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6 de Agosto de 1702
El calor era cada vez más sofocante, realmente no me gustaba mucho el verano, sentía que el otoño y la primavera eran las mejores épocas incluso para la siembra y para las plantas. Ya había terminado con mis labores del jardín así que corrí rápidamente a la casa para ponerme a ayudar. María estaba trabajando en la cocina y al verme entrar me dedicó una sonrisa. Me agradaba la nueva. Solo llevaba algunos meses aquí pero ya se había ganado el afecto de todos. Era pequeña suave y castaña, es lo que Rubén llamaba una buena mujer. Yo la verdad no entendía que la diferenciaba de las demás mujeres, pero era más amable que el resto de los sirvientes así que creo que la consideraba una amiga.
Rubén varias veces me molestaba con que ella sentía interés por mí, que se sonrojaba al verme pasar y esta vez no fue la excepción. Al entrar a la casa me cambien de ropa por el uniforme de la casa y ella al verme parecía estar ruborizada, pero cualquiera lo estaría de pasar el día en los fogones. Le dediqué una sonrisa tímida y fui a hacer mis labores. Ferrán encontraba encantador ponerme más labores que a los demás y debido a que el viejo Bernardo estaba enfermo tenía que soportar el maldito tonito de superioridad con el que siempre me llamaba.
-García- espetó con un tono molesto- Veo que no has terminado con tus labores en casa, algunos ya han terminado sus quehaceres-
-Ferrán sabes perfectamente que estaba en el jardín, trabajando- exclamé con una sonrisa- Ahora mismo empezaré con mis labores-
-Pues igual vas atrasado- exclamó -Tendré que informar que no se te de trato especial hoy-
Volví los ojos y solo seguí mi camino. Como si negarme el postre fuera a hacerme sentir mal. Empecé a hacer las camas de los señores y debido a un pequeño frasco de tinta que cayó sobre la señora, me mandó a organizarle el baño.
Le dije a María que calentara el agua que traería que debíamos preparar el baño. Tuve que quitarme la chaqueta para no dañarla y ponerme a cargar cubetas. Tal vez era por lo frecuente, pero no sentía casi nada al moverme con ellas. De repente caí en cuenta que varias de las mujeres de la cocina se quedaban en la ventana y reían de manera extraña.
¿Qué... estaba manchado de algo? cuando el agua estuvo caliente preparé el baño de la señora. Ferrán seguía fastidiándome con que no terminaba mis labores y mientras vaciaba los cubos de agua, me fije que María parecía incómoda por algo.
-Blai- exclamó de repente- Yo... creo que he demostrado mi interés por usted en muchas ocasiones, así que me siento un poco disgustada ante tanta falta de atención-
-Yo... aun debo ir por más cubos, hay trabajo- solo salí en busca de más agua caliente.
Realmente me sentía incómodo ante esa frase ¿cómo que debía prestarle atención? ¿En qué sentido? Subí nuevamente a dejar el agua y me encontré con que María había desabotonado parte de su ropa y subido un poco su falda. Yo me petrifiqué por un momento ante ese gesto tan vulgar. De repente entendí el tipo de afecto que ella parecía buscar en mi y me sentí increíblemente consternado.
-Creo que hay un mal entendido- dije vaciando el agua- Yo no es que no te encuentre hermosa, pero si algo en mi comportamiento te hizo entender algo que no era...-
-Nada, yo sé que es bueno. Se tu pasado y aun así lo aceptó, sé que no eres así, por eso quería que supieras que puedes contar conmigo- ella cada vez estaba más cerca y tiraba de mi camisa dejándome más tenso a cada momento- ¿No quieres saber lo que es una chica? por eso me gustas también eres tan tímido. Tan recatado, nunca me miras, pero puedes tocar-
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Amantes De Tinta
General FictionA veces la tinta es más pesada que la sangre. El deseo puede matar tanto como el puñal que se clava en tu espalda. Brais anhela a un hombre, un sentimiento que lo ha acompañado toda su vida, porque él recuerda algo que las almas no deberían ser capa...