Sorpresa

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Serena, exhausta tras haberse entregado a Yaten, comenzaba a abrir los ojos lentamente. La luz del amanecer se filtraba a través de las cortinas, iluminando suavemente la habitación y revelando un mundo que parecía ajeno a la tormenta de emociones que la invadía. Por un instante, la confusión la envolvió, haciéndola dudar de la realidad. ¿Había sido todo un delirio? Pero al mirar a su alrededor, la verdad se hizo evidente: estaba desnuda en los brazos del apuesto peliplateado, quien la abrazaba con una firmeza que le proporcionaba una extraña sensación de seguridad.

Intentó levantarse sin hacer ruido, consciente de que cualquier movimiento podría romper el hechizo de ese momento tan íntimo. Sin embargo, al sentir que el contacto piel con piel se interrumpía, Yaten despertó suavemente. Con una voz profunda y seductora, le susurró:

—¿Adónde pensabas ir, hermoso conejito?

El rubor se apoderó de su rostro al escuchar esas palabras tan cargadas de intimidad. Rápidamente cubrió sus pechos con la sábana, como si pudiera ocultar no solo su desnudez física sino también su vulnerabilidad emocional.

—Yo... tengo que irme —logró decir, sintiendo cómo el pánico comenzaba a aflorar en su interior.

Yaten esbozó una leve sonrisa, esa que solía hacerla sentir como si el mundo se detuviera por un instante. Con un gesto decidido y suave, retiró la sábana que la envolvía.

—No irás a ninguna parte aún, hermosa. Hay mucho de qué hablar. Sé que fue tu primera vez, ¿no? ¿Te gustó? Responde con seguridad, mi princesa de la luna.

El pánico se apoderó de Serena ante las palabras de su amante; su mente se nubló y solo pudo balbucear:

—Yo... yo...

Era lo único que lograba articular mientras su corazón latía desbocado en su pecho.

Yaten, percibiendo su angustia y nerviosismo, la acomodó contra su pecho con ternura. Su voz era un susurro cálido y reconfortante:

—No importa, hermosa. Sé que eres una chica tímida y eso significa que te gusté tanto como a mí. Eres la mujer más sensual que he visto en mi vida. Ahora entiendo por qué Seiya estaba tan loco por ti.

Al escuchar el nombre de Seiya, Serena sintió cómo su mundo se desmoronaba. Las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos; la culpa y la vergüenza la invadieron como olas implacables. Hace unos días no tenía dudas sobre su amor por él, pero ahora se sentía perdida en un mar de confusión.

—Soy una cualquiera... ¿cómo pude? —susurró entre sollozos.

Yaten observó su desconsuelo y comprendió que lo sucedido había sido un error. Un error que para él había sido un momento mágico y transformador; sin embargo, no sabía qué significaba para ella. Sintió como si un puñal le atravesara el corazón al darse cuenta del dolor que causaba.

Serena notó la tensión en Yaten; su expresión era devastadora y parecía dispuesto a abandonar la habitación. Su pecho se oprimió y, sin pensarlo dos veces, lo tomó del brazo con fuerza.

—No creas que para mí no fue importante, Yaten. Solo me siento miserable. Fuiste mi primer hombre y lo sabes; he traicionado a Seiya. ¿Qué pensará de mí ahora?

Yaten la miró fijamente a los ojos y preguntó con seriedad:

—¿Tienen algo? ¿Son novios?

Serena negó con fervor, sintiendo cómo una chispa de esperanza comenzaba a encenderse en su interior.

En ese instante, Yaten sintió como si el peso del mundo se aligerara sobre sus hombros. La alzó en sus brazos con una mezcla de alegría y alivio, girando en un torbellino emocional.

—Entonces no tiene nada que reclamarte —dijo con una sonrisa radiante—. Del único del que deberíamos preocuparnos es de tu principito de pacotilla; él no es rival para mí. De hecho, me preocupa más la reacción de mi hermano que la de ese mequetrefe.

El comentario provocó una risa sincera en Serena; era un alivio poder reír en medio de tanta confusión.

—Él y yo ya no somos nada; estoy completamente soltera. Pero no te confíes... ¡jajaja!

Yaten sonrió con complicidad ante su respuesta juguetona.

—Sé que debes tener muchos pretendientes; eres como una diosa, mi princesa. Pero yo tengo un punto a favor: fui tu primer hombre y eso me da ventaja.

Serena frunció el ceño y le dio la espalda en un gesto provocador.

—Hablas como si tuvieras muchas mujeres... Dime, ¿cuál es mi número?

Su tono sarcástico hizo que Yaten se acercara más a ella con una sonrisa traviesa.

—No te miento; he tenido muchas, pero ninguna como tú. Eres la más hermosa y sensual que he visto en mi vida —declaró con sinceridad desarmante.

Las palabras de Yaten hicieron que los vellos de Serena se erizaran ante el halago inesperado. La atracción entre ellos crecía intensamente; él tomó su mano y la llevó hacia la ducha mientras comenzaba a besarla con pasión desenfrenada.

Serena respondió a sus caricias con fervor renovado, clavando sus uñas en su espalda mientras el deseo los consumía por completo. Yaten estaba al borde del colapso por lujuria; tomó su cuerpo entre sus brazos con fuerza y comenzó a penetrarla con intensidad.

Los gemidos de Serena resonaban por toda la habitación mientras el placer alcanzaba niveles inimaginables hasta que ambos llegaron al clímax en una explosión compartida de sensaciones intensas e incontrolables.

POV REI

Mientras tanto en otra parte de la ciudad...

Rei estaba desesperada por encontrar a Darien

Punto de vista de Rei:

Mi amado Darien había decidido alejarse de mí y me estaba volviendo loca de celos al pensar que podría estar buscándola a ella. La situación era insostenible; ya no había nada oculto ni excusas para disfrazar lo obvio: soy su amante y eso es lo único que importa ahora.

Desde el primer momento en que lo vi a los 14 años, me obsesioné con él; era todo para mí: mi primer amor, mi primer deseo ardiente. Cuando él se enamoró de esa princesa, intenté arrancarlo de mi corazón sin éxito; sus caricias estaban grabadas en mí como sagradas escrituras imborrables.

Cuanto más intentaba olvidarle, más me aferraba a él como si fuera mi única salvación. Recuerdo aquella noche en su auto; desde ese instante me rendí ante él y sus peticiones ardientes e inquebrantables.

Hablé con el corazón en la mano muchas veces; le rogué arrodillada ante él que dejara a Serena para irse lejos conmigo. Le prometí amarlo eternamente y estaba dispuesta a hacer lo que fuera necesario por su amor; incluso eliminar cualquier obstáculo entre nosotros sin dudarlo ni un segundo.

Cuando Seiya apareció en escena, fui una de las pocas que intentó asegurar un final feliz para esa pareja con el fin de despejar mi camino hacia Darien. Pero esa estúpida Serena arruinó todos mis planes meticulosamente trazados.

La odio profundamente; ojalá desapareciera para siempre y así pudiera reclamarlo como mío... Pero sigue viva... Sin embargo, encontraré la manera de sacarla definitivamente de la vida de Darien.

Entre El Deber Y El Deseó  (Lectura Erótica) Multi ShipDonde viven las historias. Descúbrelo ahora