Filthy Lucre (Ryden)

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El centro de rehabilitación en Malibú fue esencialmente unas vacaciones de lujo con dos reglas principales: no te drogues y comparte tus sentimientos. No había policías, médicos o miembros de la familia que se burlaran de mantenerse sobrio y a Ryan le gustaba estar tan aislado del mundo, de los tabloides, los rumores y las especulaciones. La rehabilitación se había convertido en su pequeña burbuja: estaba a salvo del mundo exterior, pero seguro que se sentía asfixiado por dentro.

La parte de no drogarse, casi podía arreglárselas; era lo de compartir tus sentimientos lo que le parecía un poco complicado. Todos los pacientes de Ryan tenían historias que contar, cada una más loca que la anterior y mientras estaba sentado escuchando las tristes historias de su vida, Ryan se dio cuenta de que si hay algo que un adicto en recuperación disfruta es el sonido de su propia voz.

Sus co-pacientes iban desde abogados de Los Ángeles con exceso de trabajo y pseudo-celebridades nerviosas hasta idiotas traficantes de drogas y conductores ebrios que mataron a familias enteras después de demasiadas copas de champán en otra velada elegante en West Hollywood, todos compartiendo y solidando. como una familia grande, disfuncional y jonesa.

Después de la llegada de Keltie Colleen hace unos días, la dinámica entre los pacientes parecía haber cambiado ligeramente. Keltie era una presencia maníaca, intensa incluso en las conversaciones más neutrales y todos los hombres la querían, al igual que algunas de las mujeres, y probablemente estaba lo suficientemente loca como para follarlos a todos, pero Ryan quería asegurarse de que él fuera el solo uno para tenerla.

Varios años antes, Ryan y Keltie tuvieron una aventura: la había conocido a través de amigos en común y se llevaban bien por la única razón de que ambos estaban solos y tenían un deseo de autodestrucción. Nunca había sido nada más que sexo y, después de unas semanas, la pasión se apagó.

Keltie solía ser bailarina antes de que la presión de la fama la golpeara y comenzara a esnifar cocaína todos los días, pero eso significaba que tenía un cuerpo asesino y podía torcerse en todo tipo de posiciones tentadoras. Keltie también estaba loca, un loco total entre las sábanas y cuando lo vio por primera vez, hizo un puchero, se metió el dedo en la boca y chupó, pasando la yema del dedo por los labios y entre los senos. Ella siempre había sido un poco idiota.

En estos días, la señorita Colleen era más conocida por su multitud de ex novios famosos que por su baile. Había escrito un libro sobre uno de ellos y desde entonces había estado interpretando el papel de ex despreciado.

En resumen, la mujer era famosa porque era hermosa. Se vestía bien y siempre se veía genial y se movía en los círculos de celebridades adecuados en Los Ángeles, Nueva York y Miami. Salió con hombres ricos que la trataban mal y luego escribió sobre ellos en blogs en línea. Tenía una sonrisa de megavatios y un cuerpo de bailarina; apretado, delgado y bronceado, y seguro que le gustaba lucirlo.

Sin embargo, en rehabilitación, había reglas sobre vestimenta inapropiada.

La vestimenta inapropiada constituía cualquier vestimenta que mostrara el uso de alcohol o drogas y cualquier cosa que revelara demasiada piel: se les pidió a las mujeres que se cubrieran con ropa holgada, pero a pesar de esto, no impidió que Keltie holgazaneara junto a la piscina en un ajustado, negro, traje de baño de una pieza, del tipo que cortaba por encima de sus suaves nalgas y bajaba hasta el pecho.

Él la observaría, y ella sabía que él la estaba mirando. Admiraría su cuerpo: todo piel suave y bronceada y cabello largo y rubio, curvas y pechos y piernas suaves. Fue extraño; Ryan ya no deseaba eso, quería caderas afiladas y una mandíbula áspera, los hombros fuertes de un hombre. No se podía confundir a Keltie con otra cosa que no fuera una bomba de Hollywood demasiado estilizada, pero tenían historia y Ryan simplemente no podía dejar que eso pasara.