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ˏˋ ꒰ ᥕᥱᥣᥴ᥆꧑ᥱ ᖯᥲᖯᥙᩛ ꒱ؘ ˊ-

ˏˋ ꒰ ᥕᥱᥣᥴ᥆꧑ᥱ ᖯᥲᖯᥙᩛ ꒱ؘ ˊ-

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— ¡Valen! —.

Detuvo sus pasos cuando escuchó la voz más bonita del mundo pronunciar su nombre. Una sonrisa automática se dibujó en sus labios al tiempo que se giraba y veía correr al pequeño omega hacia él.

— Buenos días, Valentín —.

Lo brazos de Manuel lo rodearon momentáneamente, y el calor se expandió por su pecho. El dulce aroma del omega le envolvió, mejorando su mañana al instante. Definitivamente, podría acostumbrarse a eso.

— Buenos días Manu —. Respondió cuando el contacto se rompió —.

Los dos chicos continuaron juntos su camino a clase, charlando sobre lo deliciosas que estuvieron las magdalenas del menor del día anterior, mientras todos y cada uno de los estudiantes que estaban en el pasillo contemplaban la escena incrédulos. Los cuchicheos y las miradas indiscretas les precedían, y es que, no todos los días se veía al estudiante más dulce y más deseado de todo el instituto abrazar al alfa más temido. Aquello era como ver a un conejito darle la patita a un tigre; antinatural. Aquella amistad iba contra todas las leyes naturales de los círculos sociales adolescentes. ¿El marginado y el popular? ¿Esto qué es, una novela cliché de wattpad?

Mateo ya estaba en clase esperando a su mejor amigo con una de sus sonrisas rectangulares, que lentamente se desvaneció al verlo entrar charlando animadamente con Oliva. Cuando el castaño lo vio, le dedicó una gran sonrisa y se dirigió hasta él, arrastrando a al alfa a su lado.

— Teo, él es Valentín. Valentín, él es Mateo. Nunca los habían presentado ¿o si? —. Habló Manuel animadamente —.

— No, nunca había tenido el placer —. Dijo Mateo con notable ironía —.

Valentín quería alejarse lo más pronto posible, no le gustaba conocer a gente nueva, y que el amigo de Manuel lo mirase como si fuera un secuestrador de niños en una furgoneta blanca, tampoco ayudaba. Pero el castaño se veía tan feliz, tan ilusionado, con sus pequeños ojos brillando de felicidad, como si nada le hiciera más ilusión que presentarlos, como si de verdad él le importara. Aquel niño era su perdición. Valentín se obligó a poner su expresión más neutral y a mirar a Mateo.

— Encantado —.

— Igualmente —., Respondió desconfiado —.

Manuel aplaudió alegre.

— Ves Teo, te dije que Valentín era genial —.

Mateo asintió sin convicción, no queriendo discutir con su amigo. Mientras, el mayor solo podía pensar en que Manuel creía que era genial. No pudo evitar sonreír, aunque, cuando se dio cuenta de que el morocho lo observaba con el ceño fruncido, volvió a su expresión neutra.

Cuando el profesor entró a clase, Valentín volvió a su sitio y Manuel tomó asiento junto a Mateo.

— ¿Estás loco? ¿Ahora eres su amigo? —. Preguntó entre susurros mientras el profesor escribía en la pizarra —.

— Si, lo soy. ¿Tienes algún problema? —.

El tono de Mateo dejaba claro que, como la respuesta a aquella pregunta fuera errónea, iban a tener problemas. Y muy serios.

— No... es solo que, no me gusta. Hazme caso, Mochi, Valentín no es de fiar —.

— Estoy harto de tus "no es de fiar", Mateo, eso no son más que prejuicios —. Que le hubiera llamado por su nombre completo no era buena señal —.

— Lo siento, Manu, es que no me da buena espina... —.

— Pero no es un pescado, no tiene que darte ninguna espina —. Respondió haciendo un puchero frustrado —.

Mateo reprimió una risa, su amigo no tenía remedio.

— ¡Tengo una idea! —. Exclamó Manuel repentinamente —.

Quizá lo hizo demasiado alto, porque toda la clase se giró hacia él, incluso el profesor.

— Le gustaría compartir esa idea con el resto de la clase, señor Vainstein? —. Preguntó el profesor.

Las mejillas del omega se tiñeron de un potente rojo, bajó la mirada avergonzado y empezó a jugar con sus manos.

— Lo siento mucho, señor, no volverá a ocurrir —. Se disculpó con voz suave —.

Manuel había despertado el instinto protector de todos los alfas y betas del aula, incluso el profesor, que le regaló una sonrisa tranquilizadora.

— No se preocupe, todos nos despistamos de vez en cuando —.

Manuel le devolvió una enorme sonrisa y una efusivo asentimiento de cabeza.

— Ay Manu, tienes suerte de ser tan adorable, así nadie se da cuenta de que, en realidad, eres un desastre —. Los dos amigos rieron bajito —. Cuéntame esa idea —.

— Tenemos que salir los tres, ir a algún sitio juntos. Así verás que Valentín no da nada de miedo, y que es un chico estupendo —. Manuel sonrió ilusionado, convencido de que, al lado de su idea, la de la cura de la malaria era una nimiedad —.

— Oh no, no, no. Ni hablar. Y, ¿desde cuándo lo llamas Valentín con tanta familiaridad? —.

Las mejillas del castaño volvieron a teñirse de rojo y desvió la mirada.

— Desde ayer, él ha empezado a llamarme Manie —. Dijo y sonrió suavemente recordando el momento en el que el alfa le llamó así por primera vez. Aún quería saber en qué pensaba cuando lo hizo —.

— Oh Dios mío —. Dijo Palacios separando bastante las palabras —. Te gusta, ¿verdad? —.

Las mejillas del omega se encendieron aún más si era posible y abrió los ojos desmesuradamente.

— ¡N-no! —.

— No me mientas, Manuel, te conozco mejor que tú mismo —. Mateo resopló rendido —. Será mejor que organices esa salida, tengo que decirle unas cuantas cosas a ese alfa descerebrado. Como te haga algo malo, se las verá conmigo —.

— Matu cállate —.

Manuel estaba tremendamente avergonzado. A él no le gustaba Valentín, no, no, nop, para nada. El castaño solo era su amigo, un amigo que le ponía nervioso y que hacía que unas agradables cosquillitas viajaran desde sus pies hasta la cabeza, dejando una dulce sensación a su paso. Nada especial.

El menor miró al lugar en el que se encontraba el alfa, topándose de lleno con sus ojos claros. Valentín sonrió y él volvió a mirar la pizarra rápidamente, avergonzado. La suave risita de Mateo se escuchó de fondo.

Puede que le gustara Oliva, solo un poco.

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Muchas gracias por el apoyo gemte beia  :'c

Se les kiere <33

— Flores de cempasúchil para ustedes.

𝐈𝐍𝐓𝐎𝐂𝐀𝐁𝐋𝐄 / Wosplik.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora