Parte III

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Tocó su mandíbula con necesidad y picor, a esa hora de la noche necesitaba salir a comer pero dejar a Geneviéve desprevenidamente en medio de una tormenta no era una opción. Tenía que buscar sangre desesperadamente en su apartamento.

—¿James? ¿Estás bien?— su voz interrumpió su necesidad que lo obligaba a dudar de si saltar del balcón a transformarse en sombra para comer hasta agarrar el congelador y buscar alguna carne con sangre sobrante de animal.

Ni siquiera se había dado cuenta que estaba parado en medio del departamento, pensativo.

—Si, yo...sólo estoy pensando— respondió con una sonrisa coqueta, ella le respondió sonriéndole de medio lado y pasando por su hombro derecho, sorprendiéndose por su reacción.

—¿Hambre?— interrogó ordenando unos cuantos libros, remarcando su trasero al agacharse con unos pantalones pegados de algodón.

—Si, demasiada— dijo en voz serena, evitando mirarla ya que sus ojos empezaban a cambiar de color— ¿me dejas revisar?, es que soy muy selectivo con la comida— Geneviéve asintió con confusión al ver como evitaba verla de repente.

Sebastian se acercó desesperadamente al congelador y removió carnes hasta tomar una y encerrarse en el baño, hasta donde Geneviéve sabía eso no era una actitud muy común en personas que comían carne cruda, y aunque algunos lo hicieran, no se la comerían en el baño.

—¿James?— tocó la puerta al escuchar demasiados gruñidos y rasguños en el plástico, estaba quitándole el plástico transparente que protegía a la carne de cualquier bacteria de una manera tan ruda que pensó que era un animal— James sal de ahí.

Escuchó el agua fluir y minutos después a Sebastian salir con una sonrisa calmada, pero Geneviéve sentía muchas cosas menos tranquilidad.

—Lo siento es que yo...me gusta comer en el baño— dijo nerviosamente al notar que sus ojos exclamaban una explicación de lo antes sucedido— soy alguien demasiado solitario y me gusta el silencio al comer...

—¿Silencio en un baño?— volvió a atacar la castaña, Sebastian notó como su sudor frío resbalaba por el costado de su mandíbula hasta caer en la madera del suelo— James explícame que está pasando.

—Muñeca lo sabrás después, por el momento sólo quiero agradecerte el alojo en tu departamento— ella asintió yendo al sofá, Sebastian la miró sorprendido por la indiferencia que mostró ante sus encantos a la vez que leía el libro con tranquilidad, pero él tenía mejores planes como ver películas en la Tv...a un volumen muy alto.

Geneviéve respiró profundo antes de mirar al hombre intruso de su noche, notando como le miraba con una sonrisa burlona en sus labios cerrados y torcidos en una sonrisa.

—¿Puedes bajar el volumen? Intento leer— demandó la chica mirando molesta a su visitante, éste sólo amplió su sonrisa— James enserio, baja el volumen.

Sebasian bajó el volumen pero antes de que ella siguiera con su lectura, el mayor se abalanzó a su cuerpo, haciéndola dejar caer el libro al suelo mientras posaba sus manos en los robustos brazos del contrario al soltar un respingo.

—¿Ce qui ne va pas avec vous?— exclamó la chica con enfado, una de las cosas que odiaba es que se aprovechasen de su medianamente baja estatura y Sebastian parecía disfrutar demasiado el hecho de que ella estuviera muchos centímetros por debajo de él.

El castaño suspiró con una mirada oscura en sus ojos, sus dientes se dejaron ver pero los escondió antes de que sus colmillos salieran a asustar.

—Geneviéve— pronunció su nombre con lentitud, una lentitud que asustó a Geneviéve por unos momentos— eres tan hermosa...

—Tu no estas mal, pero estas yendo demasiado rápido— lo empujó lejos mientras lo sacaba del sofá, quitó la mesa con su ayuda y preparó la cama donde dormiría.

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