Entre El Deber Y El Deseó (Lectura Erótica) Multi Ship

impacto

POV Serena

Después de hacer el amor con Yaten, una mezcla de emociones me invadió, como un torbellino que no sabía cómo controlar. La intimidad que compartimos fue intensa y apasionada, pero también me dejó con muchas preguntas que giraban en mi mente como un disco rayado. Mientras caminábamos hacia la farmacia para comprar la pastilla del día después, el aire se sentía denso y cargado de incertidumbre. No estábamos seguros de estar listos para ser padres; la idea era abrumadora y aterradora. Mientras hablábamos sobre nuestras expectativas y deseos, decidí que era hora de empezar a cuidarme. La conversación se tornó seria y reflexiva, y en ese momento me di cuenta de que necesitaba tomar el control de mi vida. Aunque no habíamos acordado tener algo formal, sentía que si algo se daba entre nosotros, debía fluir naturalmente, sin presiones ni expectativas. Era un momento delicado y quería asegurarme de que ambos estuviéramos en la misma sintonía.

Al regresar a casa, un sentimiento de responsabilidad me acompañó como una sombra constante. No quería dejar a mi madre sola por mucho tiempo, especialmente después de la muerte de Sammy y la ausencia de mi padre. Sabía que esos momentos eran difíciles para ella; la soledad había sido su compañera desde que sucedieron esas tragedias. La casa siempre tenía un aire melancólico, como si las paredes mismas lloraran la pérdida. Cada día me esforzaba por ser un pilar para ella, pero a veces me sentía abrumada por la carga emocional que eso implicaba.

Al abrir la puerta, noté que mi madre estaba muy entretenida hablando con una voz familiar que resonaba en el aire con calidez. Era Hotaru, quien había llegado con una maleta grande que parecía contener más que solo ropa; parecía llevar consigo un pedazo de su historia. Me sorprendió su presencia; no esperaba verla tan pronto después de lo que había pasado.

—Ya llegué, ¿qué hay de cenar, madre? —pregunté con un tono ligero, intentando aliviar la tensión del hogar y quizás distraerme un poco de mis pensamientos.

—Y estas son horas de llegar, Serena. Has dejado toda la tarde esperando a esta agradable muchacha... —respondió mi madre con un toque de reproche en su voz, aunque su mirada era más comprensiva que severa.

—No se preocupe, señora. Yo estaba muy entretenida hablando con usted —dijo Hotaru con una sonrisa cálida que iluminó el ambiente y trajo consigo un aire fresco y renovador.

—Ay mamá, no me regañes; ya soy mayor de edad —repliqué riendo, intentando restarle importancia al reproche—. Mejor dime, ¿qué hiciste de rico hoy? Tengo un hambre feroz.

Las risas llenaron el ambiente mientras mi madre se dirigía a la cocina a preparar algo delicioso. La calidez de la cena familiar siempre había sido un bálsamo para mis preocupaciones; era como si cada bocado pudiera curar las heridas emocionales que llevábamos dentro.

Después de una cena deliciosa y llena de risas, donde compartimos anécdotas y recuerdos felices, Hotaru se volvió más seria. Había hablado con mamá Ikuko y le había pedido el favor de alquilar aquella habitación vacía que era de Rinni para hospedarse. Dijo que había tenido problemas con sus compañeros de alquiler (aunque eso era solo una excusa). Su mirada se tornó intensa y su voz tembló ligeramente al mencionar su situación.

—Serena, ¿serías tan amable de ayudarme a guardar mis cosas? —preguntó Hotaru con un tono casi suplicante, como si llevara una carga emocional pesada.

—¿Por qué Hotaru? ¿Es que acaso piensas quedarte? —le pregunté intrigada, sintiendo que había más detrás de sus palabras.

Mamá Ikuko me lanzó una mirada severa y respondió:

—¡SERENA! ¿Qué clase de preguntas son esas? ¿Acaso no ves que está pasando por un momento difícil? Ve y ayúdala; yo lavaré los trastes...

Hotaru miró a mi madre con gratitud en sus ojos antes de volver su atención hacia mí.