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Luego de una atareada semana de trabajo, llena de atracos, secuestros, persecuciones, tiroteos y todo lo que conlleva formar parte del CNP; el tan esperado sábado logró asomarse en el calendario.

El anhelo porque el fin de semana se hiciera presente no surgía por ningún evento en específico, sino debido a que los días sábado y domingo eran los que más podían disfrutar, Jack y Gustabo, para armonizar sin que nadie les interrumpiera. Siendo que siempre que se ponían en tonos más melosos durante las jornadas laborales o en reuniones con amigos, no faltaba la oportunidad para que alguien se interponga y logre destruir el ambiente tan personal que creaban. Desde agentes ingresando al despacho del Súper Intendente sin dar previo aviso, hasta Horacio interrumpiendo su burbuja con comentarios tales como "¡Consíganse un cuarto!" o "¡No se debe comer delante de los pobres!"

Por ello, tanto los días libres como el fin del septenario, eran los momentos idóneos para expresar todo el cariño que sentían sin ningún límite.

Ese sábado en particular decidieron abandonar su rutina habitual, la cual consistía en besos, abrazos, películas y mucha comida chatarra; para salir a algún bar a intoxicarse con su aire lleno de lujuria, humo y alcohol.

Sin embargo, no tuvieron en cuenta el inconveniente con el que se iban a encontrar al notar que no había ni un local que termine de agradarle a ambos o, mejor dicho, que termine de agradarle a Conway.

- ¿Vanilla? - consultó el rubio, sentándose en el regazo de su pareja.

- No, debería chapar ese puto antro de los cojones - respondió denotando agotamiento, a la par que se permitía apoyar su cabeza en el respaldo del gran sofá.

- La terraza de badulaque no está mal... - comentó irónicamente, mientras posaba sus manos en los hombros contrarios y comenzaba a dejar suaves masajes en estos.

- ¿En serio? - replicó de la misma manera, a la vez que se dejaba hacer.

- ¡Sí! Y no lo digo solo por el local en sí, sino también por las personas con las que nos podemos llegar a cruzar. Son sencillamente magníficas - prosiguió con el mismo tono sarcástico ya utilizado.

- Sí, magníficamente anormales... - concluyó con un suspiro de por medio.

- ¿Y el Tequi-la-la? - consultó luego de dejar escapar una sonora risa.

- Creo que esa es la mejor opción de todas, pero... ¡Están los putos paletos de mierda! - explicó mientras comenzaba a entrelazar sus dedos en las trabillas del jean de Gustabo.

- Abuelo... Si seguimos así ni siquiera vamos a llegar a la salida del departamento - expuso el rubio, tratando de relajar la tensión de Jack, a través de tranquilas caricias.

- Ya... - contestó desganado, a la par que desviaba su vista de aquellas lagunas que le suplicaban partir de una vez.

Gustabo, al notar que Conway no se lo iba a poner sencillo, decidió detener el roce, levantarse del regazo de su pareja y acudir a la habitación superior.

Tras llegar al cuarto mencionado, comenzó a rebuscar en cada rincón qué prendas tenía en la residencia; debido a que, el hecho de no vivir allí, le dificultaba la labor.

Luego de revisar todo el sitio, consiguió dar con sus jeans favoritos, los cuales no encontraba hace meses. Sin embargo, aún le faltaba una prenda superior, siendo que para el calzado utilizaría el que ya poseía. Por lo que, comenzó a hurgar entre los cajones de su pareja consiguiendo encontrar una camisa negra.

- Bingo - murmuró para sí mismo.

Ágilmente se desvistió y consiguió colocarse la ropa encontrada; para así regresar a la sala principal, donde su novio se hallaba en la misma postura con la cual lo había dejado.

- Estuve reflexionando sobre lo que dijiste, vayamos al Tequ... - Conway cortó su propio discurso tan rápido como sus ojos se cruzaron con la figura del rubio.

- ¡Estoy buenísimo! - soltó Gustabo - Mira cómo me queda tu camisa... - prosiguió a la vez que recorría su propia complexión con sus manos - ¡De puta madre! - concluyó posándose ante el contrario.

Jack no sabía qué decir. Estaba tan acostumbrando a ver a su pareja con camisetas y jeans sueltos, que el encontrarla con tales prendas le parecía una situación nueva y magnífica a la misma vez.

Con la mirada comenzó a recorrer el conjunto de García, notando cómo la tela se amoldaba perfectamente a su figura. Situación que solo logró transmitirle la sensación de estar ante un Dios griego.

- Si quieres te puedo regalar la camisa - mencionó tratando de mantener la compostura.

- La propuesta es prometedora, pero... No es exactamente lo que estoy buscando - replicó volviendo a colocarse sobre Jack.

- ¿No? - consultó sin dejar de observar cada movimiento de su novio.

- No... - contestó mientras se acercaba con cautela al rostro contrario - me parecía más atractiva la idea de que transformes tus lascivos ojos en lascivas palabras y me digas qué te parece mi outfit - aclaró manteniendo su vista fija en la contraria.

- Capullo - susurró con una suave sonrisa, para luego besar con parsimonia al contrario.

- Yo seré un capullo, pero eso no quita el hecho de que tú eres un viejo verde, que no deja de observar mi esbelta figura con su arrugada mirada - comentó tras cortar el roce.

- Vamos a ver, que te ves jodidamente bien y lo sabes - concedió a la vez que rodeaba la cintura ajena con sus manos.

- Tienes razón, lo sé - soltó orgulloso.

- Anormal - dijo para volver a aproximarse a los labios de Gustabo en busca de contacto.

- Espera - mencionó frenando al contrario - ¿A dónde iremos al final? - preguntó dejando sus manos detrás del cuello del Superintendente.

- Al Tequi-la-la ¿Podemos seguir? - replicó con ansia, atrayendo aún más al contrario contra su cuerpo.

- Podemos seguir, pero ya te voy advirtiendo que no me he puesto esta ropa por nada - aclaró con falsa molestia.

- Tú tranquilo, yo nervioso - concluyó dando por terminada la conversación para volver a atrapar la boca ajena entre la propia.

Soft Moments || IntenaboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora