20. Jeremías 17:5

138 21 97
                                    


¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


"Maldito sea el hombre que confía en otro hombre"

Puede que esa frase tenga algo de cierto, debería tatuarmela, resume muchas cosas en mi vida.

"Cuídese de la envidia hijo"

Mirándome a los ojos mi madre, que en paz descanse, me lo dijo, y que sabia mi madre al advertirme de esta vida de mierda, mejor no criar cuervos, porque pueden arrancarte los ojos de sus cuencas.

"Esta es pa ti, pa ti que tu me traicionaste a mi y me diste la mano"

Y yo inocente te la di, pues todavía no sabia que tu sonrisa venía con una fecha vencida.

Sabes quien eres, sabes la razón de mi odio y lo niegas porque estás loco, todos lo están, mentirosos, cobardes y traidores, no tienen idea lo que ocasionan en mi. O mejor dicho, ocasionaron, puesto a que ya no soy el mismo de antes, deje aquella capa hace algún tiempo, aquel tiempo en que era conocido como Shuya Gouenji, pero eso es pasado, lo he pisado y ese tal Gouenji ha muerto junto con lo que consideraba importante en aquel entonces.

¿Que?

¿Que no saben quien es Shuya Gouenji?

Bueno, quizás tenga que viajar un rato al pasado para contárselos...

Mejor dicho, les contaré la historia de Shuya Gouenji.

Gouenji era un chico tranquilo, tenía una familia pequeña, vivía con su hermana menor y sus padres, disfrutaba del deporte, de hecho, lo amaba. Su pasión era el fútbol y poseía un talento nato para el mismo, durante su infancia supo moverse, era conocido por su talento y gracia con el balón.

Pero tenía problemas, no necesariamente fuera de su casa, pues era reconocido, pero dentro de ella estaban los horrores.

Su padre, un doctor especializado, padecía de esquizofrenia, se dice que muchas veces no controlaba lo que hacía y sin quererlo, dañaba a quienes tenia en frente.

Más de una vez se promulgó el rumor de que aquel hombre provocaba las muertes de sus pacientes en el hospital, dependiendo de quien se tratara.

El pequeño Shuya no tenía idea de esto, solo sabía que por tiempos poseía un padre amoroso, y en otros momentos aquel padre parecía cambiar totalmente.

Agresivo, malintencionado y maltratador, el pequeño Shuya no sabía que hacer ni a quien acudir al presenciar y ser victima de tales actos.

Sufría, sufría mucho, no solo por culpa de su padre o por el hecho de que nadie hacía nada al respecto, sino que dentro de su circulo tenía personas de mierda.

A medida que fui creciendo... Quiero decir, a medida que Shuya iba creciendo, conoció personas gracias a su habilidad de jugar al fútbol.

Una vez entró a la enseñanza media, entró a la escuela Raimon, el ya era conocido por su fútbol en su anterior escuela, pero ya era el momento de cambiar de aires, o al menos esa fue la idea de su madre.

Ghetto 0.6 - Inazuma Eleven GODonde viven las historias. Descúbrelo ahora