14| A family a little chaotic.

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18 Noviembre 1963, Dallas - Texas

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18 Noviembre 1963, Dallas - Texas. 17:44 p.m.

Mientras Elliot daba su larga e innecesaria explicación acerca del origen de la gelatina, Luther veía el contenido del tazón con el ceño fruncido, Vanya estaba a punto de quedarse dormida, Diego la miraba desconfiado con uno de sus cuchillos en la mano y Jude, que estaba entre Luther y la otra castaña, los estaba ignorando a todos mientras jugueteaba con el liquido negro que flotaba sobre la palma de su mano.

Cansada de esperar por el regreso de Cinco y viendo que los tres Hargreeves presentes estaban a punto de iniciar otra de sus famosas riñas familiares, Jude suspiró y presionó el tabique de su nariz con sus dedos índice y pulgar. Estaba lo suficientemente cansada como para detenerlos, pero no tan aburrida como para quedarse a escucharlos, así que se levantó de su lugar y fue hasta la cocina a buscar algo verdaderamente comestible —No como la gelatina de Elliot— .

Mientras que por su cabeza solamente cruzaban un sin fin de ideas y pensamientos que volvían su mente un caos, tomó una manzana del montón y se recargó sobre la mesa a comerla.

Ese sueño que le había provocado un nudo en el estómago, cómo la sensación de ser electrocutada parecía aferrarse a su piel, las voces en su cabeza que buscaban con desesperación ser escuchadas, y sin duda la inconfundible voz de la encargada que taladraba sus oídos se hacían presentes en su cabeza como bombas que causaban grandes estragos en su ser, llevándola al borde de la locura.

Pero entonces, en medio de aquellos pensamientos caóticos que hacían que su sangre helara, su corazón latió con fuerza cuando el rostro de número Cinco se hizo presente entre todo ese lío que ocurría dentro de si.

Y es que Cinco tenía ese efecto tan hipnotizante al que era casi imposible resistirse.
Porque la esencia de Cinco era embriagante, era magnética, era cautivadora, como el dulce canto de una sirena. Sabías que era arriesgado, que no podrías salir ileso de ahí, pero aún así no podías resistirte a esa constante sensación de peligro que erizaba tu piel y te hacía sentir viva, así era como se sentía estar con Cinco.

Que Cinco y Jude estuvieran juntos sólo podía resultar de una manera: En un desastre, porque uno era como la pólvora y el otro era la chispa que sólo concluiría en una explosión.

Estar juntos era como jugar con fuego, pero irónicamente a ninguno le importaba quemarse, lo deseaban, lo anhelaban, y sobre todo: lo necesitaban.

Porque en algún punto aprenderían a no quemarse.

Porque para Cinco, Jude era la que lo hacía mantener la cordura, o quizás también era la razón de su locura.
Porque para Jude, Cinco era el único que podía evitar el desastre dentro de ella... O provocarlo.

Era un salto hacia el vacío, pero ¿Qué importaba? Finalmente tenía algo a lo que aferrarse, algo real, algo peligroso por lo que valía la pena intentar, incluso, algo que valía la pena perder. 

𝐒 𝐓 𝐎 𝐑 𝐌 | The Umbrella AcademyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora