Capítulo 11

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Eran las 3 a. m. para cuando aseguraron a Raquel en el congelador del taller de Abeja. Abeja reunió una brazada de equipo cuando abandonaron el cobertizo del aire acondicionado. Paul sabía que ella no iba a querer volver allí hasta que el cuerpo hubiese desaparecido y él no podía culparla. Tener un cadáver por asesinato en su casa, incluso en el cobertizo asegurado del exterior, le ponía nervioso como el infierno. Habían alquilado su casa a una empresa inmobiliaria que representaba a una docena de adinerados propietarios diferentes por todo el mundo que tenía casas de invierno en Key West. Pocos de ellos la visitaban más de una vez al año y alquilaban las casas para veraneantes o residentes locales el resto del tiempo. Los propietarios las veían como inversiones y en cuanto pasaban dos años seguidos sin la llegada de un huracán, las vendían por un sólido beneficio. Hasta entonces, cuanto menos tuvieran que pensar en ellas, mejor.

Cuando Chloe, Abeja, y Paul había llegado a Key West el año pasado, habían alquilado un par de apartamentos en el Casco Nuevo mientras buscaban una base de operaciones más permanente. Key West estaba lleno de encantadoras casas antiguas que habían sido subdivididas, reconstruídas, dañadas, reformadas y desgastadas de nuevo con los años. Habían querido algo lo bastante grande para preparar una base sólida, pero no demasiado elegante o cara. Esta casa particular, justo delante de la calle del cementerio de Key West y sus lápidas de piedra sobre el suelo, había cumplido los requisitos perfectamente. La descolorida madera gris exterior no había visto un pincel de pintura en años, y requeriría mucho trabajo para los dueños tenerla lista para la venta. Aunque el interior no estaba demasiado mal, con suelos de madera, arañados pero atractivos, y una cocina bien amueblada. Además había una gran verja cubierta de enredadera alrededor del patio y un porche privado en la parte de atrás.

Habían hecho su investigación antes de aproximarse al gestor de la propiedad (allanando la casa para hacer su propio recorrido). La empresa "Casas y Apartamentos de Key" la llevaban dos personas que consistían en Norm Lilianfield y su asistente personal Quincy. Norm era un jovial hipster que llevaba viviendo en Key West treinta y cuatro años. Le encantaban los cócteles y vinos vespertinos y los brandys de madrugada. No le encantaba nada la gestión inmobiliaria, pero el turismo y el patrimonio eran los únicos juegos en la ciudad, y él necesitaba poner bebidas sobre la barra. Era un despreocupado gestor especializado en despreocupados dueños, poniendo el esfuerzo justo en mantener limpias las casas y generar ingresos de alquiler vacacional.

Paul y Chloe no habían preparado un plan objetivo para sus maquinaciones. Resultó que ni siquiera les hizo falta con Norm. Después de investigar sus informes financieros, sus tratos con proveedores de droga y grabarle secretamente en posiciones comprometedoras e ilegales, le habían enfrentado. Resultó que Norm era tan despreocupado con el chantaje como con todo lo demás. Estaba más que feliz de ser un titere mientras se llevara su parte. Sorprendidos pero complacidos, Paul y Chloe habían hecho un trato. Ahora ellos llevaban Casas y Apartamentos de Key, y lo único que Norm tenía que hacer era firmar la nómina y atender alguna llamada de teléfono ocasional. Ni siquiera tenía ya que ir a la oficina. Todas las semanas, él y Paul cenaban juntos en "Pisces" y Paul le daba a Norm un sobre de dinero mientras Norm ponía a Paul al corriente de todos los últimos cotilleos por la ciudad. Paul, por supuesto, siempre pagaba la cuenta, pero después de la primera noche, ya no permitía a Norm pedir caviar. El foie gras ya era bastante caro.

Su propia casa se movió a la lista de casas de vacaciones no disponibles. Chloe y Paul falsificaron los registros de alquiler ocasionales para evitar que los dueños en Nueva Inglaterra hicieran demasiadas preguntas. Después de deducir sus cuotas de gestión de las cheques trimestrales, acababan pagando unos 300 dólares al mes por toda la propiedad, la décima parte de lo que les hubiera pedido el mercado de alquiler. Al principio Paul había imaginado que deberían salirse con la suya sin pagar nada, pero Chloe había indicado que a veces era más fácil pagar un poco para evitar el mayor coste de las preguntas que se levantarían invariablemente.

Milla Cero - G33K Mafia 2 de Rick DakanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora