5. LAS FOTOGRAFÍAS

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Volvió a sonreírme en cuanto me planté frente a él. Estaba claro que James estaba en su mundo, rodeado de arte, por que lo miraba todo con absoluto encanto. Se inclinó y me besó en la mejilla dulcemente.

— ¿Qué haces aquí?—pegunté con el corazón a mil—. ¿Cómo me has encontrado?

—Hola, Alexander—James levantó una ceja con ironía—. Yo también me alegro de verte.

—Hola—me pasé una mano por el pelo de manera nerviosa y luego le miré fijamente—. ¿Cómo has sabido donde encontrarme?

—Emma—contestó él—. Pero esto es un sitio público, creo que puedo estar aquí sin tú permiso. Aunque tengo que reconocer—pasó por mi lado y siguió hacia dentro, yo le seguí de cerca—, que no esperaba verme en las paredes.

—La voy a matar—gruñí.

—No es culpa suya—la defendió James—. Te recuerdo que prometiste mantener el contacto, sobre todo ahora que se supone que hemos vuelto. Pero no hemos recibido ni una llamada tuya, y tu teléfono parece desconectado para nosotros—sonó como un reproche.

—Lo siento, olvidé que mi teléfono aún sigue bloqueando vuestras llamadas. Cuando todo terminó pensé que era lo mejor y aún no he solucionado eso—me disculpé—. Además he estado muy ocupado con la universidad y con el trabajo y,...no es escusa y sé que tenemos que hablar de muchas cosas, solo esperaba el momento adecuado.

—Bueno, pues parece que el momento adecuado es hoy—James miró al frente—. No puedes reprocharnos que nos hayamos tenido que buscar la vida para dar contigo.

—No, supongo que no.

Él guardó silencio y pasó a la foto siguiente. Yo le seguí de nuevo mientras él estudiaba las fotografías.

—Tiene una explicación—me puse a su lado pero él no me prestó atención, miraba una foto suya en el lago.

—Estoy seguro—ladeó la cabeza y me miró de medio lado—. Tienes mucho talento. Son muy bonitas.

—A mi jefe le gustó mi trabajo—le expliqué—. Él las eligió y...

—Me hubiera gustado saberlo—me miró de frente y su mirada fue más exigente y más seria—. Si no llega a ser por Emma ni siquiera hubiéramos sabido que exponías hoy.

—Lo siento mucho.

James suspiró compasivamente y luego se giró y siguió con el recorrido, yo bajé la cabeza y volvía a seguirle, como si él llevara una cuerda que me mantenía atado a su espalda.

— ¿Son todas tuyas?—quiso saber.

—No—tragué saliva—. Solo las tuyas y las de Ty.

—Umm—ronroneó él—. Curioso.

Dejé que pasara un momento más mientras él examinaba con minuciosidad cada fotografía.

— ¿Estás enfadado?—pregunté.

—No, más bien sorprendido—se giró y me penetró de nuevo con sus ojos negros—. ¿Creías que si nos lo decías te lo íbamos a prohibir?—me encogí de hombros sin saber que decir—. Sé que esto es una buena oportunidad para ti, nunca haría algo que pudiera hacerte daño. Sin embargo...

Se pasó una mano por el pelo y luego me miró como si sintiera compasión por mí.

— ¿Sin embargo?—insistí para que terminara la frase.

—No creo que a Tyler le haga muy feliz verse fotografiado semidesnudo y expuesto en las paredes de este local—se mordió un labio con recelo y yo comencé a respirar con dificultad.

Luna de medianocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora