EPÍLOGO

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ˏˋ ꒰ ᥕᥱᥣᥴ᥆꧑ᥱ ᖯᥲᖯᥙᩛ ꒱ؘ ˊ-

— ¡Valentín Oliva, es la cuarta vez que te digo que no metas la mano en el caso! —

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— ¡Valentín Oliva, es la cuarta vez que te digo que no metas la mano en el caso! —.

— Pero es que la masa es la mejor parte —.

El alfa hizo un exagerado puchero y miró a Manuel intentando parecer adorable.

— Eso no te va a funcionar —. Dijo entre risas el omega —.

— Cierto, el único adorable aquí eres tú —.

Oliva tomó la cintura de su pareja y tiró de él hasta estrecharlo contra su cuerpo. Las mejillas de Manuel estaban sonrojadas, como cada vez que Valentín le hacía un cumplido. No importaba el tiempo que pasara, Manuel Vainstein seguía siendo el mismo dulce omega que volvía loco a cierto alfa cascarrabias. Sonreían mientras se miraban a los ojos con un amor tan profundo que no podía expresarse con palabras. Lentamente, el mayor acortó la distancia hasta rozar sus labios con los de Manuel, siempre tan dulces y apetecibles. El beso empezó con calma, suavemente, los dos disfrutaban del contacto, pero a Oliva nunca le había gustado andarse con miramientos. Afianzó su agarre en la cintura y profundizó el beso, introduciendo su lengua en la boca de un del castaño que estaba apunto de explotar. Un gemido escapó de los labios del menor y Valentín respondió gruñendo con satisfacción. Lentamente llevó sus grandes manos al culo de Manuel, liberando su cintura, amasando y disfrutando de aquella zona que tanto le gustaba del cuerpo de su pareja. ¿A quién iba a engañar? Todo en Manuel le volvía loco.

— Valen... —.

— Dios, Minie. Te quiero tanto —. Medio gruñó —.

— ¡Aigh! ¡Qué asco, qué asco! ¡Por favor, busquen un hotel! —.

Un niño de doce años entró a la cocina, obligando a la pareja a separarse. Manuel rió tímidamente y Valentín escondió el rostro en el cuello del omega, intentando tranquilizarse. Otra vez sería.

— ¡Oh, estás haciendo galletas! —. Exclamó Martín emocionado —. Manuel asintió sonriente —.

— Estaba a punto de llamarte para que echaras las chispitas de chocolate —.

Oliva sonrió, algunas cosas nunca cambiaban. Aún no conseguía explicarse cómo alguien de veintitrés años podía ser tan jodidamente adorable como lo era Manuel.

— ¡Pero no metas la mano en la masa! —.

— ¡Pero es que es la mejor parte! —.

Vainstein suspiró resignado.

— De verdad que no tienen remedio ustedes dos —.

Intentaba parecer enfadado, pero la suave sonrisa que asomaba de sus labios le delataba.

Oliva rió suavemente contra el cuello del omega. Aquellos eran los momentos que le hacían sentirse pleno, junto al amor de su vida y su pequeño cuñadito, en ocasiones incluso con su entrañable suegra. Hacía años que se había marchado de aquella cárcel que llamaba hogar y se había despedido de aquella mujer cuyo certificado de nacimiento aseguraba que era su madre. Se había alquilado un pequeño apartamento, aunque, a decir verdad, pasaba más tiempo en casa de los Vainstein que en su piso. Manuel cumplió su sueño de estudiar repostería y había conseguido un empleo en una coqueta dulcería de barrio, muy cerca de su casa. Valentín estaba estudiando producción musical, intentando abrirse un hueco en la industria discográfica. Todo era tan perfecto que parecía un sueño.

Abrió los ojos y besó la marca que le hizo al Manuel seis años atrás, apenas una semana después de empezar a salir con él. Aquella marca que hacía su vínculo oficial, la marca que los unía para siempre.

— ¿Cuánto van a tardar las galletas, Minie? —.

— Depende de cuánto tarde en recoger tu cuarto, señorito —.

— ¡Pero eso no es justo! —

Valentín se separó de Manuel y miró a Martín. El preadolescente era la versión miniatura de su pareja, cachetes adorables y labios abultados que sobresalían más cuando hacía pucheros, como en aquel momento.

— Amigo, la vida no es justa. Es hora de que vayas aprendiéndolo —. Bromeó el mayor —.

El menor rodo los ojos y sonrió antes de salir de la cocina rumbo a su cuarto. Era un gran niño, muy dulce y obediente. Había presentado como beta a los nueve años.

Manuel se separó de Valentín y continuó con el dulce.

Oliva lo miró fascinado mientras como Manuel trabajaba concentrado, algo de harina manchaba sus mejillas, haciéndole ver jodidamente tierno. Valentín suspiró y sonrió, llamando la atención del omega que lo miró y sonrió de vuelta.

— ¿Qué pasa? —. La sonrisa de Oliva se ensanchó —.

— Nada, simplemente... soy feliz —.

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Bueno gemte limda espero que les haya gustado AAA NOCIERTOO

Creyeron que ya se iba a acabar esto, pues niooo zjak

Les estaré publicando los 4 especiales a partir de mañana uwu

Una pregunta para la gente de argentina xd, o de otros lados, ¿Leen esto con su acento en su cabeza?

— Flores de cempasúchil para ustedes.

𝐈𝐍𝐓𝐎𝐂𝐀𝐁𝐋𝐄 / Wosplik.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora