Pasaron varias horas entre Sebastian haciéndose pasar por James fastidiando a Geneviéve y Geneviéve implorándole que la dejase trabajar mientras se comía la carne y la sangre en el baño como solía estar haciendo bastante seguido.
Hasta que la hora de irse llegó, estuvieron en el aeropuerto dos horas antes del vuelo y al subirse en el avión quedaron ambos juntos, en primera clase y muy pegados.
—¿Era necesario estar tan cerca?— preguntó la chica mirando a travez de la ventana empañada por el frió las luces de los aviones y camiones ayudantes del aeropuerto sin percatarse que el mayor de los dos estaba observándola de arriba a abajo.
—Si— respondió de forma celosa, viendo como los chicos en el bar de primera clase miraban a Geneviéve con ganas, cosa que lo hizo ponerse celoso y hacerlo gruñir— y me arrepiento de no habernos puesto en un área más privada— murmuró cerca de su oído, mirando con ojos amenazantes a los chicos.
—¿James?— preguntó ella tomando su mentón y haciendo que le mirase, Sebastian entró en pánico cuando se dejó llevar por varios minutos por su instinto animal, si se delataba en pleno vuelo sería hombre muerto y sus deseos de volver a ser humano se irían al diablo— James ¿estás bien?
—S-Si muñeca, no hay nada de que preocuparse, ésta bien— respondió entre susurros con una sonrisa, tocando sus ojos y apretando su entrecejo para relajarse hasta escuchar una de las voces de los chicos a su lado por estar en el pasillo y Geneviéve en la ventana.
Al verlo su ira creció, precisamente yendo a sus colmillos que poco a poco tomaban un enorme tamaño y sus ojos que se teñían de color rojo sangre, pero se mantuvo cabeza baja fingiendo leer algo para poder disimularlo.
—Hola preciosa, me preguntaba si querías tomar algo con nosotros y charlar— Sebastian estaba a punto de agarrarle el cuello y, con sus dientes, cortarle la traquea, pero cualquier pensamiento asesino se disipó cuando la mano de Geneviéve se posó en la suya e hizo que volviera al mundo real.
—Lo siento idiota, pero por si no te das cuenta, mi prometido y yo estamos viajando juntos— dijo con una sonrisa inocente, agarró la mejilla de Sebastian y por primera vez en tanto tiempo lo besó.
El chico se fue sintiéndose horriblemente incómodo al ver la escena, mientras Sebastian aprovechaba cada segundo para disfrutar de los labios aterciopelados que lo besaban. Al separarse, Geneviéve sonrió y se quedó casi todo el viaje mirando por la ventana, hasta que al bajarse del avión Sebastian decide encararla y preguntar.
—Así que tu prometido...—empezó mirándola con una sonrisa, ignorando todas las vistas que se estaba ganando con su traje elegante mientras Geneviéve iba vestida con solo unos jeans y una camisa azul marino de lana.
—Cállate James, lo dije para que nos dejaran en paz, te vi enfadado— respondió agarrando las llaves de su auto alquilado, no sabía cuanto se iban a quedar ahí pero James parecía tenerlo todo bajo control.
—Entonces ese beso fue...¿que?— preguntó dentro del vehículo, sonriéndole con diversión.
—¿Tan mal lo hice?— preguntó ella manejando por las casi vacías carreteras por las horas que eran.
—No dije eso.
—Pues eso fue lo que entendí— respondió ella quedando en silencio, podía sentir esos oceanicos ojos encima de su cuerpo lo que le hacía pensar que "James" sólo quería comérsela y en todo el transcurso estuvo sintiéndolo con esas intenciones, pero por lo menos el hotel quedaba cerca.
Al llegar desempacaron todo, fueron a su suite que Sebastian de alguna manera logró reservar y se pusieron cómodos...pero había una cama nada más por lo que dormir juntos iba a ser la única opción que les quedaba.
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Derrame
FantasyUn hechizo que lo transformó en bestia, sin amor y sin amigos que lo acompañasen por las eternidades que lo condenarían a seguir como un chupa sangre. Sebastian, aquel conde que tanto se hablaba en Rumania, tendría que encontrar aquel amor que había...