El hecho de que Gustabo era una persona atractiva era innegable. El rubio poseía un encanto innato que, sumado a su aura llena de misterio, daba lugar a una inevitable atracción.
Se trataba de la mezcla idónea entre parsimonia y caos. Personalidad la cual se hallaba cubierta por una complexión que, frente a los ojos de cualquiera, podría ser considerada perfecta, tanto a nivel corporal como en la belleza desbordada por su rostro.
Dicha combinación de factores daba lugar a un arma de doble filo de mucho cuidado. Así como conseguía enredar a quien quisiera tener a su lado, también podía asfixiarle para lograr su cometido.
Sin embargo, García no era un ser inmune. Por lo que, como cualquier héroe o villano, tenía su propia kryptonita; cuyo nombre era Jack Conway.
El Superintendente fue la excepción a toda regla conocida por el rubio. Intentó cautivarle, pero problema fue el suyo al darse cuenta de que quien había caído rendido era él.
Le destruía el orgullo, pero asimismo lo disfrutaba con creces. Cada momento junto a su novio le recordaba lo agradable que era vivir y lo satisfactorio que resultaba tener alguien con quien pasar sus días.
Gustabo nunca fue de esas personas que consideraban necesario tener pareja para que la vida fuese aún mejor, pero sin Jack sentía que sus días adoptaban tonalidades grisáceas, las cuales no lograba remover por más de que se la pasara realizando lo que a él se le daba mejor, actos delictivos.
Así fue que, García, al estar sumido en sus pensamientos, olvidó por completo la película que estaba viendo junto a Conway.
- Amor, ya term... -
El portador de orbes azulados, intentando avisarle a su pareja que el filme había finalizado, notó cómo el contrario se hallaba profundamente dormido.
Al parecer, optar por ver televisión recostado en el sofá, con la cabeza apoyada sobre el regazo de su novio y recibiendo cariños por parte de este, no resultaba ser la mejor idea cuando llevaba un jornada laboral de doce horas.
- Veo que no era el único distraído - comentó Gustabo observando a Jack - Lo bueno es que ya tenemos película para la próxima vez, porque yo no me acuerdo nada de esta... - prosiguió entre pequeñas risas casi inaudibles.
De esta manera, gracias a que el contrario cayó entre los brazos de Morfeo, pudo apreciar con la paciencia que consideraba necesaria cada uno de los rasgos que le volvían loco.
Primero acunó el rostro contrario con una de sus manos, para luego comenzar a recorrer con su índice el contorno de la mandíbula ajena.
Tras acercase al otro extremo prosiguió su camino pasando, con el mismo dedo, por delante de una de las orejas, para llegar hasta la frente y, así, comenzar a delinear el borde de esta con el propósito de volver al punto de partida, donde volvería a acunar el rostro contrario.
Quien pudiese observar tal escena se vería incapaz de creer que tales hombres eran el blanco de mira de todas las mafias de la ciudad; y mucho menos, consideraría la idea de que se trataba de personas sobrepasadas por la violencia.
- Hola - interrumpió Jack los pensamientos ajenos con la suavidad que le permitía su adormilada voz.
- Hola - contestó Gustabo de la misma manera, acompañando su gesto con una cálida sonrisa.