PAUL observaba los tres puntos divergir en la pantalla. El que sabía que representaba a Chloe se estaba moviendo a paso ocioso (o cansado) por las calles del Casco Viejo. Aunque se encaminaba por el camino incorrecto en ese momento, sabía que ella eventualmente encontraría su casa en cuanto supiese que estaba segura de no tener a nadie siguiéndola. Los otros dos puntos representaban a Sandee y a Eddie. Dado que aún estaban dentro de la Casa Crawford, sus puntos estaban justo uno encima de otro haciendo la imagen un poco complicado del interpretar. La pantalla que Paul observaba mostraba una imagen aérea de la isla entera, con los nombres de las calles y números de bloque superpuestos digitalmente sobre la imagen satélite. La vista de la ciudad reunía datos de varios tipos de fuentes diferentes, incluyendo dispositivos GPS en los teléfonos de los miembros de la Tripulación y en sus vehículos junto con aparatos de seguimiento similares ocultos en otras partes. Pero era difícil encontrar un dispositivo de seguimiento fiable mucho más pequeño que un teléfono móbil compacto, al menos uno con bastante batería para servir durante cierta cantidad de tiempo. Era relativamente fácil ocultar tal artefacto en un coche o una moto, pero pocas personas en Key West conducían a menudo. Si querías rastrear a alguien, necesitabas ocultar algo en su persona que ellos no advirtieran.
Ahí es donde la Identificación por Radio Frecuencia, o etiquetas IDRF entraban en juego. Abeja le había echado el guante a un millar de chips espía baratos, flexibles y fácilmente ocultables. Los fabricantes los cosían en la ropa, los escondían en los envases o los sellaban en los productos como un medio de rastrear artículos individuales del inventario. Y pronto serán incluidos en todos los pasaportes y permisos de conducir de EEUU. Finos como una hoja de papel y no mayores que una moneda de cuarto de dólar, cada una de estas antenas ocultas contenía un número ID único que podían transmitir cuando se enlazaba con la frecuencia de radio adecuada. Sin enviar la frecuencia exacta, la etiqueta IDRF quedaba inerte y era casi indetectable. El único inconveniente era el alcance muy limitado del artefacto, el lector de la señal tenía que estar dentro de una docena de pasos como mucho de la etiqueta.
En las tiendas, estos lectores se localizaban en los marcos de las puertas y en las estanterías, facilitando así obtener una cobertura completa dentro del espacio cerrado. La Tripulación quería poder rastrear las etiquetas fuera en la calle, un reto en cualquier ciudad, incluso en una tan pequeña como Key West. Por ahora habían fracasado en conseguir la cobertura completa que Abeja soñaba, pero habían conseguido incorporar lectores IDRF en la red de cámaras ocultas que se extendía por gran parte del Casco Viejo. Aunque esto sólo les daba cobertura intermitente, les permitía rastrear a la gente en movimiento por las principales intersecciones o más allá de los puntos turísticos más populares. Con esos datos, Abeja podía usar su red de cámaras espía con mayor eficacia, puesto que el ordenador de la Tripulación mantenía un registro de la ubicación de cada etiqueta IDRF activa en todo momento (sin contar el millar que había en las cajas esperando a ser usadas). La tarjeta comercial que Sandee le había dado a Eddie contenía una etiqueta IDRF. Chloe había llamado y le había dicho a Abeja que era la tarjeta con el nombre D. W. Oliver. Abeja había activado la etiqueta en la red IDRF y asignado el nombre de Eddie a la tarjeta en su base de datos maestra de seguimiento. Ahora, siempre que uno de sus lectores registraba la etiqueta, el nombre de Eddie aparecía en la pantalla con la hora de la detección. A menos que él se quedara en alguna parte bien lejos del camino más utilizado, deberían ser capaces de seguirle fácilmente hasta el hotel u hostal en que se alojaba. Y a menos que él tiuviera un lector IDRF sintonizado en la frecuencia exacta, resultaba improbable que pudiese detectar el artefacto oculto. Todo esto asumía que él no hubiese tirado la tarjeta, por supuesto. En tal caso, todo lo que serían capaces de rastrear sería un cubo de basura.
—"¿Lo tienes todo cubierto aquí?" - preguntó Paul a Abeja antes de sofocar un bostezo.
—"Sip,"dijo ella con los ojos en las pantallas frente a ella.
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Milla Cero - G33K Mafia 2 de Rick Dakan
General FictionContinúan las aventuras de Paul y Chloe. Un año después de GEEK MAFIA y tras decidir instalarse en la isla de Florida de Key West. La pequeña Tripulación de Chloe, Paul, Abeja y Sandee ha extendido sus contactos por toda la isla y se abren camino en...