Someday it'll be me [BakuTodoBaku]

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ASEGÚRATE DE ABRAZARLO COMO SI FUERA UN OSITO DE FELPA… Y CONTARLE MILES DE HISTORIAS DONDE PUEDAN IMAGINAR UN FUTURO JUNTOS.

Respira profundo, hasta que tu corazón comience a cansarse.

Cuando Katsuki lo vio por primera vez, no pensó que realmente iban a tener un vínculo de amistad que los ataría de por vida, sencillamente rozando su mano e invitándolo a entrar a aquel local de video juegos fue como inició todo. Probablemente si su mamá no se hubiese puesto a conversar con la señora Rei, al peli cenizo le habría dado igual que un pequeño niño tembloroso lo mirara escondido desde la espalda de la peli blanca.

Ya no intentaba evocar ese recuerdo. Sweetie había decidido convertirse en una ilusión permanente en su mente, apareciendo cuando quería, en sueños, en mentiras, en vagas sensaciones de un día en específico. Sweetie, mejor conocido como Shoto Todoroki. Sweetie, su mejor amigo desde los ocho años. Sweetie, el pequeño niño que había tratado como un juguete al hablarle únicamente cuando lo necesitaba.
Sweetie, el perdedor. Sweetie, el bonito niño con ojos de color diferente.

Comparado con él, todas las personas que había conocido eran tan aburridas, no lo hacían sonreír, ni lo hacían sentir querido. El problema de enamorarse tan rápido, el dilema de ser tan enamoradizo, el enigma de no haberlo entendido mucho antes. Golpeándose la cabeza contra la mesa de roca en la que se encontraba sentado en el patio mientras esperaba a que Sweetie llegase para almorzar, fue la última opción que encontró para regañarse por haber sido tan ciego por tantos años.

Sin poder creer que la persona indicada había estado a su lado desde que al menos tiene memoria. ¿Realmente le gusta Shoto? ¿De verdad tiene sentimientos por su mejor amigo? ¡Sí! Lo descubrió tan solo un día anterior. Odiándose a sí mismo por no querer aceptarlo desde antes cuando bien sabía que Sweetie causaba millones de sensaciones en su interior años atrás, quizá incluso muchísimo antes de que conociese a Hitoshi Shinsõ.

«¡Ah, Katsuki! En serio eres tan estúpido. Mamá tenía razón cuando dijo que lo bonito y lo inteligente no combinaban. Además de que siempre me ha dejado en claro que soy un imbécil mal planeado».

Por Dios, ya no tenía doce años, ya era lo suficientemente grande como para comportarse y dejar de actuar como un niño que se emocionaba al pensar en la persona que le gusta, pero para ser sinceros, Katsuki tenía esa costumbre de traer a su memoria el rostro de Sweetie una y otra vez. Sonriendo inconscientemente al evocar esa sonrisa nerviosa que solo pertenecía al bicolor. Si era necesario, empezaba a sospechar que se estaba volviendo loco.

Detrás de esa fachada de chico fuerte se encontraba un ser vulnerable que temía al rechazo, al olvido. Katsuki juraba con su vida entera que en ningún momento de todas aquellas veces en las que aseguró estar enamorado, no se había sentido así de asustadizo como lo hacía ahora con Shõto. En su mente seguían rondando aquellos pensamientos de que lo que sentía no era “correcto” que estaba rompiendo su promesa de ser mejores amigos por siempre…