es obvio? Vencieron a Infinia. — Afirma Delma.
— Más bien, Gail la ejecutó violentamente. — Añade Amity.
El grupo le clava miradas de reproche al aludido.
— ¿Qué? Sólo hice lo que tenía que hacer. Habría esperado un poco más pero éstos dos lo arruinaron por completo.
— Tampoco es para tanto. — Asegura Delma. — Tuve tiempo de sobra.
— ¿Analizaste el arma que encontramos? — Le pregunta Makarova.
— Sí, exactamente eso hice.
— ¡Un momento! — Dice Amity — ¿Qué nadie va a preguntar si Infinia se encuentra bien?
— Incluso si hubiese muerto, no es relevante. — Replica Gail.
— ¿Cómo que no? — Le responde Amity con evidente enfado.
— Viene implícito en su título. Crono - Fénix, significa que aún si la hubiese matado puede regenerarse. ¿El huevo de tiempo que vimos? Eso lo confirma.
Tranquila, se va a poner bien enseguida.
— Si, supuse lo mismo cuando lo ví. — Dice Elliot.
— Hay algo más. — Dice Amity. — No creo que matarla haya sido lo correcto. Verán, ella me dijo que le estaban robando algo.
— Tiempo — interrumpe Visa. — Le esstaban robando tiempo.
— Siendo ella una encarnación del concepto del tiempo, eso tiene sentido. — Comenta Elliot. — ¿Cómo lo supiste?
— Me infiltré en una operación militar. — Dice la serpiente. — Esstaban usando armas sospechosas, demassiado avanzadas para la época. Me cosstó, pero logré aisslar a un oficial superior para interrogarlo. Según me dijo, había un dispositivo que hacía que algunas armass avancen en el tiempo, pero retrocedía otrass.
— ¡¿Cómo!? — Pregunta Geiss sorprendido. — O sea... Por ejemplo, una pistola podría volverse un cañón de riel de mano, o alternativamente, retroceder y convertirse en un fuego artificial del periodo Edo. ¿O me equivoco?
— No, no te equivocass. Según me explicó, más o menoss así es cómo funciona.
La conversación es interrumpida por el leve ronroneo que emite la puerta automática al abrirse. Todos voltean para ver a Infinia, en su forma disfrazada, haciendo acto de presencia. No hay un sólo rastro de rencor en su mirada, de hecho, se la ve llena de gozo.
— !Señora Infinia! — Amity casi salta de su asiento por la emoción.
— Señorita Apfel, le pido que por favor se quede en su asiento. — Dice la cronofénix. — Aunque gracias por preocuparse.
Luego, ésta mira al grupo.
— Estuve escuchando su conversación. No la quiero interrumpir, sigan. ¿Quién sabe algo más del arma de tiempo?
— Yo. — Dice Delma, levantando la mano.
— Adelante, hablanos de ella.
— Bueno, primero quiero decir que aún tengo dudas, ésto es sólo una hipótesis. De haber tenido más tiempo, habría verificado el resto del laboratorio. En fin, empezando con la historia, nos encontramos con que Lachesis Biochem & Pharma desarrolla un dispositivo de generación de taquiones. Fallan en sus primeros intentos, hay que recordar que se trata de tecnología bastante antigua. Pero hay algo de éstos dispositivos que funciona y los lleva por buen camino. Ahí acaba mi conjetura y empiezan los hechos. Uno de los líderes de la compañía un día toma su prototipo más funcional a la fecha y decide utilizar la iluminación de su edificio para probar las propiedades del dispositivo. El resultado es un subidón de electricidad que rompe todos los focos y congela en el tiempo los huesos de los empleados del lugar.
— ¿Esa no es una explicación un poco rebuscada? ¿Cómo es que la congelación no afectó a los músculos y demás tejido también? — Pregunta Infinia con curiosidad por saber si Delma tenía pensada una respuesta.
— Calculo que tendrá alguna relación con las longitudes de onda, cómo los rayos equis. Más allá de eso, ésto es sólo la suposición más fiable que se me pudo ocurrir.
— Pues estás bastante cerca, si quieres luego te pongo al día con la respuesta. Continúa.
— Gracias. — Dice Delma antes de reanudar su explicación. — Luego el sujeto se para en el portón del garaje, cerca del centro del mismo. Ahora, aquí hay una superposición temporal, en una línea, él no modifica el arma, si no que consigue fondos del ejército para seguir desarrollandola, y eso hace que su compañía despegue, al punto que sigue siendo una tecnológica puntera siglos en el futuro. En otra, que es en la que nos encontramos, él decide modificar el arma en el momento y dispararla, pensando que, al invertir la polaridad, puede enviar a su empresa al futuro. El arma se sobrecarga, y aunque efectivamente tiene el efecto deseado, véase, la cámara de estasis con el tiranotitan cyborg, el arma inmediatamente después se sobrecalienta. El la suelta y el arma gira sobre su eje vertical, disparando una ráfaga de arriba hacia abajo. El efecto es la oxidación del portón y, aparentemente, la desintegración de nuestro supuesto ejecutivo.
— ¿Aparentemente? — Pregunta Infinia.
— No dejó rastros. En fin, la única duda que queda es como fue que no ocurrió ninguna paradoja, la respuesta es usted.
— ¿Yo? Explique para que se entienda.
— Usted misma dijo que el tiempo que utilizan estas máquinas es un robo hacia usted, pero no pasa lo mismo con todas las máquinas del tiempo que se mueven en su esfera de influencia.
— Cierto, continúa. — Dice Infinia.
— Es decir, que estas máquinas en específico de alguna forma extraen energía directamente de usted. Y debido a su autoridad sobre el tiempo, usted es invulnerable a las paradojas, es sentido común. Por lo tanto infiero que éstas armas tienen la misma propiedad.
— Excelente, una de las mejores tareas de investigación que he visto, sin duda. Señorita Makarova ¿Tiene algo que añadir?
— Nada, — responde la aludida. — Salvo detalles técnicos relacionados a la máquina de estasis. En resumen llegué a la conclusión de que había una criatura del periodo cretácico almacenada dentro debido a las características del hardware. Y a que había unas fórmulas en un cuaderno que explicaban cómo contrarrestar las diferencias entre el aire de la tierra en los periodos cretácico y moderno. De hecho, creo que esto último aportó más que lo anterior.
— Muy buen trabajo. Pasemos al siguiente punto. Señorita Apfel ¿Puede explicarme cómo hizo lo que sea que haya hecho para librarse de mí?
— Le agradecería que usted me explicara el truco que usó conmigo primero. — Le responde la aludida.
— Los mejores trucos suelen ser los más simples. Simplemente hice que mi ataque ocurriese antes que mis intenciones de efectuar el propio ataque.
— O sea que indujo una paradoja en sí misma, que interesante. — Le dice Amity a la cronofenix. — Está bien, yo hice algo bastante más elaborado, pero en resumen utilicé mi control sobre la luz para crear la ilusión de Elliot viniendo al rescate. Luego lo utilicé para volverme transparente, y a la vez, utilicé mi poder empático para hacerle creer a su sentido del tacto que ya no estaba ahí.
— ¿Y todo eso se le ocurrió en el momento? — Pregunta admirada Infinia.
— De hecho es una de mis maniobras clásicas. — Explica Amity — Tengo ocho hermanos mayores, peleábamos todo el rato, nada grave, pero a veces hacía falta saber cómo escapar.
— Usas la adversidad para fortalecerte, eso me agrada. Bueno, pasemos a los hombres ¿Quieren? — Dice antes de clavar su mirada en Paul. — Paul Theodore Geiss, seré honesta contigo, de cien miembros del comité evaluador, noventa y nueve ya han calificado tu actuación entre "lamentable" y "a penas bien". Tu promedio en puntaje es de setenta y cuatro puntos. Necesitas un cien cómo sea. Y adivina quién es la última miembro del comité evaluador en puntuar tu examen.
— ¿Tú?
— Sí, a ver, quiero que defiendas tu toma de decisiones. Hazlo bien, y te daré tu cien. Hazlo mal, y tendrás que regresar a casa.
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El Protectorado del Multiverso
Ciencia FicciónEn el más alto sistema de justicia, seres extraordinarios de todas las formas de vida conocidas cooperan para traer la paz a todos los universos. Elliot Onion, oriundo del territorio de Lightwhere, hará lo posible para demostrar que está a la altura...