No nos quedamos mucho después de que Marina y las chicas se fueron.
El camino a su casa en el auto fue ligeramente incómodo y lleno de nervios.
La atmósfera tensa entre nosotras. Mientras conduce, los dedos de Amelia golpetean el volante de manera sistemática, no rítmica, como si tratara de calmar sus nervios. Su cuerpo irradia tanto calor como ansiedad, evidenciado por el hecho de que continúa remojándose los labios con la lengua.
Yo no estoy diferente. Estoy tan nerviosa como ella, probablemente por la misma razón: las cosas van a cambiar esta noche. Nuestra relación dará un nuevo paso.
A pesar del claro nerviosismo que compartimos, la tensión sexual forma un aire espeso a nuestro alrededor. Las dos sabemos que algo va a pasar esta noche y estamos hambrientas de ello. Tenerla concentrada en el camino me dio tiempo de apreciar la belleza de la mujer a mi lado.
No se puede negar que Amelia lució increíble esta noche, y las depredadoras miradas que le dieron otras personas en el club me confirmaron que no solo yo pensé eso. Toda la noche me concentré en sus toques, la suavidad de sus dedos y la delicadeza de su tacto. Observo su piel, sus tonificados bíceps y muslos, el provocador escote. Saber que hay algo más debajo de su ropa me recuerda que no es solo ternura lo que ella puede darme, su crudo magnetismo sexual será algo enteramente nuevo.
Mientras soy consumida por lujuria y afecto hacia ella, veo que no ha parado de golpetear el volante con sus dedos, nervios todavía evidentes. Elevo una mano y acaricio su muñeca derecha, silenciosamente animándola a que suelte el volante. Lo hace, entrelazo mi mano con la suya y la llevo a mi boca para besar suavemente la punta de sus dedos. Cada vez que nos hemos besado ha sido muy especial, pero nunca tan íntimo como este momento. Ella me ofrece una sonrisa con sus mejillas sonrojadas.
Aprovecho que está relajada y no concentrada en mí para admirarla un poco más. Cuando mis ojos caen a su entrepierna, no me da tiempo de reprenderme antes de que el auto se detenga y ella anuncie que hemos llegado. Ella suelta mi mano, sale y rodea el vehículo para abrir mi puerta, luego me guía a la entrada principal. Dios, espero que no haya notado dónde la estaba mirando.
Realmente nunca pensé en cómo sería su casa, pero estar aquí y verlo yo misma es placenteramente sorprendente. Es completamente Amelia. Está claro que ella diseñó el lugar. Es bastante grande para una sola persona y todo es moderno con un toque de retro en la decoración.
— Tu casa es hermosa, Amelia. —Le digo mientras me da un tour.
Pronto llegamos a su habitación y yo admiro cada cosa de su cuarto, esperando descubrir hasta el más mínimo detalle de su personalidad. Me suelta la mano y me da la libertad de ver fotos enmarcadas, libros y CDs que tiene por ahí.
Volteo a verla con una sonrisa en mi rostro al ver una foto de ella y quienes obviamente son su familia: sólo su madre y su hermano. Ella ya me estaba mirando a mí. Está mirando mi cuerpo, con hambre en sus ojos mientras observa mis curvas y el largo de mis piernas. De pronto me siento débil ante su mirada, pero recupero mi confianza al darme cuenta de cuánto la he afectado.
— ¿En lugar de desvestirme con tus ojos, por qué no lo haces con tus manos?
Mi tono suena casi inocente a pesar de la sugerencia. Mis ojos rogándole que haga algo.
Camino hacia ella y asumo que su silencio se debe a sus nervios. Pongo sus manos en mi cadera y acuno su mandíbula, la punta de mis dedos alcanzando su nuca.
— Está bien, Amelia. —Beso sus labios delicadamente—. Puedes tocarme, Amelia, está bien. —Cuando finalmente asiente, me doy la vuelta, dándole la oportunidad de empezar el proceso de quitarme el vestido.
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La Donante (en edición)
Hayran KurguLa hija de Luisa Gómez quiere saber quién es su "padre". ¿Cómo puede Luisa explicar que fue un donador de esperma y cómo reaccionarán a la información cuando descubra quién fue luego de buscarle? Amelia G!P (mujer intersexual) Créditos dirigidos a @...