capítulo tres

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Me sorprende la facilidad que tengo para arrepentirme de las decisiones que tomo. Cuando mi teléfono empieza a sonar a las siete y media de la mañana,  deseo internamente que alguien me arranque la cabeza.  No recuerdo, cuando decidí que sería buena idea poner esa estúpida canción de comercial como alarma. 

Me cuesta mucho  despertarme, la gente quizás me ve caminando a las nueve de la mañana o las doce pero mi cerebro con dificultad, comienza a trabajar y dar respuesta a partir de las tres de la tarde.  Una de las primeras cosas que pienso cuando me siento en la cama es que mi aliento huele a mierda, y no quiero ser conocida en mi trabajo como la chica que tiene mal aliento. Al menos, no por ahora.  Suelto un bufido y a pasos pesados me dirijo al baño para poder mejorar un poco y dejar de lucir como un zombi.  Trabajo, bastante difícil.

Cuando me miro en el espejo, empiezo a cuestionarme sobre mis decisiones. ¿Trabajar como modelo, en la empresa Ross? La cual, he estado evitando desde que mi madre consiguió el empleo. No quiero que mi mundo se mezcle con las cosas mediáticas, creo que ni siquiera estoy lista para que mis fotos estén en toda la ciudad. La decisión que tome, fue apresurada y desesperada, sobre todo desesperada. 

—Carajo…—Murmuro, para después empezar a lavar mi rostro, lo suficiente como para que no de miedo cuando salga a la calle o llegue a la empresa. Tampoco es que, debería importarme demasiado. Por eso, uso mi ropa de siempre al momento de vestirme.  Me gusta usar cosas sueltas, únicamente por cuestión de comodidad. Generalmente, no uso peinados y esta vez no fue la excepción. Deje que mi cabello cayera libremente sobre mis hombros. 

Me miro de nuevo en el espejo y al verme no puedo evitar reírme.

—Pero mírate, si serás modelo eh. —Me burlo de mi misma. Personalmente, no creo tener nada que destaque.  Mi cabello rubio, va perdiendo cada vez más color. Mis ojos no son ni verdes ni azules, son marrón clarito.  Quizás, lo único que me gusta de mi es mi rostro. Pero mi cuerpo, me aburre. Literalmente, soy una tabla.  

No duraría ni un puto día.

Mi yo interna logra ponerme de mal humor, doy una mirada en blanco y salgo del baño.  Cuando bajo a la cocina, están todos por desayunar. Mi hermano, mis padres aunque en realidad faltan mis dos hermanas menores que están de vacaciones en casa de mis tíos.  

—Hola… —Saludo, me siento al lado de Drake quien me mira con curiosidad. —Si abres tu puta boca te daré un puñetazo.

— ¡Clara! —Me regaña mi madre, giro hacia ella y le sonrió levemente.

—No te preocupes, será suave.

 Mi madre da una mirada de advertencia, me encojo de hombros y dedico a comer mi desayuno. Mi hermano, pasa por alto todas mis peticiones de que cierre la puta boca.   Entonces, se dedica  a tratar de humillarme.

—Oye, fuiste grosera con Liam ayer. Por suerte es amable ¿Sabes que esa camisa vale más que todas  nuestras vidas juntas?  —Doy una mirada en blanco, sin importancia y muerdo mi tostado. 

—No es mi asunto.

—Sí lo es, no te disculpaste.

—De hecho, cerebrito. Si me disculpe.

—Mejor cuídate, Clary a ver si por tus modales te quedas sin el empleo antes de comenzar.

El rubio tonto me sonríe como si hubiera ganado algo, aprovecho que nuestros padres no están viendo para mostrarle mi dedo favorito. El, finge ofenderse. 

Trato de no estar nerviosa por mi nuevo empleo, de verdad que lo intento. Pero recuerdo lo  torpe que soy al momento de moverme, y que a veces no mido lo que digo y puedo quedar como una…Mal educada, bueno como sea. Supongo que si no quedo en el trabajo no debo apresurarme a descartar la opción de ser una babygirl.

Aprendiendo a ser femenina © #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora