08| Until the world ends.

5.3K 608 50
                                    

17 Noviembre 1963, Dallas - Texas

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

17 Noviembre 1963, Dallas - Texas. 19:30 p.m.

Después de aquel extraño desayuno, número Cinco había vuelto a hacer de las suyas para arrastrar a Jude y a Vanya por toda la ciudad, como era costumbre en el, sin dar ningún otro tipo de explicación más que un corto "nuestro día aún no acaba". 

Pero, la poca simpatía de numero Cinco, y su falta de comunicación era algo a lo que Jude ya se estaba acostumbrando, incluso se divertía tratando de averiguar que pasaría por la apática mente del uniformado cuando su ceño se fruncía y su mirada quedaba perdida en algún punto de la nada, completamente sumido en sus propios pensamientos.

Pero ahora fue el ceño de Jude el que quedó hundido cuando el de los ojos verdes detuvo el auto frente a un establecimiento de mala muerte que la hizo tragar grueso. Y es que, los lugares a los que él la llevaba se volvían cada vez más extraños y peculiares.

Se trataba de un lugar en el que al parecer peleas clandestinas se llevaban a cabo, un lugar al que solo hombres solteros alcohólicos de más de treinta asistirían, o quien sabe, la vida puede dar muchas vueltas y sorpresas, algunas buenas y otras no tanto pero al fin y al cabo sorpresas. 

—No entiendo que hacemos aquí Cinco, el mundo se acaba ¿recuerdas? —Jude bajó del auto y estiró sus brazos hacia arriba deshaciéndose del cansancio acumulado a lo largo del día.

—Es justo por eso que estamos aquí —contestó él adentrándose en el lugar que hacía que a Jude se le pusieran los pelos de punta. Dejando a las dos castañas paradas en la entrada.

Ellas compartieron una mirada llena de incertidumbre, que fue cortada cuando Vanya se encogió de hombros y decidió seguir a su hermano a dentro del lúgubre lugar.
Jude quedó sola, mordió su labio inferior y soltó un suspiro y sin más que hacer también entró tras ellos.

—Vaya, empezaba a creer que habías huido — murmuró Cinco con sarcasmo cuando Jude llegó junto a el, abriéndose paso entre la multitud de personas que gritaban alteradas por la pelea que se estaba llevando acabo en la arena.

—No tienes tanta suerte —musitó ella y le regaló una corta sonrisa fingida.

—Sigues aquí, así que sí, la tengo —respondió y se inclinó un poco en su dirección, brindándole la misma sonrisa sarcástica que Jude. 

—Pues que afortunado eres, por que seré tu dolor de cabeza hasta que el mundo se acabe. —Jude dio una pequeña palmada en el hombro de 
Cinco y siguió su camino hasta detrás de las gradillas donde Vanya se encontraba.

—No tienes idea —se dijo el uniformado así mismo con una sonrisa inconsciente en el rostro, observando como Jude caminaba tranquilamente hacia su hermana.

—Ustedes son tan lindos juntos... De una forma retorcida, pero linda ¿Cómo se conocieron? —preguntó Vanya una vez que Jude llegó a su lado.

—Me ató a una cama cuando Diego me secuestró  —contestó Jude con total normalidad, haciendo que la mayor abriera los ojos con asombro. 

—Eso es... extraño —fue lo único que Vanya atinó a decir ante su declaración.

—Si, será mejor que te acostumbres. Los Hargreeves somos todo lo contrario a una familia normal —dijo Cinco cuando llegó junto a ellas.

—Ese es el hombre más grande que vi en mi vida... —habló Jude cambiando de tema, sorprendida por el inmenso cuerpo del peleador rubio al que le estaban dando una paliza. —Te apuesto diez dolares a que gana —le dijo a Cinco con una sonrisa inocente.

—Jude, no vinimos aquí para apostar —contestó Cinco sin mirarla, pero después de pensarlo un poco y ver como éste no hacía siquiera el intento de defenderse, de nuevo se giró a la castaña —Que sean veinte —aceptó con una sonrisa victoriosa.

—¿Por qué dejó de golpearlo? —le cuestionó Vanya a los menores.

—Vamos grandote... no hagas el ego de Cinco más alto —se dijo así misma Jude mientras se mordía con nerviosismo las uñas.

—Algo está mal con él —añadió Cinco sin prestarle mucha atención a lo que la castaña a su lado murmuraba. —¡Vamos Luther ¿estas loco? golpealo! —gritó.

Y es que, cualquiera pensaría que un hombre como el peleador al que le habían apostado, no tardaría ni siquiera un minuto en terminar con la pelea. Pero algo muy extraño  estaba sucediendo, lo que antes eran apenas unos golpes cansados y torpes, se habían transformado en absolutamente nada, no golpeaba de regreso ni tampoco intentaba cubrirse del otro peleador.

Sólo se había quedado estático, como si disfrutara del dolor que se le estaban proporcionando y así, poco a poco las esperanzas de recibir esos veinte dolares de Jude se fueron esfumando justo frente a sus ojos. Una esperanza que terminó de morir cuando el otro peleador terminó por dar el ultimo golpe, que lo elevó unos cuantos centímetros del suelo y finalmente terminó con la dichosa pelea a la que Cinco las había arrastrado.

—Mierda —dijo Jude con pesar, y cubrió su boca con ambas manos, evitando mirar al de los ojos verdes a su lado que podía asegurar, la miraba socarronamente. 

—¿Por qué dejó que lo golpeara? —se preguntó Vanya por lo bajo.

—¿Está muerto? ¿Si muere aún te tengo que pagar los veinte dólares? eso nos convertiría en malas personas ¿sabes? —volvió a decir Jude rápidamente, esta vez en dirección a Cinco, que seguía más concentrado en Luther que en lo que la castaña estada diciendo.

—Nuestra noche acaba de volverse aún más larga... —le dijo Cinco a Jude con una mueca.

La castaña intercaló la mirada entre Cinco y Vanya y luego miró el cuerpo tendido en el suelo del luchador llamado Luther, comprendiendo entonces que Cinco no la había arrastrado a ese lugar sólo por que le placía apostar, si no que nuevamente habían ido en busca de una pieza más para el rompecabezas. 

Quizá lo mejor sería compararlos con los peones en un juego de ajedrez, uno en el que el reloj corría y cada segundo jugaba con tu mente de una forma cruel. Como si te gritara en la cara que no podrías ganar, pero a pesar de eso ahí estaban Cinco y Jude tratando de salir victoriosos contra el reloj y el apocalipsis.

—Iré a buscar el auto... —dijo en un suspiro y caminó con pesadez hacia la salida. 


 

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
𝐒 𝐓 𝐎 𝐑 𝐌 | The Umbrella AcademyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora