lección once

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Louis corría delante mío como un pequeño niño de ocho años. Se divertía solo, admirando la naturaleza que nos rodeaba, y sintiendo el fuerte viento correr por su piel. Había una ventisca fuerte ese día, pero el sol se mantenía estable y no se dejaba cubrir por las nubes grises. Louis a veces tomaba mi mano y tiraba de mi, llevándome con él, haciendome correr más de lo que mi cuerpo quería. No iba a usar la excusa de que estoy viejo, porque apenas tengo 23 años, pero mis piernas solo querían caminar a una rápidez estable y mis ojos solo querían seguir la pequeña silueta que estaba al frente mío, disfrutando de su cercanía.

— ¡Harry, por allí! —dijo Louis, señalando un pequeño puente que pasaba hacia el otro lado del lugar.— ¡Quiero cruzar el lago!

Lo que no entendía era porque había elegido un parque, de todos los sitios calientes y con calefacción que habían. Gran error mío darle la oportunidad de elegir adónde debíamos ir.

Cuando llegue a la mitad del puente, ví como Louis miraba al agua del lago, dónde abundaban muchos patos. Se notaba nervioso y no paraba de presionar la baranda de madera contra sus manos. Suspiré y saqué el pequeño pote de comida para animales de mi saco largo.

— Toma. —Su cara se iluminó y me sonrió, tomando el objeto de mis manos. — Quieres darle de comer a los patos, ¿verdad? —Sabía que en algún momento ibamos a parar porque él tenía la urgencia de alimentar a los pobres patos, así que lo compré antes de entrar al parque.

— ¡Ah! Gracias, Harry. —Asentí y él se dio vuelta, sonriéndole a los animales que sentían cómo pequeños meteoritos caían a su lado y se los comían, sin siquiera revisarlos.

Nunca había paseado por el parque de día, porque no tenía tiempo. No imaginaba que estuviera tan luminoso afuera, casi cegador. El aura de Louis estaba demasiado brillante como él, siempre sonriendo y siendo feliz. O quizás, el mundo parece diferente porque estoy aquí con él.

Mi yo anterior se debería sentir casi asqueado si viera a una chica mostrarme tanta alegría y amor hacia mi. Pero con él era diferente.

— ¡Hey, Harry! —dijo una voz atrás nuestro. Giramos a ver y Robbie estaba caminando hacia nosotros con una sonrisa en su rostro. Él era uno de mis amigos de la universidad con el que casi nunca hablaba, pero un buen compañero. Su flequillo se desordenaba con el viento, escondiéndo las pequeñas pecas que estaban esparcidas por su cara. Su piel siempre me pareció hecha de porcelana, blanca como la nieve. Siempre fue una de esas personas cálidas y amistosas que te hacían sentir mejor sólo con ver su sonrisa. Una persona realmente confiable.

— ¿Quién eras tú? —una pequeña broma. Ví su cara confundida y deseperada y quise reírme de él.— Estoy bromeando, hombre.

Robbie sonrió y me palmeó el hombro, contento porque lo reconocí. Su vista cambió y miró a Louis, quien en ningún momento había emitido sonido alguno. Estaba incómodo, mordiéndo su pulgar y jugando con su flequillo, nervioso. Robbie arqueó su espalda para estar a la altura de Louis y acercó su cara a él. 

— ¿Hoy no es una chica, Harry? —Maldito bastardo.— ¿Tu hermano?

Pero por cosas como estas, siempre odié su humor. 

Un escalofrío pasó por mi espalda en cuanto escuché sus palabras. Miré a Louis quien estaba petrificado en su lugar, evaluando a Robbie. 

— Hey, cállate...

— ¿Acaso coquetea mucho Harry? —preguntó Louis, dirigiéndose a Robbie, quien asintió y me miró indiferente. Juro que cuando salga de esta, lo mato.

— Bastante, cada vez que lo veo, esta con una chica diferente. —Robbie rió y Louis lo hizo igual, sólo que con menos ganas que el primero. 

— Ya veo... —Palmé mi frente con mi mano, frustrado. El día se había arruinado por la cagada monumental que había hecho "mi amigo". Ví como Robbie seguía hablando de mi a Louis, quien en en su cara se notaba la decepción y el enojo. Mierda.

Math teacher » l.s auDonde viven las historias. Descúbrelo ahora