Parte X

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Suspiró profundamente, miró sus manos acercarse a su mente y en cuestión de segundos ya estaba divagando en su cerebro.

Lo último que logró escuchar antes de caer dentro de su propia memoria fue a Damian decirle.

—Mira bien con quien estás lidiando— perdiéndose su voz en las últimas palabras al caer sin pudor en un vacío negro.

En cuestión de segundos flashes de su vida estaban pasando alrededor, hasta llegar al momento que más le dolía, cuando se llevaron a Sebastian de su lado.

Pero estaba fijándose especialmente en Velk, aquel sujeto que era causante de todo pero no encontraba ninguna cosa que pudiera servirle. Nada que Damian le estaba diciendo.

—¿Qué quieres que vea?— susurró para si misma, escuchando ahora si la voz de Damian.

—Fíjate bien linda, al hombre que llamas Velk.

Sus manos estaban escondidas al estar cruzados de brazos, su sonrisa era igual de maliciosa a como lo había visto teniendo en cuenta la cantidad de belleza que podía ponerle el cerebro a los recuerdos. Sus piernas estaban normales, sus
zapatos arreglados...

Damian suspiró.

—Su cuello— susurró con una media sonrisa, burlándose.

Sus ojos caramelo fueron enseguida a la parte nombrada, tatuajes que no recordaba haber visto, cruces invertidas y algunas cruces hechas de diferentes maneras y colores, pero hubo algo que parecía no ser una cruz del todo.

—¿Qué es eso?— murmuró acercándose más a su ser, su cuello estaba ocultando algo que, por culpa de la rabia que sentía en esos momentos, no había notado.

Aquella cruz estaba ocultando dos puntos color negro, que de lejos podrían parecer unos simples puntos tatuados de forma recta.

Pero tenían un brillo increíble de color rojo sangre, marcas de dientes.

—No puede ser...— llevó una mano a su boca, lo comprendió sin más pruebas— ¡Damian!— enseguida salió de su mente luego de su grito desgarrador, tomando el suficiente aire para poder recomponerse luego de que su cuerpo se haya mecido de adelante hacia atrás de forma brusca al tener un enorme choque con la realidad.

Se levantó del suelo agarrando su cabeza, suspirando gravemente mientras el vampiro se mantenía apoyado de brazos cruzados en el árbol que tenía justo enfrente de ella, sonriéndole a medias sin apartar aquellos orbes azules brillantes de su ser.

—Su propia sangre se lo llevó lejos de nosotros...¿por qué?— miró directamente al vampiro enfrente suya, estaba sonriendo pero no se había inmutado en nada, además de darle medio gesto de felicidad burlona torciendo su labio hacia la derecha— ¡dime que van a hacerle!— gritó cerca de él, dejando que su desespero invadiese su ser como nunca antes lo había hecho, asustada— dímelo...por favor...

—¿Aún no entiendes lo que te hice ver?— preguntó el mayor, encarándola y apreciando como sus facciones se sorprendían y se aterrorizaban por ver su imponente cuerpo a sólo centímetros del suyo— Sebastian está a sólo pocas horas de desaparecer, esparcir su ser por todo nuestro clan es la única manera de poder ser mas poderosos y hemos estado observando a Sebastian desde hace tiempo, tú sólo fuiste una esperanza fallida.

—No mientras lo pueda salvar...¡él no se merece esto!— empujó al vampiro con fuerza, mirando a todos lados con frustración— ¡llévame!

—Oh linda, si tan sólo fuera tan sencillo convencerme de no tener tanto poder, a fin de cuentas, no sabrás donde están.

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