No es difícil caer ante ti cuándo rondas mi mente a cada instante.
NARRADOR
— Las personas que tienen ciertas creencias suelen ser mal vistas por la sociedad, crees en la religión está bien, no crees en ella está mal, crees en las cartas es algo del demonio, crees en cualquier cosa que no sea bien vista por la sociedad y estás maldito.
—Es una cadena avanza con los años cada vez más, ciertas personas lo debaten, otras no les importa, otras luchan por tener esa creencia cómo debe ser y no ser algo denigrante.
— Después de todo por más que hagas nunca tendrás contenta a la sociedad. ¿Lo importante? Lo importante es lo que tú creas y te haga feliz con ello. No importa sí eres homosexual, no importa sí no eres te piel oscura, no importa lo que seas, no importa nada porqué lo que importa es tú opinión y lo que te hace feliz, personas seamos el cambio y dejemos vivir.— Una chica hablaba en medio de la calle con un micrófono.
Varias personas la quedaban viéndo raro, otras se detenían y asentían con orgullo al oír las palabras de la chica. Se miraba algo bobo pero para la chica ver un pequeño grupo de personas frente a ella la hacía sonreír.
María José cada día pasaba por dónde estaba esa chica, siempre se detenía un minuto para escuchar a la chica, todos debemos ser escuchados por muy descabellado que se escuche.
Aquélla chica distinguió a la morena y le dio un saludo con su barbilla, la chica sabía que la morena era la única quién se detenía a escuchar, María José se sentía feliz que más personas le ponían atención ahora.
Se despidió con una sonrisa y siguió su camino hacia el hospital, María José había despertado de muy bien humor ese día, todo marchaba de maravilla y todo eso tenía que ver con la castaña, María José suspiraba con sólo recordar a Daniela.
Sonrió negando y entró al mundo de paredes blancas, en unas pocas semanas su rutina había cambiado demasiado, a la morena nadie le dijo que se toparía con Daniela en aquélla cafetería cambiando todo.
— Buenos días, Pochesiana.— Saludaba un Rafael viéndo un expediente.
— Buenos días, Rafa. ¿Cómo va tú mañana?— Preguntó María José sonriendo, poniéndose su bata médica, Rafael cerró el expediente y vio a María José.
—¿Y a ti qué mosco te picó?— Le pregunto el pelinegro alzando una ceja, la morena apretó los labios evitando reír.
—¿Por qué? ¿Tengo algo acaso?— Le respondió con otra pregunta, el pelinegro entrecerro los ojos y aspiro hondamente.
— Joder amiga, tú has tenido sexo y por eso estás tan radiante que me jode la vista.— La morena soltó una carcajada ante la explicación de su amigo.
— Eres un idiota, estoy disfrutando la vida y el amor simplemente.— Comentó María José encongiéndose de hombros.
— Aww, te estás enamorando. ¡Rayos! Y yo pensaba llevarte al mundo de la puteria.— El pelinegro hacía movimientos exagerados con sus manos, la morena rió frunciendo el ceño.
— Sabes que eso no es lo mío, además... Espera, ¿por qué diablos me llevarías al mundo de la puteria?— Preguntó María José riendo, Rafael rodó los ojos.
— P-u-t-e-r-i-a,— Deletreo el pelinegro.— Para que seas toda una fuckgirl sin sentimientos.— Agregó viéndo sus uñas,María José negó con su cabeza empezando a caminar hacia recepción.
— Ves muchos programas de televisión.— Comentó María José saludando a sus compañeros.
— Te equivocaste, baby. Veo demasiado tiktok, así que permisa mi ciela.— Habló el pelinegro modelando por el pasillo del hospital, María José negó y vio a la paciente anciana de la última vez.
— Buenos días, señora. ¿Cómo se siente?— Preguntó la morena de puntas azules amable, mientras tomaba el expediente de la anciana de la camilla.
— Cada vez más peor. ¿Descubrieron lo qué tengo, señorita?— Indago la anciana en agonía, María José expulsó el aire sus pulmones negando con su cabeza.
— Por Dios, no puedo más, sólo quiero morir en paz y no sentir dolor.— Hablaba la anciana sin poder resistir el dolor debajo de su espalda baja, más todo su cuerpo.
— Hacemos lo posible, señora. Su nieta lo sabe pero no encontramos la causa de su enfermedad.— Explicaba la morena con tristeza a la anciana.
— Usted...— Habló la anciana viéndo al frente, María José volteó y vio a Daniela frente a ellas, sus manos al frente y su cabeza ladeada.
—¿Calle? ¿Qué haces aquí, amor?— María José apretó los labios al salir esa palabra de su boca, Daniela sonrió con disimulo.
— Necesito hablar contigo.— Respondió viéndo el rostro de la morena, ella asintió lentamente un poco apenada.
— María José, el paciente de el cuarto 113 te necesita.— Una enfermera hacía acto de presencia, la morena asintió rápidamente.
—¿Me esperas? Voy y vuelvo, ¿sí?— Le pregunto a la castaña, Daniela sonrió con ternura y asintió, dejó un corto beso en los labios de la morena y María José se fue.
De pronto Daniela quedó sola con la anciana, la anciana la observaba con un rastro de asombro, con curiosidad y acertación, Daniela se acercó a la anciana sin dejar su pose anterior, sus manos entrelazadas hacia el frente.
— Viver a vida humana, a morte? (¿Viviendo vida de humano, muerte?)— Preguntó la anciana de pronto en portugués.
— Porque é que estás a aqui? Finges ser um de nós por ela? (¿Por qué estás aquí? ¿Finges ser uno de nosotros por ella?)— Indago la anciana con su lengua natal.
— Não se engane, senhora. (No te equivoques, vieja)— Habló Daniela de pronto con el mismo idioma de la anciana.—Se estou aqui, é por isso que faço o meu trabalho. (Sí estoy aquí es porqué hago mi trabajo)— Agregó caminando hasta llegar al lado de la camilla.
— Então, leva-me consigo? (¿Me llevas contigo entonces?)— Preguntó la anciana de pronto con rastro de felicidad en su rostro.
— Ainda não é a sua vez, velhota. (Aún no te toca, vieja).— Contestó la castaña con seguridad.
— Por favor, leva-me contigo, não aguento o sofrimento, a morte. (Por favor, llévame contigo, no puedo con el sufrimiento, muerte).— Suplico la anciana sin poder aguantar más su sufrimiento.
— Ainda não é a sua vez, senhora, não posso. (Aún no es tú turno, vieja, no puedo).— Hablaba la castaña con tono de voz pasivo.
— Se puder, leve-me para parar de sentir dor. (Sí puedes, llévame para dejar de sentir dolor).— Daniela cerró los ojos unos segundos negando a la anciana.
— Velha senhora, o meu senhor vai ficar zangado. (Vieja, mi señor se enfadara).— Mencionó la castaña a la anciana.
— Por favor, a morte. (Por favor, muerte).— Suplico de nuevo la anciana al ser que tenía frente a ella.
— Muito bem, fecha os olhos, velhota. (De acuerdo, cierra los ojos, vieja).— Aceptó la castaña al ver la desesperación de la anciana.
La castaña posó una mano en la frente de la anciana, la anciana dejó de sentir dolor y una sonrisa de paz alumbró su rostro, de pronto las máquinas conectadas a su cuerpo dejaron de hacer el característico sonido y la respiración de la anciana desapareció
— Adeus, velhota. (Adiós, vieja).— Fueron las últimas palabras de la castaña antes de irse del lugar.
Después sólo se vieron médicos tratando de recuperar la vida de la anciana pero fue imposible, María José se encontraba entre esos médicos y sólo pensó en la pena de la anciana y en dónde estaba Daniela.
Me encantó escribir este capítulo
El que no comente es hetero :)
Gracias por el apoyo ❤
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Inmarcesible || Terminada
Hayran Kurgu¿Qué pasa cuándo el amor de tú vida es la muerte? María José Garzón no sabía ese dato cuándo sin esperarlo se enamoró irremediablemente de Daniela Calle. El amor no tiene límite en la vida y en las otras vidas que hayan, María José se enamoró de l...