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— ¡No quiero llamar la atención! Jajajaja — Reía Pedro sentado en la rama de un árbol.

— ¡Fue tu culpa, dijiste que no habría problema si salía del trabajo con el uniforme! — Gritó Ash lanzando una piedra sin lograr dar con su objetivo.

— Claro, siempre y cuando no te vieran conocidos. —Contesto mientras volvía a reír— Te lo dije, pide tu transferencia a la Academia de Sir John, ahí son menos estrictos y no tiene tanta influencia la campeona.

— ¿De verdad tiene mucho poder la campeona? — Preguntó el azabache tratando de subir al árbol.

— La academia donde estudias, es su mayor orgullo, ya que egreso de ahí. — Ash guardo silenció, sentándose en una rama cercana a Pedro. — Pero afuera de la academia, ella tiene la autoridad de decomisar todos tus pokemons y negarte el uso de estos.

— ¡Diablos! Supongo que estoy en un problema más grande.

— Tu salvación es mostrar que eres un entrenador excepcional, de esa manera Diantha no podra decomisar tus pokeballs. Pero recuerda que tienes que transferirte al terminar este semestre.

— ¿Por qué la insistencia de la...

— Una vez Diantha te observé, nunca te quitará el ojo de encima y quizá no lo aparente pero ella tiene intenciones ocultas con los foráneos.

Moon había llegado a su casa, saludo a sus padres sin ánimos y se dirigió a su cuarto.

— ¿¡Cómo puede sonreír y parecer tan relajado?! — Gritó, lanzando su mochila hacia su cama.

— Moon ¿Todo en orden? — Pregunto su padre sin abrir la puerta de su habitación.

— ¡Si, solo tuve un mal día!

— ¿Quieres hablar con alguien? — Preguntó tratando de abrir la puerta, pero Moon se sentó frente a esta impidiendo que se abriera.

— Sólo déjame estar sola un rato. — Respondió Moon fingiendo calmarse mientras lanzaba todo lo que tuviera a su alcancé.

Los padres de Moon pocas veces la habían visto actuar de dicha manera, ella siempre tenía gran dominio sobre sus emociones. Motivo por lo cual ambos decidieron dejarla sola en su cuarto y conversar en la sala.

— Tengo que presentarme mañana en la escuela de Moon cariño. —Comentó
Artur sentándose a lado de su esposa.


— ¿En qué se metió Moon? Por qué si tiene algo que ver con su berrinche de ahorita creeme que voy a hablar...

— No tiene que ver con ella, es solo un favor que me pidió un amigo en común. —Respondió Artur nervioso, sabiendo que sus palabras solo estaban dando pie a una discusión con su esposa.

— ¿Qué clase de amigo en común? ¡Moon sólo es amiga de Lili! —Gritó Bella, levantándose rápidamente del sofá. — ¡No me digas que te est...

— ¡No tiene que ver con Lili, es con el vecino! — Bella miro a Artur sin comprender a qué se refería. — El estudia en la misma academia, hubo un malentendido y yo soy testigo de los hechos.

— ¿Qué clase de malentendido? — Preguntó Bella, cruzando los brazos. Su esposo jamás le había ocultado algo de su día a día, ya fuera que encontró un perro diferente frente al edificio o que su jefe lo había saludado en el ascensor, para Artur era una hazaña digna de contarse durante la cena.

— Primero, toma asiento. Necesito contarte desde el inicio la situación.



— ¿¡Qué significa esta carta de suspensión Ash Ketchum?! — Gritó Delia entrando al cuarto de su hijo.

— No fue mi intención...

— ¡Suficiente, busca otra escuela! Voy a transferirte antes de que cometas los mismos errores que en Kanto.

— No se puede, esta en el reglamento. — Respondió Ash sin voltear a ver a su madre. — Sólo me queda terminar el semestre y solicitar un intercambio a otra academia. — Agregó sin ánimos.

— ¿Crees  que te van a aceptar con tus calificaciones y expediente?

— Voy a demostrar lo que aprendí de papá, estoy seguro que con eso bastará para que cualquier academia me busque...

Delia guardo silenció, su esposo había sido un gran entrenador, paso sus últimos años entrenando a Brook y Ash como si fueran adultos, hasta que una noche de tormenta Zapdos atacó su pueblo natal. Esa misma noche desapareció, encontrando su cuerpo varios días después adentrado en un bosque.

— Ahora si me disculpas, tengo que memorizar para que funciona cada baya.

Delia salió de la habitación, sin decir una palabra y caminó hasta el comedor. Recordó aquellos momentos con el padre de Ash y no pudo evitar llorar en silencio.

Ella jamás había logrado crear un vínculo con su hijo, principalmente porque era su padre quien se encargaba de todo lo relacionado con Ash. Jamás imagino una vida donde ella sola tendría que velar por él.
Era tan poco el vínculo entre ellos dos, que apenas un día antes se había enterado del trabajo que tenía, rara vez hablaban de algún tema.


Al día siguiente, Ash se levantó tarde pues no había logrado dormir la noche anterior por estudiar los distintos tipos de bayas que podía encontrar en la zona de Kalos, más específico, en las afueras de Ciudad lumius.

Sabía lo que estaba por ocurrir, lo pondrían bajo una prueba de supervivencia, dónde mostraría sus habilidades para poder estar en un área dominada por pokemons salvajes así como las estrategias aprendidas de su padre para capturarlos, con el menor desgaste.

Todo sería pan comido, lo complicado vendría después de la prueba, pues ahora tendría que mantener ese nivel y mejorar apartir de ahí. Ya no podría pasar desapercibido, los maestros serían más exigentes y sus compañeros se comportarían más hostiles.

Sin mucho ánimo pateo las cobijas hasta por fin lanzarlas a un lado de él, giro a ver si reloj y noto que ya era medio día, dejo salir un suspiro y camino a la sala arrastrando sus pies.
Sabía bien porque había podido despertar tan tarde, y eso era porque su madre lo había dejado encerrado en su propia casa.

— ¡Al parecer ganaste esta ronda! —murmuro recordando que por primera vez en su vida no podría escaparse por la ventana. — Una semana hasta la prueba...

Agregó acostándose sobre el sofá y mirando al techo.

... Quizá a esto se refería papá, cuando decía que una academia pokemon no sería lo mejor para mí.

Academia KalosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora