Nota 26 | Recuperación.

10 1 0
                                    

Tantas insistencias de mi madre para llevarme a un psicólogo terminaron por convencerme.

Raquel, mi psicóloga, tuvo mucha paciencia conmigo durante varias semanas de negación de parte mía, hasta que por fin hablé con ella.

Fue muy difícil pero ese fue el comienzo de una recuperación.

Y aunque sé que era —y es— su trabajo ayudarme le tomé cierto cariño. Me enseñó a creer en mí, a dejar de lado los pensamientos de odio, a mirarme al espejo y ver a alguien excepcional y hermosa, me ayudó a ser fuerte, me ayudó a perdonarme...

No sé que hubiera sido de mí sin su ayuda, sin el apoyo de mi familia... Sin tus insistencias hacia mi madre para que buscara ayuda para mí después de que me notaras extraña.

Me sorprendió saber eso. Nunca me dí cuenta de eso, ¿Cómo podría? La pasaba encerrada en mi habitación, cegada completamente por el dolor.

Mamá me contó de tus visitas a mi casa, en dónde le preguntabas por mi bienestar, para saber si me encontraba bien...

La vez que te acercaste a mí en la cafetería fue porque desde tu asiento me observaste y te diste cuenta que no quería comer, nunca me veías hacerlo, notaste mi delgadez y te preocupaste, por eso ese día te acercaste y me obligaste a comer.

Cuánto te lo agradezco.

Y fue ahí cuando comprendí la mirada que no pude descifrar en ese momento, era preocupación. Te preocupaste por mí.

Pero no lo quise ver.

Dara también iba a mi casa, a veces contigo, a veces sola, pero iba a preguntar lo mismo que tú. Mi mejor amiga, a pesar del dolor que le cause por envidia, se preocupó por mí.

Lloré cuando mi mamá me contó todos esos días en los que ustedes iban a preguntar por mí. Lloré porque me arrepentí de todo el dolor que les causé, porque me di cuenta que ustedes eran unos grandiosos amigos que, a pesar de todo, estuvieron ahí para mí sin que me diera cuenta.

Notas de una chica enamorada ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora