30| Purpose.

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23 Noviembre 1963, Dallas - Texas. 18:18 p.m

Cuando Jude tenía 3 años, la horrorizaban las agujas y las batas blancas. Cuando cumplió 8 años, temía a la oscuridad. A los 13, detestaba los cables conectados en su frente que le daban descargas. Para los 19 años, la habitación de los espejos era su pesadilla recurrente. Al cumplir los 24, aprendió a odiarse así misma.

Pero ahora, a sus casi 30 años y haber vivido los infiernos de la comisión, no podía comparar ninguna de estar experiencias con lo que estaba sintiendo en ese momento.

Su estomago se revolvió de inmediato dejando una sensación de vacío parecido a un gélido vértigo que oprimía sus pulmones, robándole el oxigeno mientras que su cabeza daba vueltas y vueltas; su cuerpo se había quedado petrificado como si de pronto, cada musculo se hubiese congelado y sus pies se hubiesen fusionado con la nieve debajo de la suela de sus botas.

Podía comparar aquella situación con haber sido golpeada con una manopla de hierro, como estar parada en un lugar desierto y ser derribada repentinamente por una ventisca. Un grito reventando sus tímpanos y un hilo invisible apretarse sobre su cuello poco a poco; Pues bien, Jude sintió cada una de ellas al unísono.

Mientras que Diego y Cinco compartieron una mirada preocupada, sin darse cuenta, Jude había dado un par de pasos al frente, hasta quedar cara a cara con el adolescente que no parecía mayor a los 18 años. Con todo su cuerpo adormecido, y su cabeza hecha un lío no pareció consiente de que su mano izquierda se alzaba con lentitud justo en dirección al rostro de Delta, que justo de la misma forma en la que había aparecido no había mostrado expresión alguna, solamente un rostro tan frío como el hielo, y una penetrante mirada escalofriante y vacía, que como si de un cadaver se tratase, cada movimiento tan natural como pestañear se veía rígido y mecánico en él.

Como la de alguien muerto en vida.

Sin voluntad.

Ni un ápice de humanidad dentro de ellos.

Pero que aún así, sus orbes cafés claros con los mismos destellos dorados no se habían despegado ni siquiera por una fracción de segundo de la castaña, que con el corazón latiendo de forma brusca mientras que sus manos temblaban de igual forma ante el cúmulo de emociones que de pronto había estallado entre sus manos, buscaba con desesperación dentro del rostro del adolescente las respuestas a las miles de preguntas que no habían podido salir de sus labios.

Unos pocos centímetros antes de que las yemas de sus dedos tocaran la pálida y lisa piel del joven llamado "Delta", la voz de la encargada consiguió traerla de vuelta a la realidad. Azotándola con fuerza dentro de su propio cuerpo. 

—Yo no lo haría si fuera tú... A nuestro pequeño Delta no parece agradarle mucho el contacto físico, ¿Cierto querido? —habló con un tono calmado pero cargado de burla mientras posaba sus ojos en el chico.

𝐒 𝐓 𝐎 𝐑 𝐌 | The Umbrella AcademyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora