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El arte que anhelas, es el que más me orilla a las lágrimas

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El arte que anhelas, es el que más me orilla a las lágrimas.

El cumpleaños de Katsuki empezó de la mejor forma, Shõto había acompañado a Eijirõ a hacer las compras de todo lo que necesitarían para la fiesta del peli cenizo. Desde comida chatarra hasta bebidas minerales, todo tipo de golosinas dulces y picantes, ordenaron más de diez cajas de pizza porque sabían que Mina era una tragona que no se conformaría con una simple rebanada y montones de barras de chocolate porque al bicolor le encantaba regalarle un pedazo a Katsuki, aunque éste siempre se negara, al final terminaba aceptando, claro, porque se trataba de Shõto de todas formas.

Hasta que el momento llegó, cuando el pelirrojo entró directo al pasillo de bebidas alcohólicas tomando cinco cajas de cerveza y al menos tres botellas de licor más fuerte que el bicolor recordaba haber leído en una revista informativa sobre lo que los adolescentes consumían hoy en día.

—¿Estás seguro que eso está bien? —cuestionó Shõto al pelirrojo al momento de formarse en la fila, esperando a que la cajera les cobrase—, mi mamá va a matarnos si se entera de esto.

Eijirõ viró los ojos, con expresión de: “Deja de ser un aguafiestas”.

—Es el cumpleaños de rubiecito, al fin va a cumplir dieciséis, déjalo que se divierta por hoy. Sé que siempre actúas como su mami, pero no le hará daño tomarse una o dos cervezas —reprochó Eijirõ.

Shõto apretó los labios, teniendo un mal presentimiento de que aquel día nada saldría bien, empezando por el hecho de que todos los cumpleaños de Katsuki siempre se lo habían festejado en fiestas familiares. Obviamente que muchas cosas cambiaron tiempo después, cuando llegó Hitoshi, el peli morado solía llevarlo a partidos oficiales de basquetbol de sus jugadores favoritos. Y con Eijirõ, el año pasado le había llevado a un montón de museos donde exponían las mejores fotografías más costosas del mundo, solo que justamente hoy deseaban organizarle una fiesta donde solo asistiesen sus compañeros de la escuela, sin adultos.

—No creo que Katsuki sea muy tolerable al alcohol, tal vez no deberíamos comprar tanta cerveza y mejor compremos un poco más de dulces, quizás…

—Ay, pelusa —Eijirõ recargó su brazo sobre el hombro de Shõto, riéndose bajito, muchas personas formadas podían escuchar lo que diría—. Siempre me he preguntado por qué tanto empeño en cuidar a rubiecito, al principio pensé que era completamente normal, ya que eran mejores amigos, pero al final, creo que lo estoy entendiendo mejor…

—¿A qué te refieres? No entiendo lo que estás diciendo —habló Shõto, arqueando las cejas, confundido al cien por ciento.

Someday it'll be me [BakuTodoBaku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora