Capítulo uno

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Regalos olvidados

Por aquellos secretos prohibidos.

Hermione siempre había notado las miradas que le daban en ciertas ocasiones, no se quitaba de la cabeza que eran las mismas miradas que le daban a Harry antes de decirle que era una copia de su padre, pero ella, Hermione, no era tan parecida a su madre, y aunque lo fuera, ninguno de los magos a su alrededor había conocido a Helen Granger a su edad como para poder asegurarlo.

Siempre que entraba a Grimmauld Place le invadía un sentimiento de añoranza, como si acabara de llegar a un lugar que siempre deseó visitar y luego de tanto tiempo, y tantas penas, visitarlo tenía un sabor agridulce. La biblioteca de la vieja casa era su lugar favorito, se acomodaba en el sillón junto a la ventana y leía durante horas mientras echaba miradas de soslayo a la calle entre página y página, definitivamente le tenía más estima a Grimmauld Place de la que le tenía el propio dueño de la propiedad y eso era algo que nunca admitiría.

El día después de llegar a Grimmauld Place había encontrado la biblioteca y allí, al acomodarse en el sillón luego de haber limpiado buena parte de la zona que la señora Weasley había denominado "Segura para ella", había notado el tacto duro de algo escondido debajo de los cojines, al revisar debajo de estos encontró varias novelas clásicas muggles, se preguntó si serían de Sirius, quizá lo subestimara pero no se lo imaginaba leyendo <<La vuelta al mundo en ochenta días>> de Julio Verne, ni tampoco <<Cumbres Borrascosas>> de Emily Bronte, aunque conocía muy poco a aquel hombre, solo de pensarlo tuvo que esconder la risa.

<<Una pequeña muestra del mundo muggle. H. E.>> era la pequeña nota escrita con una caligrafía familiar pero que no recordaba dónde había visto antes, en la tapa del primer libro que abrió. "Seguro era el regalo de alguna amiga de Sirius" Se dijo pensando que era imposible que perteneciera a cualquier otro Black, Sirius había contado ya lo suficiente sobre su familia para descartarlos como posibles propietarios de los libros.

Eran seis los libros escondidos en el sofá, Hermione tomó uno que no había leído y bajo llevándolo consigo cuando la señora Weasley llamó para la cena, se lo pediría prestado a Sirius, si eran importantes para él prefería no tocarlos, aun cuando él había dado permiso de hacer lo que quisieran con las cosas de esa casa.

- Ten cuidado con el libro, se puede manchar con la comida - le advirtió la señora Weasley mientras pasaba los platos, Hermione asintió.

- Seré cuidadosa...

- Descuida mamá - interrumpió Ron -, ha comido varias veces con un libro debajo de la nariz, ya tiene experiencia.

- Ese es un muy mal hábito - regaño la señora Weasley y Hermione se encogió de hombros. 

Luego intento llamar la atención de Sirius quien observaba la conversación con sus ojos cansados.

- Cierto... ¿Sirius? ¿Puedo tomar prestado este libro unos días? - preguntó Hermione desviando la atención de toda la mesa hacia el libro que tenía en las manos.

- ¿Qué libro es ese? - pregunto Sirius mirando con desconfianza el libro.

- Lo encontré en la biblioteca... - comenzó a decir Hermione pero entonces todos los adultos presentes le dieron una mirada de susto.

- No creo que mi familia haya poseído algo que valga la pena leer - escupió Sirius y Lupin a su lado extendió la mano hacia Hermione pidiendo el libro.

- ¿Puedo examinarlo para comprobar si contiene algún tipo de magia oscura? - pidió su antiguo profesor y aunque Hermione tuvo el extraño impulso de responderle que nadie había maldecido esos libros, su mente racional se dio cuenta de que era lo más sensato, así que le entregó a Lupin el libro.

- Los hermanos Karamazov de Fiódor Dostoyevski - leyó Lupin frunciendo el ceño antes de voltearse hacia Sirius para preguntar -. ¿Por qué tienen literatura muggle en la biblioteca de los Black?

- ¿Me prestas ese libro? - pidió Sirius y Lupin se lo pasó enseguida, el último Black lo reviso frunciendo el ceño, como si esperara que en cualquier momento al libro le crecerían dientes y le arrancará una mano.

- Pensé que alguien te lo habría regalado, hay una nota - intervino con timidez Hermione -. En la primera página.

- Una pequeña muestra del mundo muggle, H. E. - leyó en voz alta Sirius, parecía desconcertado -. ¿H. E.? ¿Te recuerdan a alguien esas iniciales Moony?

- No... no me recuerdan a nadie en este momento - murmuró Remus.

- ¿Por qué tendrían estos libros? - cuestiono Sirius, Lupin se encogió de hombros.

- ¿Y cómo quieres que lo sepa? ¿No será de alguna de tus Ravenclaw que quiso que dejaras de creer que el mundo muggle es solo rock, motos y discotecas? - Sirius no respondió, solo dejo el libro en su regazo y la cena comenzó, nadie volvió a mencionar nada y Hermione no se animó a preguntar.

Después de la cena Remus terminó de inspeccionar el libro y descubrió que era completamente seguro y normal, un libro típicamente muggle, sin rastro de magia peligrosa en él, entonces se lo devolvió a Hermione con una sonrisa y una frase de disculpa.

- Perdónanos el ser tan cautos, pero es mejor estar seguros de que era inofensivo - le dijo.

- No hay de que profesor, tenía que haberles pedido examinar arriba los libros... Gracias, voy a mi habitación - dijo la chica y se dio media vuelta.

- Hasta pronto Hermione - se despidió amablemente Remus.

- Adiós - le dijo Sirius.

Cuando la adolescente se fue Remus se giró hacia Sirius levantando una ceja.

- ¿Enserio no recuerdas quien pudo habértelo enviado?

- No... pero a veces no prestaba atención a lo que me regalaban - dijo encogiéndose de hombros.

- Típico de ti. ¿No recuerdas haberlos escondido en la biblioteca? - preguntó Remus extrañado, Sirius negó con la cabeza.

- No... Pero debí haber sido yo ¿Tal vez Azkaban afecto un poco mi memoria?

- Hasta hora no hay has mostrado ningún síntoma, así que podría ser un descuido normal ¿Quizás de los días antes de que te marcharas de casa? 

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Al final no he podido resistirme a publicar esta historia, quería hacerlo luego de terminar la otra para ser más constante con las entregas pero no he tenido tal fuerza de voluntad.

Espero que la disfrutéis.

La generación rotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora