19. CORRE

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Me quedé paralizado instintivamente. Tardé un segundo en darme cuenta de quien era la persona que estaba parada junto a la isla de la encimera de la cocina con un semblante pálido y triste, y sujetando una pequeña pistola alzada al frente. De repente una sensación de pánico se apoderó de mi barriga y mi primer impulso fue salir corriendo, aunque supe que eso no era buena idea. Eso me llevaría a una muerte segura. Lo mejor era intentar calmar a Sabrina y hacer que entrara en razón, aunque dudaba mucho que ella quisiera escucharme.

Parpadeé varias veces mirándola fijamente, mientras mi mente no paraba de funcionar con rapidez, pensando en la mejor forma de salir de esta y haciéndose un millón de preguntas. ¿Cómo ha entrado? ¿Qué es lo que pretende? ¿Por qué le he dicho a Tyler que no me acompañara? Oh, Dios, no ¡Tyler! Esperé con todas mis fuerzas que ninguno de ellos viniera a buscarme al notar mi tardanza.

—Sabrina—murmuré como si fuera un saludo cortés.

Ella ladeo la cabeza con el semblante serio y fijo al frente, como si pudiera ver a través de mí, como si estuviera vacía por dentro. Un miedo helado y seco convirtió mi pulso en auténtico terror. Se me aceleró la respiración y la adrenalina corrió por mi cuerpo como la sangre.

Fue como si mi mente tardara un montón de tiempo en procesar todas aquellas sensaciones, cuando en realidad solo habían pasado un par de segundos. El semblante de Sabrina era inexpresivo y parecía agotada y enferma. Llevaba el mismo vestido de la noche anterior en la fiesta, como si no hubiera pasado por casa para darse una ducha, descansar o cambiarse de ropa. Su perfecto peinado ahora estaba desaliñado y pegado a sus sienes por el sudor que empapaba su frente. Pero lo peor fue mirarla a los ojos y ver que dentro del odio que había en ellos por mí, no brillaba ni una pizca de brillo, estaban apagados y parecía tan confusa como decidida.

—Hola, Sabrina—dije pese a tener los labios casi pegados y las lágrimas aferradas a mi garganta—. ¿Qué estás haciendo aquí?

Ella sonrió con una mueca desagradable en el rostro y aferró con fuerza la pequeña pistola con las dos manos. Yo intenté no mirar el arma, como si no existiera para quitar tensión al ambiente.

—Esperar.

Sabrina hizo una mueca con la cara, como si estuviera apunto de echarse a llorar de un modo desvalido. De repente esa única palabra me desgarró por dentro. ¿Qué quería decir? ¿Qué me esperaba? ¿Qué esperaba a Tyler?

Oh... no... Esperaba a uno de los dos para poder hacernos daño y así terminar con el sufrimiento que parecía invadirla por completo. Tuve que contener las lágrimas y el miedo agotador que me oprimía el pecho.

— ¿Me esperabas a mí o a Tyler?—pese al sofocante miedo que sentía, logré que mis palabras formaran una pregunta serena y amable.

Ella siguió con el ceño fruncido como si mis preguntas la aturdieran un poco, pero sin embargo seguía sujetando la pistola si ninguna presión y relajadamente. No contestó, parecía ida, así que intenté otro método.

—Bueno, seguro que esperabas a Ty—murmuré—. No creo que tarde en llegar ¿Te apetece tomar algo?

No sabía por que estaba ofreciéndole algo de tomar y rezaba con todas mis fuerzas por que ni Tyler ni James entraran en la casa por ninguna razón. Sabrina cambió el peso de su cuerpo de una pierna a otra y yo me tensé de nuevo. Sin embargo, solo movió la cabeza de un lado a otro, como si intentara entrar en razón. Suspiré un momento para tratar de calmar el pánico y me acerqué hasta la encimera para servir un vaso de agua.

—Pareces sedienta—susurré mientras depositaba el vaso en el otro extremo de la encimera.

Sabrina torció el gesto, como si no entendiera mi comportamiento, y se desplazó un poco ante mí, para evitar que yo saliese de allí. Estaba tramando algo, estaba seguro, o algo quería, si hubiera querido matarme, lo más probable es que ya estuviera muerto. Seguro que solo intentaba darme un susto.

Luna de medianocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora