14. FIESTA DE PRIMAVERA

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Desperté enredado en las sábanas de mi cama. Esta vez, James seguía dormido cuando yo desperté a la mañana siguiente. Le miré un momento y suspiré en silencio. El chico seguía desnudo bajo las sábanas y la tela solo cubría partes de su cuerpo. Las partes desnudas eran la misma imagen del erotismo. Me paré, cogí algo de ropa y me metí en la ducha. Cuando salí, Emma y Peer ya charlaban sobre la encimera de la cocina con una buena taza de café en las manos.

—Buenos días—dije mientras entraba allí y me servía yo también una taza.

—No tan buenos—se quejó Emma, que se puso de puntillas, me besó en la cara y luego se tambaleó hasta el sofá. Allí se subió en él y encogió las piernas—. Peter me estaba contando lo que pasó anoche, apenas me acuerdo de nada.

—En realidad es Peer—se quejó el chico un poco decepcionado por que mi amiga no se acordara de su nombre.

—No le des importancia—le dije yo para que no se sintiera mal, si ningún rencor por lo mal que él me había tratado en el pasado—. En ese estado, lo increíble es que se acuerde de su propio nombre.

—Sí, perdona chico—admitió Emma mientras yo la seguía hasta el sofá y Peer giraba el taburete para poder seguir mirándola—. Alex, tiene razón, soy muy despistada—mintió—. Y gracias por evitar que me violaran y todo eso.

Me llevé una mano a la cara y puse los ojos en blanco, sin poder creer lo que acababa de oír. Era como si a Emma no le importara lo que había estado apunto de pasarle.

—Cualquiera habría echo lo mismo—añadió Peer antes de solver el café.

Ninguno contestó, yo me limité a observar la mala cara de mi amiga mientras me tomaba aquella taza de café. Ella cerró los ojos y se dejó caer contra un cojín, suponía que debía de tener un dolor de cabeza espantoso. Peer seguía mirándola.

—Alexander—James salió del cuarto, en calzoncillos y entró en la sala a paso lento y descalzo—. Oh, ¿Hay reunión o algo así?

—Desayunábamos—explicó Peer—. ¿Quieres uno o prefieres vestirte antes?

—Quiero uno—contestó James mientras se acercaba a la barra.

Emma abrió los ojos y miró el culo de mi novio desde todos los ángulos posibles. Yo carraspeé y ella me miró. Me encogí de hombro para reprocharle su actitud infantil.

— ¿Qué?—suspiró—. Yo también vivo aquí. Y si tu novio se pasea en calzoncillos por la casa, pues le miró, por que está muy bueno.

—Gracias, Emma—sonrió James—. Tú también eres una chica muy atractiva.

—Un pibón—coincidió Peer.

—Sí, sois todos muy guapos—me puse de pie y caminé hasta la cocina, al llegar a James bajé la voz—. Aún tenemos que hablar.

—Te pedí perdón anoche ¿No es suficiente?—ironizó poniendo mala cara mientras se acercaba a mí para susurrar también.

—También dijiste que las cosas iban a mejorar—me mordí el labio y me giré para mirarle—. Hiciste promesas.

—Y las voy a cumplir—cercioró.

Asentí conforme por el momento, luego él se acercó y me besó en los labios a modo de saludo. Yo me dejé llevar por el contorno de su boca por unos instantes y luego me separé.

—Tengo clase—le dije.

Salí de la cocina, rodeé la encimera y recogí mis cosas del recibidor de la entrada, todos me miraron de arriba abajo.

—Me iré después de tomarme esto—James señaló su taza—. No creo que pueda venir en el resto de la semana, lo siento. Tengo clases casi todo el día.

Luna de medianocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora