27.

6.9K 292 55
                                    

Luisita POV

Siempre es interesante observar una sala llena de personas. Con sólo mirar el rostro de alguien, se podría identificar su edad, etnia, incluso aspectos socioeconómicos si eres muy analítico, pero más que todo, su emoción.

Las caras de todos en la sala de espera de la doctora tienen diferentes emociones: algunas nerviosas, otras emocionadas. Parejas sonriéndose entre ellas, otras ignorándose por completo. Todos aquí saben (o piensan) que van a tener un bebé y yo puedo ver quién está feliz y quién no. Me pregunto qué emoción reflejará mi cara.

Probablemente tristeza, pues estoy aquí sola. Marina no quiso venir conmigo, diciéndome que alguien tenía que cuidar a las niñas, pero sé que es porque aún está decepcionada. Está decepcionada porque no se lo he dicho a Amelia, que le he ocultado tal secreto por casi tres semanas. Me tomó horas decírselo a Marina. Tres semanas después de hacerme una prueba y enterarme de mi segundo embarazo, mi mejor amiga y mi ex lo saben, pero mi novia, la mujer que más amo, no.

Ella dijo que no quiere que nada cambie entre nosotras. Pensé que se lo iba a decir esa misma noche que se lo dije a Emma, pero no pude. No después de que dijo que no quiere que nada cambie entre nosotras. Eso lo resolvía para mí. Posponer la noticia tanto como podía hasta tomar mi decisión sobre el embarazo, pero no pude. Ella me ama. Amelia me ama.

Yo por supuesto quiero estar segura de estar embarazada antes de decirle a mi novia. No puedo revelar algo tan grande como eso para después darnos cuenta de que las cuatro pruebas caseras que me hice estaban mal. Pero eso no sería común. Es decir, ¿cuatro pruebas? Cuatro pruebas positivas. Sin duda estoy embarazada, pero aún necesito esa confirmación, ese golpe de realidad.

Supongo que si alguien aquí estuviera analizando mis emociones como yo lo hice con ellos, verían nervios, pero verían que estoy bien. Todo embarazo siempre va a originar nervios, y, a pesar de que es la segunda vez que voy a pasar por este proceso de reunirme con mi obstetra, por supuesto que estaría nerviosa. Por la salud del bebé, por Amelia, por la reacción de mi cuerpo al embarazo de nuevo, por Luna. Sola en la oficina de la doctora eso es todo en lo que puedo pensar.

— ¿Luisa Gómez? —Aparto la mirada de una joven visiblemente nerviosa que está sentada junto a su entusiasmado novio hacia una cara familiar. Se asoma por una de las puertas con una sonrisa cálida que devuelvo con una felicidad similar antes de levantarme y caminar con ella. Me pregunto si Amelia compartiría un entusiasmo igual al del joven de allá afuera—. Un gusto verte de nuevo, Luisa. ¿Cómo va todo? —Empieza la doctora Garrido.

— Muy bien, gracias. ¿Y usted? Han pasado cinco años desde que nos vimos por última vez.

— Bueno, ves que sigo en una profesión que amo, así que no me quejo. —Responde con una leve risita. Ella siempre ha amado su trabajo—. Bueno, vamos a ver, Luisa. Este es tu segundo embarazo, 5 años de diferencia del primero. ¿Hay algo que ya sientes que es diferente del primero?

— Esta vez no he tenido nauseas mañaneras, afortunadamente, pero estoy de mal humor todo el rato y mucho más sensible, con todo, comparado a mi primer embarazo. También continúo teniendo mi menstruación, así que esperaba que pudiera revisar eso y decirme que no tengo nada de lo que preocuparme.

— Seguir teniendo tu período durante el embarazo es poco común, pero no es imposible. Tampoco va a durar mucho, de pronto sólo el primer par de meses. Túmbate aquí, vamos a revisarte. —Instruye, señalando la mesa de examen.

Después de varias pruebas bastante incómodas para asegurarnos de que no tengo que preocuparme por el sangrado, me da instrucciones de bajarme los vaqueros a la cadera y subirme la camisa sobre el pecho. Tenso el abdomen anticipando el gel frío.

La Donante (en edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora