—James...
No pude evitar que un pequeño jadeo saliera de mi garganta, estaba excitado al máximo y no sabía cuanto tiempo más podía aguantar. Mis manos acariciaron su espalda y su cuerpo se tensó, volviendo a aplastar su dureza contra mi barriga.
— ¿Estás seguro?—insistió.
Le deseaba y estaba seguro de que no quería que se detuviera. Creo que me volví loco durante un momento al permitir que me hiciera el amor al aire libre. Pero eso no era una novedad, en un pasado que parecía muy lejano, Tyler me había echo el amor sobre la arena de la playa, también de madrugada. Así que no era una cuestión de plantearse nada, sabía que iba a suceder.
—Muy seguro—admití.
Decidido solté los botones de pantalón e introduje mi mano, acariciando su pene y haciendo que de su garganta brotara un fuerte rugido que logró excitarme todavía más.
—Oh, nene, por favor, no me hagas esto—suplicó—. Estamos al aire libre, yo no hago estas cosas.
—Tú has provocado esto—sonreí antes de volver a besarle—. No eres nada justo.
—Lo sé—suspiró—. ¿De verdad quieres?
Asentí.
Y en ese momento dejamos de ser coherentes, la ropa abandonó nuestros cuerpos haciendo que sintiéramos el contacto caliente de nuestras pieles, mientras nos enredábamos con nuestras lenguas como si el mundo fuese a desaparecer de un momento a otro.
—Este lugar es perfecto—admití—. Hazme el amor, por favor.
Como si él solo existiera para cumplir mis deseos volvió a pegarse a mí. Me negué a abrir los ojos, su aroma y el sonido de las olas rompiendo contra la costa, me hicieron pensar que estaba en el mismísimo cielo.
—A mis padres les daría un infarto si supieran lo que estoy apunto de hacerte en este histórico lugar de su amor—bromeó.
Acaricié mi cuerpo desnudo y temblé entre sus dedos, nuestra respiración comenzó a normalizarse y sentí la necesidad de que me abrazara. Pensé otra vez en mi cámara fotos, en que ojala hubiera podido inmortalizar aquel momento para siempre.
—Tu me amas y yo te amo—gemí—. Es amor del más puro. No hay nada de malo.
James no contestó, hundió su cara contra mi cuello y aspiró mi aroma como si fuera lo más maravilloso del mundo.
—Gracias—me dijo—. Gracias por regalarme esto.
Levanté la mirada y le sonreí inquieto de felicidad. Él sopesó mi sonrisa.
—Te he comprado algo diferente—susurré—. Pero me alegro que te esté gustando tu primer regalo de cumpleaños.
James se quedó helado. Sabía que no se esperaba que yo lo supiera por que nunca habíamos comentado nada de aquello. Reí a carcajadas al ver su cara y eso provocó que su pene me rozara la barriga con más insistencia. Le acaricié la cara con la yema de los dedos cuando mi risa fue amainando y él cerró los ojos y aspiró.
—Feliz cumpleaños, amor—le dije antes de volver a besarle.
— ¿Lo sabías?—abrió los ojos y sonrió.
—Sí, claro que sí—le besé de nuevo—. Soy muy curioso ¿Recuerdas?
—Claro—puso los ojos en blanco y luego volvió a acariciarme—. Eres el regalo perfecto.
—Pues este regalo, en este momento, es solo para ti—admití.
James se repasó los labios con la lengua y luego se ciñó sobre mí y me hizo el amor.
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Luna de medianoche
Teen FictionAunque lleva meses sin verlos y se ha resignado a vivir sin ellos, Alex no puede olvidar todo lo que vivió el verano pasado en aquel paraíso costero de los Hampton. Un acontecimiento familiar los reunirá de nuevo, haciendo que todos los miedos y des...