Dentro de mi cabeza se inicia un partido de baloncesto con jugadores incompetentes, botes y gritos internos que resuenan y me golpean el encéfalo cuando escucho la confesión de Soobin.
—¿Realmente?
El de cabellos negros asiente por enésima vez en el día, aún cuando parece fastidiado de hacerlo.
—No te creo.
—Me da igual. —Con un mohín de disgusto, le resta importancia a mi comentario escéptico, mientras retira la mirada despreocupado y deja caer los hombros.
—¿Usaron condón? —vuelvo a cuestionar, logrando en esta ocasión sacarle una risa nerviosa, misma que me hace imitarlo.
—No. —Después de decirlo y aparentemente meditar la respuesta, abre exageradamente los ojos, llevándose consigo un golpe de mi parte—. Espera... sí —afirma de regreso cubriéndose el pecho con los brazos—. Ahora que lo recuerdo, sí. ¿Me tomas por un irresponsable?
—Uff, menos mal, campeón. De ti puedo esperar cualquier cosa.
—Ya —pide casi en una queja, escondiéndose tras mío—, no hablemos de eso. Mejor dime, Dalyn me contó que tus padres te llamaron ayer. ¿Quieren que vayas acaso? —niego tan pronto termina de preguntar y retornar a su posición habitual—. ¿No los extrañas?
—Ya me acostumbré a vivir sola.
—¿Esperando la muerte? —Mis manos suben automáticamente a golpearle los brazos por segunda vez—. ¡Bromita! ¿Qué hay de Kunkun?
—Ni lo menciones. ¿Me acompañarás a traer mis provisiones si o no? —pregunto brevemente a la vez que separo algunas hojas secas de mi falda antes de levantarme.
—Ya te dije, voy a estar ocupado.
—Usa tus protecciones a conciencia —canturreo con mofo. Ahora sé porque ha pasado los últimos días "en aprietos".
—¿Me vas a guardar tus golosinas?
—Sólo si haces algo para merecerlas —contesto parándome de una vez.
—¿Te parece si lo arreglamos el lunes?
—¿No estarás adolorido?—río despeinando su cabello, recibiendo una mirada de molestia como agradecimiento.
—¡Ve con cuidado!
La caminata hacia "delivark" —lugar donde recojo las provisiones de cada mes— es un poco pesada, salvo por el clima; que por cierto ha sido el mejor de la semana, y la distancia; pues no tiene mucho tiempo del colegio. Sin contar aquello, es malo. Mis pies me están matando. Hoy fue día de deportes y me sacaron el sucio en la cancha de fútbol, además mi teléfono se descargó y no puedo escuchar música para relajarme siquiera.
—¡Señora Park! —grito una vez que entro en el recinto.
—Hola, pequeña. —De las oscuras sombras de la puerta doce, sale la dulce anciana saludando con amabilidad—. ¿Vienes por tus cosas?
Mi vista recorre el lugar, luego de asentir felizmente, deteniéndose de golpe al ver a un solitario foráneo de cabello negro, ceño fruncido y piel pálida sentado en una banca. Me acerco a la mayor que se toma la paciencia de colocarse los anteojos.
—¿Quién es?
—No lo sé —responde en un susurro—. Está aquí desde hace dos horas. Me preguntó si habría alguna posibilidad de que lo devolviera de donde vino, le expliqué que aquí solo se mandan y reciben paquetes, pero creo que no me entendió, y no tuve corazón para pedirle que se marchara.
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Pαrιsh Pυmρ ≫ C.Ψ.J
Fanfiction"Tú me enseñaste que el amor no siempre duele". Publicada : 26/08/2020 Re editada: 17/02/2022