XXII.

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*¡Buenaas! ¿como van las clases?

XXII.-Capítulo-.

[Guillermo]

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[Guillermo]

Olvidar, no significa que todo se borre en segundos,

significa que aprendiste a vivir de ello

y guardarlo para no volver a verlo.

—Rocío

Miraba atento el techo de lozas blancas, las luces se encontraban apagadas y lo único que iluminaba la habitación era el amanecer posando por la ventana, haciendo que las lozas tuvieran un ligero color a naranja, mi respiración tranquila junto al movimiento en mi estomago dándome el ligero dolor de las heridas que me provoco ese cabronazo.

El ligero goteo del suero, moví mi cabeza provocando el ruido de la tela de la almohada, llevaba dos semanas aproximadamente en esta habitación, solo tenia visitas regulares de Elyas y una enfermera, desde que desperté no he vuelto a ver a Samuel.

Samuel, ya no se nota esas ojeras o el cansado de su porte ¿Qué fue lo que te ocurrió? ¿Qué te ayudo a salir de ese hoyo?

Cristina...joder lo arruine todo con ella, no vida se arruino en todos los sentidos, y todo es culpa de Samuel, aunque en verdad no es culpa de él es mía...

En que momento arruine mi vida de esta manera, en prisión, odiado por todo mundo, mi estatus en la basura, mi dinero y acciones confiscadas por el gobierno, perder a la mujer de mi vida, perder al hombre de mi vida...

Hice todo mal, siempre lo he hecho y sé que nunca cambiaré, se lo que me espera volviendo a la prisión, sé que todos esos cabrones me esperan para matarme o golpearme nuevamente, aunque me tiro a la primera opción.

Estoy cansado, agotado, la morfina en mi sistema esta dejando de funcionar, debo pedirle a la enfermera que me proporcione más, el dolor en mi abdomen se está volviendo más fuerte y constante.

No es cierto, no puedo pedirle ese favor a la enfermera, me encuentro a tantas calles lejos del hospital, las sirenas se escuchan y lo sé, un prisionero en estado de hospitalización acaba de escapar y sé que me están buscando todos.

Malditos oficiales incompetentes, solo tuvieron que descuidarme unos minutos para lograr mi cometido, y aunque me quede divagando en mis pensamientos, tomar unas ropas de una de las habitaciones para alguno de los pacientes y salir por la puerta principal, fue más fácil de lo que creía.

Las sirenas de los oficiales se escuchaban en la lejanía, ahora cobraría mi favor.

—G-Guillermo— escuche la voz temblorosa del traficante—amigo Michel, vengo por lo que me debes, quiero cobrar mi favor ahora...—sonreí suave, casi imperceptible, asintió temeroso para caminar dentro de ese edificio de mala muerte.

𝐁𝐞𝐟𝐨𝐫𝐞 𝐘𝐨𝐮 𝐆𝐨 [𝐑𝐮𝐛𝐞𝐠𝐞𝐭𝐭𝐚]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora