4. ¿QUÉ HACES AQUÍ?

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Fue James quien me soltó las manos una vez que el sexo había acabado, y también el que me preguntó si me encontraba bien. Asentí, aunque en realidad no sabía como me encontraba. Había sido excitante y erótico, ellos eran muy pasionales. Pero me daba miedo volver a sentir nostalgia una vez que yo volviera a Manhattan, por que esa nostalgia casi me había matado tiempo atrás.

Agarré mis cosas y me metí en el baño. Allí me aseé un poco y luego me fui vistiendo. El baño no tenía puerta, así que pude escuchar perfectamente las voces de los chicos fuera de allí.

—Lo ha adivinado de chiripa—se carcajeó Tyler—. Joder, me hubiera gustado que no lo hubiera echo.

—Tampoco podíamos seguir penetrándole todo el día—bufó James—. Además, él nos conoce bastante bien.

—Habla por ti—se notaba la felicidad de Tyler en sus frases irónicas y divertidas—. Yo hubiera podido pasarme la noche entera dentro de él, Dios, James, le he echado tanto de meno, le quiero tanto y le deseo tanto...

—Tyler—le riñó su amigo.

—Sé que tú también—se quejó Ty—. ¿Por qué cojones os empeñáis los dos en que no puedo decirlo?—ahora sonaba molesto—. Sabes que me estaba volviendo loco. Y ahora está aquí, ha vuelto y yo le quiero. Y no voy a perderle de nuevo.

—Yo también le quiero—admitió James, cosa que me hizo temblar mucho más. No, aquello no estaba bien, eso no podía estar sucediendo de nuevo—. Pero no podemos llegar y cambiarle la vida otra vez. Puede que él sea feliz ahora, no podemos ser egoístas.

—Claro que puedo—disintió Ty—. Con él soy egoísta. Es nuestro niño bonito, James. Me ha dicho que no ha habido nadie más después de nosotros y no quiero que lo haya. Podemos intentarlo de nuevo.

—No sé—receló él.

—Tampoco has podido olvidarle, James—le acusó Tyler—. Ha pasado más de un año y medio, y no has estado con nadie desde entonces. Crees que no he visto como te has refugiado en tus estudios, en tu estúpida pintura...

—Mi pintura no es estúpida—se quejó James.

—No lo es, perdona, no quería decir eso—se disculpó James—. Pero, hermano ¿De que te sirve ser tan cauto si te está matando la pena de no tenerle? Yo siento lo mismo. Esto del amor es una mierda y no quiero amarle, pero no puedo evitarlo y sé que tú tampoco.

—Está bien, supongamos que tengo razón y que quiero—suspiró James casi convencido de algo que no tenía sentido—. ¿Has hablado con Alex? Esto solo ha sido un polvo ¿Él te ha dicho que quiere volver a intentarlo?

—Alex tiene miedo igual que nosotros—añadió Tyler—. Él sufrió más, por que nosotros nos teníamos el uno al otro y él estaba solo.

—Bueno, la rubia es de armas tomar—rió James.

—Si, joder, que ostia le ha metido a Sabrina.

—Pobre de tú novia.

Por un momento los dos estuvieron riendo a carcajadas. Luego, poco a poco la conversación siguió su curso.

—Ayúdame, James—pidió Ty—. Sé que entre los dos podemos convencerle de que somos lo mejor para él.

—Sí que tengo miedo—salí del baño y me dejé ver. Ellos supieron de inmediato que les había estado escuchando—. No creo que pudiera volver a pasar por eso otra vez. Creo que no lo resistiría.

—Fuimos unos idiotas—Tyler suspiró—. No debimos competir, ni sentirnos celosos el uno del otro—el chico sonrió y luego le pasó una mano por encima del hombro a James—. Pero hemos madurado y estamos mejor que nunca. Y sé que prefiero compartirte con este idiota a perderte de nuevo.

Luna de medianocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora