XXII
18 Enero de 2020
No sé en qué momento de la conversación me quedé dormido, pero de repente un movimiento brusco me despertó y al abrir los ojos estábamos entrando a un pequeño pueblo medieval. Me traté de desperezar y Lorena aleteó un poco incómoda. De repente caí en cuenta que mi cabeza estaba apoyada en Lio y la impresión me hizo levantarme un poco más asustado. ¡Rayos le babeé el hombro! Me limpie la cara apenado. No bajamos del bus, pero yo solo quise seguir durmiendo. Me fijé que mi hotel quedaba unas cuadras lejos.
—Bueno supongo que aquí nos despedimos— exclamé con una sonrisa— Voy a ver si… hasta luego–
Me alejé rápido por la calle sin saber muy bien qué decir, miré a mi hotel y sonreí al fin de llegar. Belasú se veía distinta, más moderna pero extrañamente como en mis recuerdos. Al entrar el recepcionista se fijó que traía una gallina.
—Disculpe no se permiten mascotas— dijo el señor.
—No lo entiende, ella no es mi mascota, es mi cena— dije con una sonrisa, pero el señor no se rió.
—Por favor debe dejar al animal en otro lado— exclamó.
—¿Qué, en la cocina?— dije con una sonrisa— Vamos señor, estoy cansado, cobreme el doble si quiere, pero nadie se dará cuenta…–
—Por favor… váyase con su animal–
La verdad ese señor parecía amargado así que no me quedó de otra más que irme, pero ya prácticamente estaba anocheciendo, dónde rayos dormiría. Busqué rápidamente posadas cerca y encontré otra que se veía bastante linda y rústica. Entré y para mi sorpresa tampoco aceptaban animales, pero el chico me dijo que lo dejaría pasar si prometía encerrarla en el baño. Sonreí por haber logrado con éxito mi tráfico de animales y me llevé mi llave victorioso.
—Sí— dije feliz y tropecé accidentalmente con alguien— Disculpe–
XXI
18 Enero de 2020
Todavía estaba enajenado entre las últimas palabras que el pelinegro soltó antes de decir que realmente quería dormir. Siguió hablando de las cosas que vio en Barcelona hasta que sus palabras solo se apagaron al igual que sus ojos, y su cabeza cayó contra mi hombro.
Por un momento me tense y de nuevo sentí que me iba a dar un infarto. Mierda en serio tenía que controlarme, sin embargo volvieron a venir sus palabras.
¿Yo le gustaba? Él solo lo admitió así como así, aunque una gran cantidad de personas siempre decían que me quería. Pero Dios, esto me estaba matando ¡Él de verdad dijo que estaba celoso de Li Wei! ¡Lo dijo! y aunque no lo supiera, tomar vinagre era justamente eso. Estar celoso. Diablos ¿Por qué lo encontraba lindo? ¿Por qué era tan peculiar? ¿Por qué? ¿Por qué?
Al final pase todo el viaje con él dormido en mi hombro, mientras yo le dedicaba una mirada demasiado intensa para él y para mí. Si tenía que ser honesto, había algo en él que me atraía como un imán. Mis manos pican por la curiosidad de acariciar su cabello, de tocarlo. Solté un suspiro y también decidí admitir que era imposible negar que después de la dulce sonrisa que me dedico y la sinceridad despreocupada que tenía, no había sentido algo por él. Era todo lo contrario y yo solo podía continuar confundido.
Ya cuando llegamos al pueblo fue divertido ver cómo Brais se despertaba alterado, se limpiaba y parecía un poco apenado. Yo ya me había acostumbrado a su peso contra mi hombro. Lastimosamente y como si le fuera una costumbre, apenas bajamos él huyó con su gallina en una cesta, tras despedirse sin terminar de hablar, y yo que pensé que ya nos habíamos acercado un poco más allá de esa tensión que hacía correr al pelinegro.
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Amantes De Tinta
Aktuelle LiteraturA veces la tinta es más pesada que la sangre. El deseo puede matar tanto como el puñal que se clava en tu espalda. Brais anhela a un hombre, un sentimiento que lo ha acompañado toda su vida, porque él recuerda algo que las almas no deberían ser capa...