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ˏ ˋ ꒰ ᥕᥱᥣᥴ᥆꧑ᥱ ᖯᥲᖯᥙᩛ ꒱ؘ ˊ-

Manuel estaba nervioso, y no entendía el porqué

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Manuel estaba nervioso, y no entendía el porqué. Valentín ya había estado en su casa antes, aunque, en ese momento, se sentía diferente. Martín estaba pasando la tarde en casa de su amigo Lau, así que estaba solo a la espera de que el alfa llegara para acabar el trabajo. Mentiría si dijera que aquellas magdalenas recién ordenadas descansaban sobre la mesa de centro por casualidad. Le encantó ver cómo Valentín disfrutaba de sus galletas, y quería que probara otra de sus especialidades. Cuando el timbre sonó, salió disparado hacia la puerta, tropezando con uno de los juguetes de su hermano pequeño por el camino. Antes de abrir, se detuvo frente al espejo de la entrada intentando organizar sus rebeldes rizos. Se dio por vencido justo antes de que el timbre volviera a sonar. Valentín estaba tan imponente como siempre, con unos ajustados jeans negros con rotos en las rodillas y una sudadera del mismo color, siempre fiel a sus botas de combate. Le dedicó una suave sonrisa que le aceleró el corazón, y que Manuel devolvió con una mucho más grande y brillante.

— Pasa —.

Se hizo a un lado, permitiendo que el alfa entrara a su casa. Al hacerlo, una fuerte oleada de olor a bosque le hizo suspirar. Debía comprar supresores pronto.

— Martín está celebrando el cumpleaños de un amiguito en su casa, así que estamos solos —.

— Mejor —.

Valentín habló sin pensar y, al ver los ojos abiertos como platos del omega, se apresuró a arreglarlo.

— Quiero decir, así podemos trabajar más tranquilos —.

Maldijo mentalmente. Valentín era una persona que alardeaba de tener siempre el control de las situaciones, pero todo eso se iba al traste cuando estaba con Manuel y sus irresistibles ojitos brillantes. Se sentía tímido y torpe, y él nunca fue ninguna de esas dos cosas. El filtro cerebro-boca de Valentín desaparecía cuando estaba junto al omega, y lo último que quería era espantarlo. Lo que él no sabía era que, quizá y solo quizá, aquella matización había decepcionado a Manuel.

Los chicos entraron al salón donde, al igual que el día anterior, les esperaba una mesa llena de libros. El castaño no tardó en adoptar su postura estudiosa y responsable, y se concentró en el trabajo, mientras que las palabras "estamos solos" se repetían en la cabeza de Oliva como en un viejo gramófono estropeado impidiéndole centrarse. Manuel llevaba una camisa blanca, con el último botón despasado, y unos ajustados vaqueros descoloridos; y Valentín solo podía pensar en lo que le gustaría barrer todas las hojas de la mesa con su brazo y tumbar a Manuel sobre ella, arrancarle la camisa esparciendo los botones por toda la estancia y amasar ese trasero que tan perfecto se veía bajo esos pantalones apretados.

— ¿Está bien? —

La preocupada voz de Manuel lo llevo de vuelta al mundo real.

— Claro, ¿Por qué lo dices? —. Respondió haciéndose el desentendido —.

— Estaba gruñendo —.

— ¿Gruñendo? —.

— Si, ¿En qué pensaba? —.

Valentín se lamentó, ¿por qué no podía mantener el control en presencia del omega? ¿Por qué tenía que dejar que sus instintos animales lo dominaran? Era patético.

— En nada, no te preocupes, Minie —.

Y volvió a maldecir, está vez, en voz alta.

— Mierda —.

Manuel creía no haber oído bien.

— ¿Acaba de... acaba de llamarme Minie? —. Pregunto entre asombrado y divertido —.

— No —.

— ¡Si lo ha hecho! —. Exclamo risueño —.

Realmente, Valentín era un idiota.

— Yo... lo siento. Ha sido sin querer, no quería hacerte sentir incómodo. Antes estaba pensando en ti, y así es como me refiero a ti en mi... —.

Mierda.

Él se calló, Manuel se calló, en aquel momento sentía como si todo el maldito vecindario se hubiera callado. No estaba acostumbrado a hablar con personas que no fueran Daniel, y con él no tenía que cuidar sus palabras. Definitivamente, con Manuel debía empezar a hacerlo si no quería seguir cavando su propia tumba.

Cuando lo miró, el omega estaba sonrojado hasta las orejas, y había apartado la mirada avergonzado. El mayor no comprendía cómo podía ser tan adorable, y él tan imbécil.

— Lo siento Manuel. Soy un idiota, no quería molestarte... —.

— Minie esta bien —. Interrumpió el castaño muy avergonzado —.

— ¿Cómo? —

— Puede llamarme Minie si usted quiere —.

Valentín sonrió, preguntándose qué había hecho él para merecer estar hablando con una dulzura como Manuel. Debió ser algo muy bueno.

— Entonces te llamare Minie si tú me llamas solo Valentín —.

Manuel ladeó la cabeza y frunció el ceño con confusión.

— ¿Solo Valentín? —. Preguntó, como si aquello fuera algo inconcebible —.

— Si, solo Valentín —.

El menor pareció pensarlo por un momento antes de asentir sonriente.

— ¿Esto nos convierte en amigos? —.

Oliva no sabía qué decir, Manuel parecía tan ilusionado. Aquel chico, definitivamente, era de otro mundo. Él solo tenía un amigo y Manuel parecía llevarse bien con todo el instituto. A él nadie le hablaba, nadie se le acercaba, pero el omega de sus sueños, el chico del que estaba perdidamente enamorado, quería ser su amigo. Aquello era mucho más de lo que podía pedir.

— Claro, somos amigos —.

— ¡Genial! —.

El omega dio una palmada y un pequeño salto en su sitio, antes de abrazar al mayor. Un contacto rápido y breve, algo que había sido tan natural como el respirar para Manuel pero que había dejado a Valentín pegado a la silla.

— Lo siento, a veces soy demasiado cariñoso... —. Se disculpó al darse cuenta de la parálisis del alfa —.

Era verdad, a él le gustaba abrazar a sus amigos, y Oliva era uno de ellos. No importaba que pensara que era un alfa tremendamente guapo, ni que su corazón se acelerase con su presencia, ni que, al abrazarlo, hubiera sentido como si un millón de mariposas revolotearan en su interior.

— No, no importa. Será mejor que acabemos el trabajo de una vez —. Respondió sintiéndose avergonzado por primera vez en toda su vida —.

Solo rezaba porque sus mejillas no estuvieran tan rojas como las sentía.

Los dos chicos terminaron el trabajo en un tiempo récord, a decir verdad. Pero es que Manuel Vainstein era una de las personas más inteligentes y trabajadoras que Oliva había conocido jamás. Lo bueno, era que había perdido el miedo a no volver a hablarle más una vez terminada la tarea. Al fin y al cabo, ahora eran amigos.

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Los comentarios de la obra original de "Intocable" no tienen precio jxksj

Disculpen la tardanza unu

— Flores de cempasúchil para ustedes.

𝐈𝐍𝐓𝐎𝐂𝐀𝐁𝐋𝐄 / Wosplik.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora